Nariño, el fortín que podría volver a manos de la política tradicional

El departamento lleva 20 años administrado por mandatarios del ala alternativa, pero esta vez sus candidatos no son opción real de poder. Los votos se los disputan la U y el conservatismo, en un panorama electoral con ríos de plata, violencia y coca.

-Redacción Política (politicaelespectador@gmail.com)
24 de octubre de 2019 - 06:00 a. m.
El poder en Tumaco, puerto nariñense, está entre dos casas políticas con engranajes vigentes y aceitados. / Óscar Pérez
El poder en Tumaco, puerto nariñense, está entre dos casas políticas con engranajes vigentes y aceitados. / Óscar Pérez

Por sus particularidades políticas y el fortín económico que representa, Nariño es una obsesión y un tesoro para los seis candidatos a la Gobernación que se enfrentarán en las urnas este domingo. Desde hace 20 años es administrado por sectores del ala alternativa, siendo una rareza electoral en un país en el que todavía pesa el poder y recorrido de los partidos tradicionales. Sin embargo, eso podría cambiar en estos comicios, en los que, de hecho, está en juego que fuerzas como el conservatismo, la U y Cambio Radical retomen ese poder. Quien quede como gobernador tendrá a disposición los cerca de $2,4 billones que le entrarán al departamento en 2020 por cuenta de las regalías.

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Según una reciente encuesta, la Gobernación está entre Damir Bravo y John Alexánder Rojas. El primero es el candidato del Partido Conservador, la Alianza Social Independiente (ASI) y el Centro Democrático. Bravo tiene el respaldo de cuatro parlamentarios conservadores, entre ellos Myriam Paredes y Eduardo Enríquez Maya. Además, representa el factor novedad: es un médico que está incursionando en la política y, por ende, no se le achacan escándalos. Pese a que el uribismo es minoría en esa región, es el único candidato abiertamente de derecha y es relacionado como el “candidato de Uribe”, según una de las fuentes consultadas. Sin embargo, como el resto, no acepta ni el uso del glifosato para la erradicación de cultivos ilícitos ni el fracking en su departamento.

Rojas, por su parte, se muestra como independiente, pero tiene apoyos tradicionales: lo acompañan algunos uribistas, Aico, Colombia Renaciente, Cambio Radical y el Partido de la U —los dos últimos tienen uno y dos congresistas respectivamente, que le jalonan votos—. Hace cuatro años aspiró al cargo y quedó en segundo, después de Camilo Romero, actual gobernador. Fue además gerente de la campaña presidencial de Germán Vargas en Nariño en 2018. Y muchos le cuestionan los supuestos ríos de plata que impulsan su campaña: “Rojas está en el ranquin de las 10 campañas más costosas a nivel nacional. Según el portal Página 10, que muestra los datos de Cuentas Claras, está de octavo”, manifestó una persona conocedora de la política local.

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Efectivamente, la campaña de Rojas es la más cara de los seis candidatos, según la Misión de Observación Electoral (MOE). El tope de gastos e ingresos de las campañas en Nariño es de $2.118’763.731, y la de Rojas registra $1.910’000.000 de ingresos y $1.412’506.500 de gastos, según las cifras de Angélica Contreras, investigadora de Asuntos Públicos y Transparencia de la MOE. “La mitad de los votos de las urnas van para Bravo y la otra para Rojas. Además, estoy seguro de que tanto dinero viene de contratistas. Él fue gerente de la caja de compensación Comfamiliar y eso está quebrado. Eso ha sido la manipulación de la plata pública”, expresó un dirigente curtido en Nariño. Mientras otro afirmó que “la gente dice que si no pudo administrar Comfamiliar, ¿cómo podrá administrar un departamento?”.

Ahora, una tercera opción es Luis Eladio Pérez, un hombre que estuvo siete años secuestrado por las Farc y ahora que vuelve al ruedo político tiene el apoyo del partido que nació tras su desmovilización con el Acuerdo de Paz. Aunque es la ficha del liberalismo, logró que Gustavo Petro y Sergio Fajardo acompañen su candidatura, algo que algunos, en tono jocoso, dicen que es “un milagro”. Es el que representa a los alternativos, pero “le cuestionan que represente a un partido tradicional como el Liberal y, a la vez, Antonio Navarro y Raúl Delgado, ambos exgobernadores, le entregaron el sello verde”, dijo una fuente. Sin embargo, según un político a nivel nacional, no es una opción fuerte.

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“¿Por qué si a los alternativos les ha ido bien, esta vez están de terceros? Porque no hay figuras políticas. De alguna manera no apareció oportunamente alguien que le dé continuidad al buen gobierno, entonces las esperanzas están puestas en Luis Eladio. A Navarro y a Delgado les pidieron que se postularan, pero no lo hicieron por razones familiares. Y Romero no está con nadie”, agregó.

Las irregularidades en el camino hacia la alcaldía de Pasto

El escenario para los alternativos se repite en la carrera para llegar a la alcaldía de Pasto. Socorro Basante (candidata por coalición de la Colombia Humana-UP, Polo y Alianza Verde) va de tercera en la más reciente encuesta, con apenas un 7,7 % de intención de voto. Y según un político de los verdes, “en la alcaldía tampoco jalonamos con una figura grande”. 

