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La minga indígena: ejemplo de paz y reconciliación

Patricio Martínez Ferrada*
01 de noviembre de 2020 - 08:16 p. m.

Caminaron 500 kilómetros dando ejemplo de disciplina y cultura. Fueron recibidos con entusiasmo en los lugares que pararon durante su recorrido. Algunos políticos ya desgastados, recurriendo a vericuetos legales, pretendieron frenar ese ímpetu de cultura ancestral indomable y digna de imitar, fracasaron y se quedaron solos con sus miedos y egoísmos.

La minga indígena concluyó su peregrinación el pasado 21 de octubre. / AFP / LUIS ROBAYO
La minga indígena concluyó su peregrinación el pasado 21 de octubre. / AFP / LUIS ROBAYO
Foto: AFP - LUIS ROBAYO

La minga solo pretendía que fueran escuchadas sus peticiones: la vida, sus territorios y la paz. Regresaron a sus tierras sin ser escuchados, pero con la satisfacción de haber recibido la solidaridad de todo un pueblo.

Nosotros nos quedamos con su ejemplo de cultura y organización. Nada material o económico solicitaban. Por esto es por lo que denominaron a su movilización como un “acto político”.

Fue lamentable la interpretación errónea que un funcionario de Gobierno le dio a esa expresión. Pero aún más lamentable su sugerencia llena de rencor e ignorancia: “...que, si era un movimiento político, ellos debían formar un partido político.”

Estos mismos funcionarios, luego del triunfo de la minga, pretendieron utilizarla como un éxito del Gobierno.

No es necesario haber leído a Aristóteles para saber que la expresión política, dice relación con opinar sobre las actividades del Estado.

Es posible que algunos gobernantes también desconozcan que la expresión minga, en su origen Quechua, significa reunión de amigos para hacer un trabajo en común. El trabajo y la aspiración de la minga era hacer públicas sus inquietudes y lo lograron.

Desde la llegada de la colonización española a nuestro continente, tuvimos grandes líderes ancestrales que lucharon por defender también sus tierras, su cultura y su tranquilidad.

Muchos siglos después de sus sacrificios, los historiadores nos recordaron a Cuauhtemoc en México, Lautaro en Chile y Tupac Amarú en Perú.

Todos ellos fueron sacrificados y despreciados por los gobernantes del momento. Pero la historia los dignificó y ahora son héroes en sus regiones.

Nuestra minga colombiana quiere hacer pública su lucha por la vida y nos enseñan que, sin paz, no habrá seguridad. Esas aspiraciones las han expresado sin violencia, con organización y respeto. En su larga peregrinación no hubo destrozos ni heridos. No se supo de contagios por coronavirus y durante su presencia en la Plaza de Bolívar, la guardia indígena entregó a la Policía Nacional a algunos presuntos delincuentes infiltrados en el acto. Los lugares en donde se alojaron y la misma Plaza de Bolívar fueron devueltos aseados y ordenados.

Nos parece que esta movilización ha sido un ejemplo para todos los que seguiremos reclamando el derecho a la protesta social. La disciplina no debe ni puede ser impuesta por la fuerza, la represión solo trae rebeldía. Vamos a imitar a los mingueros, cualquiera sea el motivo de una movilización social. La vida es sagrada, la vida se respeta.

*Director del Consultorio Jurídico - Fundación Universitaria San Martín

Por Patricio Martínez Ferrada*

 

humberto jaramillo(12832)02 de noviembre de 2020 - 02:48 p. m.
¿Ustedes no se han puesto a pensar por qué los chilenos, no solo lograron que el presidente los escuchara sino que lograron que se cambiara la constitución pinochetista?
  • humberto jaramillo(12832)02 de noviembre de 2020 - 02:49 p. m.
    pareciera que la decencia frente al poder en Colombia, no funciona
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