Los políticos que madrugaron a ser "presidenciables"

Los senadores Jorge Robledo y Paola Holguín, y Sergio Fajardo son algunas figuras que de manera bastante anticipada anunciaron su intención de participar en la carrera presidencial de 2022. ¿Por qué? Razón Pública analiza los factores

Yann Basset*
08 de febrero de 2020 - 08:56 p. m.
De izquierda a derecha: Sergio Fajardo, Jorge Robledo y Paola Holguín, todos de orillas políticas distintas, aspiran a ser candidatos presidenciales. / De izquierda a derecha: Óscar Pérez y archivo El Espectador
De izquierda a derecha: Sergio Fajardo, Jorge Robledo y Paola Holguín, todos de orillas políticas distintas, aspiran a ser candidatos presidenciales. / De izquierda a derecha: Óscar Pérez y archivo El Espectador

Una primera explicación tiene que ver con la impopularidad del gobierno y el clima social adverso que se manifestó con el paro nacional. Este contexto alienta las ambiciones entre los líderes de la oposición, que sienten que la balanza por fin se inclina hacia ellos. 

El ciclo electoral 2018-19 ha mostrado que cada vez más electores se inclinan hacia fuerzas de izquierda y hacia alternativas anteriormente marginales. El Congreso elegido en 2018 sumó una cantidad inusual de curules para estas tendencias, que se declararon en oposición al gobierno de Iván Duque. La elección presidencial vio por primera vez la llegada de la izquierda en una segunda vuelta de la mano de Gustavo Petro. Y las elecciones locales mostraron un anhelo de cambio que se tradujo también en varias victorias para estas fuerzas.

(Lea: En busca de gobernabilidad: las implicaciones del revolcón ministerial)

Estos resultados mostraron también un declive del clientelismo como medio para movilizar el voto, lo que constituía tradicionalmente la principal arma de contención de las fuerzas tradicionales frente a los alternativos. La derrota de Vargas Lleras a la presidencia, de varios caciques regionales en las legislativas y de muchos clanes antiguos en las ciudades capitales en las locales, muestran que ya no son un elemento necesario ni suficiente para ganar. Estos antecedentes parecen abrir una nueva ventana de oportunidad para la oposición, sobre todo teniendo en cuenta que el uribismo, que estuvo en el centro de la vida política desde hace casi dos décadas, parece andar cuesta abajo.

Los riesgos de dispersión

Pero lo que parece una situación favorable para la oposición bien puede resultar en un obstáculo difícil de enfrentar. Despierta tantas ambiciones que puede favorecer la división. Desde este punto de vista, la abundancia de candidaturas tempranas es señal tanto de las grandes expectativas de los alternativos como de su incapacidad crónica a unirse.

(Lea también: ¿Cometieron faltas disciplinarias los funcionarios del Gobierno que estaban en la “bodeguita” uribista?)

Gustavo Petro y Sergio Fajardo parecen dispuestos a reeditar la pelea que protagonizaron en la presidencial. La candidatura del primero, el contendor de Duque en la segunda vuelta, es tan obvia que ni siquiera necesitó de anuncio formal y, de cierto modo, arrancó la misma noche de la derrota. A través de sus redes sociales, Petro no ha dejado nunca la campaña y ha enfocado toda su estrategia en 2022, con el riesgo de adoptar posiciones difíciles de defender de cara a su electorado en las elecciones locales de 2019, promoviendo o torpedeando candidaturas y alianzas en función de sus propias aspiraciones.

Como reacción a estas maniobras, Fajardo anunció su intención de ser también candidato durante una entrevista en octubre pasado, en plena campaña local. Pero su intención no le había impedido jugar su propio juego en esas elecciones, al lanzar candidatos afines sin importar si eso significaba darles la espalda a sus antiguos aliados de la coalición Colombia.

(Le puede interesar: “La polarización no deja prosperar ninguna iniciativa común”: Iglesia católica)

En estas maniobras, ninguno logró los resultados esperados. Petro no pudo evitar la elección de Claudia López en Bogotá, que percibe como ficha de Fajardo para 2022, y los alfiles de Fajardo en Cali y Medellín no tuvieron los resultados esperados. Quizás esto llevó a otro peso pesado del sector, el senador Jorge Enrique Robledo, a lanzar su propia candidatura la semana pasada, con la intención de canalizar la movilización que se expresa en el paro nacional.

Los delfines dentro del oficialismo

Estas maniobras pueden parecer normales por el lado de la oposición, pero es curioso que se ven también en el oficialismo. Esto es un problema aún más delicado para el gobierno, porque es un claro indicador de la falta de liderazgo del presidente. De cierto modo, este destape temprano denota la voluntad de ocupar rápidamente un espacio que se percibe como vacío.

Así, Carlos Holmes Trujillo no hizo misterio de sus ambiciones desde hace un año, una movida poco decorosa cuando era todavía Canciller. Su principal rival para la sucesión en el seno del gobierno era el exembajador en Washington Francisco Santos, y se especula que su reciente salida podría desembocar también en un anuncio rápido de candidatura. La solidaridad tampoco fue un obstáculo para que varios congresistas del Centro Democrático declararan sus aspiraciones, como fueron los casos de Paloma Valencia y de Paola Holguín. Todo indica que la lista no termina todavía.

(Jorge Robledo se lanzará a la Presidencia en 2022)

La dispersión del uribismo se encuentra asimismo reforzada por el precedente de Duque. En 2018, llegó a la casa de Nariño de la mano de Álvaro Uribe cuando pocos meses antes era casi un desconocido. De cierto modo, esto alimenta las ambiciones de numerosos dirigentes uribistas que sienten que ellos también pueden hacerlo.

Las consecuencias para el Gobierno

Semejante explosión de candidaturas cuando el gobierno Duque no completa la mitad de su periodo es muy problemática. Tradicionalmente se dice que durante el primer año el gobierno tiene la iniciativa en el Congreso y durante el segundo la comparte con los congresistas, que dominan el tercero. Durante el cuarto año ya nadie logra controlar la agenda porque todo el mundo anda en campaña.

Así las cosas, la campaña prematura que estamos viendo podría resultar en un anticipo del “cuarto año” que acabaría de paralizar un gobierno ya poco eficaz en su relación con el Congreso. Dado que el primer año legislativo de Duque fue desperdiciado por la resistencia a armar una coalición eficaz, el gobierno tendrá que poner el acelerador este mismo año para lo que realmente quiere sacar adelante.

(Sergio Fajardo: “Trabajaré para llegar a la Presidencia en 2022”)

En cuanto a saber si las candidaturas tempranas serán eficaces para los que se lanzaron, es muy prematuro arriesgarse a una conclusión. Falta mucho para 2022, y declararse desde ya tiene lógica para tratar de ocupar el terreno en una carrera tan abierta, pero tiene también su revés: no es nada fácil mantener la vigencia y el interés durante tanto tiempo.

* Director del Grupo de Estudios de la Democracia (DEMOS UR) de la Universidad del Rosario y analista de Razón Pública. 

Por Yann Basset*

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar