Las divisiones de una relación entre sombras: elecciones del 19 de abril de 1970

Aquel día estuvo a punto de volverse un nuevo Bogotazo. Después los ánimos se apagaron, la ANAPO se fue diluyendo, pero ese descontento fue el pretexto del M-19 para alzarse en armas.

Juan Sebastián Lombo / @JuanLombo
20 de abril de 2020 - 02:00 a. m.
Tras el fraude, el M-19 inició su lucha armada, con acciones como la toma de la embajada dominicana.  / Archivo El Espectador
Tras el fraude, el M-19 inició su lucha armada, con acciones como la toma de la embajada dominicana. / Archivo El Espectador

En la semana del 19 al 26 de abril de 1970, en Colombia hubo momentos que hicieron pensar que se iba a formar otro 9 de abril. La convicción de los miembros de la Alianza Nacional Popular (ANAPO) y sus simpatizantes de que el Gobierno le había metido la mano a la elección los sacó a calle, y se les sumó mucha gente dispuesta a reclamar el triunfo. Los colombianos, que se habían acostado con la idea de que Rojas parecía ser el elegido a la Presidencia para el cuatrienio 1970-1974, amanecieron con la noticia de que el ganador era Misael Pastrana. Ese día de efervescencia política, incluso las órdenes de la ANAPO resultaron contradictorias.

El 21 de abril amaneció caldeado y las manifestaciones se hicieron sentir en las ciudades. En Bogotá hubo choques en el sur. Entre rumores de convocatoria a un paro nacional, la masa anapista se dirigió hacia el centro, intentando llegar al Palacio de San Carlos, sede de la Presidencia. La orden a la Fuerza Pública fue clara: dispersar a la muchedumbre a como diera lugar

“Las unidades —con agresividad, utilizando carrotanques de agua y garrotes— desataron una batalla que, de forma milagrosa, no produjo muertos”, recordó tiempo después la Capitana. Juan Gossaín cuenta que ese día estaba frente a la sede de El Tiempo, cuando un policía le dio un bolillazo tan duro que, “no me van a creer, todavía tengo el chichón”. El caos en la calle se volvió incontrolable. El historiador Álvaro Tirado Mejía destaca que, de haber querido, “Rojas hubiera podido liderar una revuelta”. Pero el expresidente nunca dio esa orden. En cambio, pasadas las 8:00 de la noche, se interrumpió la transmisión radial y televisiva para que hablara el presidente Lleras.

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“Son las 8:00 de la noche. A las 9:00 no debe haber gente en las calles y el toque de queda se hará cumplir de manera rigurosa”, dijo el presidente Carlos Lleras Restrepo. Las calles fueron desocupadas, la mayoría de líderes anapistas fueron detenidos y la casa de Rojas, rodeada por el Ejército. Nadie de su familia salió de ese cerco durante 35 días, ni siquiera los hijos de la Capitana para ir al colegio. El toque de queda y los servicios de inteligencia del brigadier Ricardo Charry Solano neutralizaron cualquier cultivo de protesta o resistencia. Después, la masa anapista se apagó y, el lunes siguiente, comenzó la Vuelta a Colombia en bicicleta. Pastrana fue declarado ganador y recibió su credencial como presidente electo.

Desde ese día, la ANAPO, con la votación más alta de su historia, comenzó su descenso político. En las elecciones de 1972, su caudal electoral descendió un millón de votos. María Eugenia Rojas fue candidata presidencial en 1974 junto a dos delfines más: Alfonso López, hijo de López Pumarejo, y Álvaro Gómez, hijo de Laureano Gómez. Una de las explicaciones de la debacle anapista, según Álvaro Tirado Mejía, fue el descontento generalizado entre sus propios votantes. Ya Misael Pastrana había gobernado entre paros y huelgas, y menos de la tercera parte de los votantes que Rojas tuvo en 1970 acompañaron a su hija, María Eugenia, en los comicios del 74.

Entre quienes se encaminaron por otra ruta, que terminó volviéndose vía armada, estaban dos de los 109 congresistas (38 senadores y 71 representantes a la Cámara) electos por la ANAPO en 1970: Israel Santamaría Rendón, de Antioquia, y Carlos Toledo Plata, representante por Santander. Junto a otros dirigentes anapistas o de izquierda, en junio de 1971, durante un congreso popular con más de 100.000 personas, en Villa de Leyva, condicionaron que la ANAPO se definiera como partido revolucionario. Con gente que se agrupaba como “Comuneros” y tenía su revista, o exguerrilleros de las Farc, sindicalistas y estudiantes, surgió el Movimiento 19 de abril (M-19).

En el debate en torno a qué nombre ponerle se impuso la idea del dirigente de izquierda Álvaro Fayad, durante una reunión, en 1973, en Mesitas del Colegio, en casa de un dirigente de la ANAPO: la referencia inequívoca a las elecciones del 19 de abril de 1970. Lo demás es la historia conocida. El robo de la espada del Libertador, Bolívar, el 17 de enero de 1974, antecedida por anuncios publicitarios. Y después la polémica nacional por una frase de la consigna: “¡Con el pueblo, con las armas, con María Eugenia al poder!”. La ANAPO lo rechazó, argumentando que no había autorizado crear ese movimiento y que contradecía sus bases históricas y programáticas.

El cruce de caminos se hizo inevitable. Luego vino la derrota de la Capitana en las urnas, la muerte del expresidente Rojas, en enero de 1975, y la expulsión pública de la ANAPO de Israel Santamaría, Carlos Toledo, Andrés Almarales y otros dirigentes, en octubre. Entre la dispersión de seguidores que nunca dejaron de reprochar la inacción de Rojas en el momento del fraude, los marginados intentaron el camino paralelo de la ANAPO Socialista, que no prosperó. Finalmente, el M-19 desarrolló una historia de acciones, como el robo de armas en el Cantón Norte y la toma de la Embajada de la República Dominicana, que pusieron la guerra en el primer plano noticioso.

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Su pretexto de legitimidad para justificar la lucha armada eran los comicios electorales de 1970. “No me hubiera metido a la guerrilla si no aparece un movimiento para referenciar el robo de esas elecciones”, manifiesta hoy Antonio Navarro Wolf, quien fue miembro y jefe activo del M-19, y quien después de firmar la paz, en 1990, desarrolló una dilatada carrera de dirigente político y público como congresista, gobernador y alcalde. “Yo no voté por Rojas, pero si no había oportunidad de cambiar el país a través de las urnas, como sucedió ese 19 de abril, estábamos seguros de que teníamos que tomar las armas”.

La ANAPO continuó en el ajedrez político tradicional y, en las elecciones de 1982, apoyó a Belisario Betancur. María Eugenia Rojas fue concejal de Bogotá durante 16 años, funcionaria en la era Betancur y, en 1988, aspirante a la primera elección popular de alcaldes, que en la capital ganó Andrés Pastrana, hijo del expresidente Misael Pastrana, el vencedor oficial de las elecciones de abril de 1970. Y en este círculo de vaivenes y retornos políticos, con la razón social de la ANAPO, que nunca perdió su legitimidad, después de la firma de la paz y la constituyente de 1991, el nieto del expresidente Rojas, Samuel Moreno Rojas, terminó siendo senador por la Alianza Democrática M-19.

Luego se sumó a la política su hermano Iván Moreno Rojas, concejal de la ANAPO, representante a la Cámara, ministro del gobierno Samper y alcalde de Bucaramanga, mientras Samuel Moreno sostenía su curul como senador de la República. En 2003, la ANAPO entró a hacer parte del Polo Democrático Independiente y, desde esta plataforma de partidos de oposición al gobierno de Uribe y su seguridad democrática, Iván Moreno fue electo senador en 2006 y su hermano Samuel Moreno, alcalde de Bogotá en 2007. Pocos años después, ambos fueron protagonistas del escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá, que los llevó a prisión.

Hace 25 años, cuando los recuerdos del 19 de abril de 1970 volvieron a ventilarse y María Eugenia Rojas formalizaba la transición política de sus hijos, le pidió a personalidades del país conformar un “tribunal de la verdad” que le diera un veredicto a la historia. Pero en ese momento ya el escándalo del proceso 8.000 acaparaba las noticias y, en la búsqueda de argumentos para atenuar su impacto, no faltó quien salió a recordarle al denunciante Andrés Pastrana que las elecciones de abril de 1970 no fueron un modelo a seguir. Gajes de la política porque finalmente Pastrana también gobernó en 1998 y, entre sus aliados, estuvieron algunos de los que se levantaron en armas por el presunto fraude de abril.

Por Juan Sebastián Lombo / @JuanLombo

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