En efecto, Basante salió elegida luego de una encuesta interna de la coalición. Fue concejala hasta 2018 y antes de ello fue subsecretaria de tránsito, subsecretaria de de gestión pública en la gobernación de Raúl Delgado y secretaria de gobierno de la alcaldía de pasto. “No es suficiente con ser concejala en ese caso, porque sus contendores le tienen ventaja. Además, cuando fue subsecretaria de tránsito tuvo problemas con el sector de los mototaxistas, un gremio fuerte en Pasto. Eso le genera dificultades”, dijo el político verde. 

Ahora, es la única aspirante mujer y según una activista local, es una opción para los grupos de mujeres  víctimas del conflicto armado. “Fue la única concejala en el último periodo y es la que más recorrido tiene en cargos públicos de todos los candidatos. Y, también la identifican como la candidata del alcalde de Pasto, Pedro Vicente Obando. “Pero son rumores. Ella y Obando han sido muy cercanos a lo largo de los años, pero funcionarios de la administración no le están haciendo campaña y por ahora no se ha dicho nada de presiones a empleados”, mencionó la activista que pidió no ser citada. 

Mientras, otra persona aseguró que si Obando le diese su apoyo a Basante “le restaría votos”. “A él le ha ido mal en la alcaldía en términos de resultados. Es un hombre muy honrado, pero no ha mostrado inversiones en la ciudad, se ha mantenido sin grandes construcciones”, afirmó. 

En ese sentido, la alcaldía de Pasto es una pelea reñida entre Nicolás Toro y Vicente Germán Chamorro de la Rosa. Toro es el candidato del Partido de Reivindicación Étnica (PRE), pero quien cuenta con apoyos de Mauricio Enríquez Rosero y Teresa Enríquez, excongresista y representante a la Cámara, dos figuras del Partido de la U, respectivamente. Es conocido por llevar más de una década como concejal y según una fuente los sectores populares lo acompañarán en las urnas. 

Según el seguimiento financiero de la MOE, a su campaña han ingresado 45’300.000 millones y ha gastado cero pesos, unas cuentas que no cuadran con unos supuestos caminos cuestionables para llamar votos, según arguyó una fuente. “Le critican que regale motos, bultos de papas, licuadoras. Toro dice que son donaciones que le hacen a su campaña y que los entrega en bingos”, expresó. Esa misma declaración la dio otro político pastuso. 

“Toro está haciendo las cosas mal. Pero Chamorro tiene más apoyos de las fuerzas políticas”, agregó. Se refiere a Vicente Germán Chamorro de la Rosa, su principal competencia y quien intentó llegar a la gobernación en pasadas elecciones. Es candidato de Cambio Radical y la ficha de los conservadores. Lo respaldan los congresistas Berner Zambrano, de la U, y los azules Myriam Paredes y Eduardo Enríquez Maya, más sus listas a concejo y asamblea. Lo acompañan, también, la fuerza indígena de AICO (que en Nariño tiene pulso) y de la ASI.

“Se le cuestiona a Chamorro que presuntamente dineros de la salud estén siendo desviados a su campaña”, expresó una voz. Mientras, un político conservador no afirmó pero tampoco desmintió ese nexo. “Ensanar es una EPS grande que no debería tener candidatos, porque los dineros son del estado. Ellos tienen candidato a Andrés Meneses concejo y a la asamblea va con Julio Vallejo. Pero que Chamorro sea su candidato no me consta”, le dijo a este diario. 

Tumaco, un pulso aparte

Un capítulo aparte en las elecciones en Nariño es Tumaco, la capital del posconflicto, como fue bautizada tras la desmovilización de las Farc en 2016, que tiene su propia lógica política. Aquí no es tan fuerte el voto de opinión que se impone en Pasto, ni la izquierda ha logrado construir las estructuras electorales que eligieron a Camilo Romero como gobernador. En Tumaco existen dos casas políticas con engranajes vigentes y aceitados: la del excongresista Neftalí Correa, que desde hace 12 años pone alcaldes y votos en las elecciones parlamentarias y presidenciales; y la estructura de Julio Correa, actual alcalde del puerto y quien ha venido edificando su propia estructura electoral. El tarjetón del segundo puerto colombiano sobre el Pacífico tiene 10 candidatos. Según conocedores de la política local, tres están disputándose realmente el poder. De un lado está el exalcalde Éver Castillo, quien, y según se dice, ha adelantado la campaña más ostentosa y con más publicidad. “Tiene el puerto contaminado de su campaña. Ya está endeudado con muchos intereses. Está comprando votos”, aseguró un importante líder social.

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De otro lado está Emilsen Angulo, quien también fue alcaldesa de Tumaco, pero fue destituida por el Consejo de Estado, ya que se habían inscrito violando el régimen de inhabilidades. Cuenta con el apoyo del barón electoral del puerto, el excongresista Correa, pero algunos creen que su poder ha disminuido. Y, finalmente, quien viene liderando la tercería y la campaña independiente es el padre Arnulfo Mina, un hombre que se ha hecho en la Pastoral Social, donde ejerció por más de 20 años como párroco en el puerto. Mina es un hombre popular, de trabajo con las comunidades y que tiene su base electoral en el área rural de Tumaco. Fue clave en la medicación entre el Gobierno y la comandancia de la columna Daniel Aldana de las Farc, que en principio se apartó de la firma del Acuerdo de Paz y que se desmovilizó de manera independiente. Y aunque en la campaña ha recibido un importante apoyo popular, no cuenta con la experiencia electoral que impulsa las otras dos aspiraciones.

Por -Redacción Política (politicaelespectador@gmail.com)

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