Las grietas del Centro Democrático

En la oposición eran el partido de Uribe, disciplinado y unido en torno a él. Hoy son el partido de gobierno y muchos empiezan a tomar distancia de Duque y sus desaciertos.

Fabián Alejandro Acuña* y Julián Bonilla Montenegro**
28 de febrero de 2020 - 01:00 p. m.
La gestión del presidente Iván Duque ha sido un elemento fundamental para dividir las opiniones en el interior del uribismo.
 / Óscar Pérez - El Espectador
La gestión del presidente Iván Duque ha sido un elemento fundamental para dividir las opiniones en el interior del uribismo. / Óscar Pérez - El Espectador

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El partido de Uribe

El uribismo pasa por un momento de turbulencia. Últimamente se han revelado fracturas internas que no se veían cuando estaban bajo el firme liderazgo del expresidente Uribe. Ahora, como partido de gobierno y con cada vez menos protagonismo del exmandatario, figuras del partido de derecha Centro Democrático (CD) están manifestando su descontento con el gobierno de Duque. De hecho, algunos medios afirman que el partido se dividiría en dos y que los miembros más radicales formarían un partido aparte, que se llamaría “VOX Colombia”.

El CD fue creado para agrupar a todos los sectores afines a Álvaro Uribe. Su estrategia se basaba en el supuesto de un líder único, y la estructura del partido gravitaba alrededor de su figura y su capital político. En un principio se pensó incluso en llamarlo “Uribe Centro Democrático”, pero el Consejo de Estado lo impidió. También se contempló la posibilidad de que la última figura en la toma de decisiones del partido fuera el mismo Uribe.

El partido surgió como oposición directa al gobierno de Santos y encontró en el proceso de paz con las Farc su principal blanco de oposición. El partido ha tenido grandes triunfos electorales en el plano nacional, sobre todo en el Congreso y en el plebiscito del 2016. No obstante, en el nivel subnacional, aunque ha ganado terreno, no ha logrado conquistar los cargos importantes que se ha propuesto.

Entre la cohesión y la división

Mientras estuvieron en la oposición, los miembros del CD mostraron una férrea disciplina, sus pronunciamientos seguían las directrices de Uribe y respaldaban sus posiciones. Pero una vez llegaron al poder en las presidenciales de 2018, empezaron a sentirse las tensiones entre diferentes sectores del partido, y algunos empezaron a tomar distancia frente al gobierno de Iván Duque.

En la conformación inicial del gabinete ministerial y demás cargos de primer nivel, el presidente insistió en escoger perfiles técnicos antes que políticos. Esto produjo antipatías entre los partidos que se habían alineado a su candidatura en segunda vuelta, pues se sintieron marginados del reparto burocrático. Al parecer, también una parte de su propio partido estuvo en desacuerdo con el nombramiento de algunos funcionarios cercanos al uribismo.

Críticas desde adentro

También desde muy temprano sus copartidarios le pedían al presidente posiciones más radicales. Uno de sus principales contradictores ha sido el exministro Fernando Londoño, quien recriminó al mandatario por no esforzarse para evitar la extradición del exministro Andrés Felipe Arias.

Otra crítica de Londoño al presidente se produjo en el momento pico del Paro Nacional. Cuando Duque expresó su intención de abrir la puerta al diálogo con los líderes de las manifestaciones, el exministro sugirió que había sido elegido para gobernar y tomar decisiones y no para dialogar. Además, afirmó: “si Duque escuchara más a Uribe, el país no estaría en crisis”. Y cómo olvidar cuando Uribve llamó a Duque a corregir el rumbo, cuando el primer proyecto de financiamiento propuesto por el ministro Carrasquilla pretendía gravar fuertemente la canasta familiar con IVA.

Baja popularidad y coaliciones de emergencia

Ante estas y otras decisiones controvertidas del gobierno, la popularidad del primer mandatario empezó a bajar. Esto ha coincidido con algo que se creía poco probable, y es el declive de la popularidad del jefe del uribismo. Por eso, para sacar adelante sus principales proyectos, el gobierno deberá consolidar una nueva coalición oficialista, pues su debilidad se estaba viendo reflejada en bloqueos legislativos. Algunos analistas de Razón Pública han manifestado que se agotó la estrategia de gobernar a espaldas de los apoyos políticos, y que el último cambio ministerial responde a la necesidad de revitalizar su coalición acudiendo a “la mermelada” que tanto criticó.

Por ejemplo, para sacar adelante proyectos como la Ley de financiamiento en medio de un ambiente marcado por las protestas de fin de año, Duque contó con la ayuda de Cambio Radical y su líder Germán Vargas. Pero, si bien logró sumar otros sectores políticos a su coalición, no logró subsanar las tensiones dentro de su propia colectividad.

¿Proyectándose a 2022?

Aunque parece prematuro, las grietas partidistas pueden observarse ya en la intención manifiesta de varios políticos dentro del CD de ser candidatos presidenciales en 2022. Aunque aún no se ha hecho explícito, existe la pretensión de enderezar el camino que ha desviado Duque y recuperar los supuestos postulados de la “causa uribista”.

De modo que las fracturas en el Centro Democrático se profundizan ante la baja popularidad del presidente Duque; los pobres resultados de su gobierno; sus consecuencias en las elecciones regionales; el declive en la imagen de Uribe y los rumores de que el expresidente no volvería a presentarse a elecciones en 2022.

Esto es aún más notorio en los aspirantes tempranos a la candidatura presidencial del uribismo, pues no quieren que su aspiración se vea afectada por la baja aceptación del gobierno, por lo cual están tomando distancia.

Por otro lado, si se confirma que Uribe no se presentará a las elecciones: ¿podrá el partido movilizar los votos suficientes para mantenerse entre las primeras fuerzas políticas y tener una candidatura presidencial exitosa en 2022?; ¿algún político uribista logrará congregar suficientes apoyos para ser visible y continuar —o enderezar— el legado del expresidente?; ¿podrá alguien sobresalir dentro del partido y conseguir el apoyo de Uribe sin fracturar aún más a la colectividad? Son preguntas prematuras, pero los aspirantes parecen madrugar a la contienda de 2022.

*Investigador del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina IIJ-UNAM, y analista de Razón Pública. @acuna_fabian

** Docente investigador, Universidad Libre de Colombia, y analista de Razón Pública. @JBonillaMonte

Esta publicación es posible gracias a una alianza entre El Espectador y Razón Pública. Lea el artículo original aquí. 

Por Fabián Alejandro Acuña* y Julián Bonilla Montenegro**

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