“No hay que demonizar a Petro, pero tampoco a Fajardo”: Carlos Amaya

El exgobernador de Boyacá habla de las diferencias en la Alianza Verde que comienzan a acentuarse con miras a la contienda de 2022. Vaticina que habrá que unirse con Petro en segunda vuelta y augura al menos siete millones de votos.

Javier González Penagos
02 de marzo de 2021 - 02:00 a. m.
El exmandatario boyacense espera llegar al país en julio próximo, tras concluir un posgrado en España.
El exmandatario boyacense espera llegar al país en julio próximo, tras concluir un posgrado en España.
Foto: El Espectador - Óscar Pérez

Aunque estaba cantada desde hace meses, la llegada formal del exgobernador Carlos Amaya al partidor de la Alianza Verde por la Casa de Nariño enrareció el panorama en las huestes de la colectividad y en la denominada Coalición de la Esperanza. ¿La razón? Los sendos reclamos del también exgobernador y precandidato Camilo Romero, quien alegó que hubo un cambio en las reglas de juego para escoger al ungido de los verdes en la disputa con la coalición, pues inicialmente se había apostado por una encuesta interna a mediados de año y ahora, a la espera de que Amaya concluya sus estudios en Europa, se la jugarán por una consulta en marzo de 2022, a meses de la primera vuelta presidencial.

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Romero fue más allá y dijo que detrás hubo una maniobra para tratar de favorecer supuestamente a Sergio Fajardo, a quien un sector del partido no ve con buenos ojos por su negativa a hacer una alianza con Gustavo Petro. En diálogo con este diario, Amaya niega cualquier tipo de táctica para favorecer a Fajardo, dice que “no hay que demonizar” a Petro ni al exgobernador, y hace una invitación a Alejandro Gaviria para unirse al bloque con el que se medirán ante actores como Humberto de la Calle, Ángela María Robledo, Juan Fernando Cristo, Jorge Robledo y Juan Manuel Galán.

Incluso, asegura que en segunda vuelta el elegido de la Coalición de la Esperanza deberá hacer coalición con Petro y compañía, que podrían capitalizar hasta siete millones de votos y que no llega en “paracaídas” a la carrera por la Casa de Nariño. “Debemos tener la grandeza de unirnos por el bien de Colombia”, dice.

Antes que nada, recordemos lo que está haciendo fuera del país y cuándo piensa regresar para encarar en firme la contienda…

Tomé la decisión de aspirar a ser precandidato presidencial de mi partido, el único en el que he militado y en el que estoy hace 13 años, en marzo de 2020. Lo hice después de salir de la Gobernación de Boyacá y luego de tomarme tres meses para descansar. Creo que es hora de que un proceso como el nuestro, que viene de las bases y de un movimiento social estudiantil, pueda participar con unos resultados qué mostrar.

En ese camino, consideré que era muy importante venirme a estudiar fuera del país, entendiendo que alguien que pretenda liderar a Colombia debe tener una visión más amplia y escogí el máster en historia económica. Creo que en estos tiempos, más en pandemia, se necesita tener claro cuál ha sido el papel de América Latina en los momentos de grandes cambios económicos. Soy ingeniero electrónico, tengo una maestría en Gobierno y Políticas Públicas y una especialización en Economía, y consideré muy importante esa posibilidad de formarme en el exterior.

Termino el máster el 28 de junio. Ese día sustento la tesis y espero volver a más tardar la primera semana de julio a Colombia. Mi trabajo final es sobre desigualdad en Colombia, una pandemia peor que el coronavirus.

¿Qué pasó en la Alianza Verde? ¿Sí es cierto que hubo un cambio en las reglas de juego para favorecer a Fajardo?

No es cierto que las reglas hayan cambiado de un día para otro. Se venía dando una discusión normal e interna teniendo en cuenta muchos elementos. No es cierto que yo esperé hasta el final para decir que quería participar. Desde marzo de 2020 lo hice. No es nuevo que quisiera estar en este escenario, solo que no lo había hecho público. Consideraba que en tiempos de pandemia, con tantas dificultades de pobreza, no había empatía en empezar a hablar de elecciones. Sin embargo, ya la discusión electoral arrancó y los tiempos se aceleraron.

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Se había hablado de una encuesta en diciembre, luego en octubre y después en mayo para anunciar un candidato en junio. Se había dicho que yo podía llegar después de que se escogiera el candidato único y podía sumarme en el marco de la Coalición de la Esperanza. No obstante, el senador Jorge Londoño, también precandidato, manifestó su rotunda oposición porque, con toda la razón, no había trato igualitario. Era bastante contradictorio que yo, que siempre he sido verde –porque todos los precandidatos vienen de distintos sectores–, tuviera que salir a representar una cosa diferente al verde.

Más allá de abrirme un espacio a mí, el partido toma esta decisión con una visión estratégica. El objetivo es que el partido se vuelva la plataforma de esa coalición de la centroizquierda y en la práctica será así porque es muy probable que no salga la personería jurídica de Dignidad, de Robledo (ojalá salga), como la del Nuevo Liberalismo, de Galán (ojalá salga, también). Hay muchos candidatos que por la situación de la pandemia no pueden salir a recoger firmas y van a estar en el verde.

El partido debe seguir haciendo lo que ha hecho siempre. En 2010 era un partido pequeño, con una fuerza política que lideraba Jorge Eduardo Londoño, gobernador de Boyacá en su momento y que era el presidente. Se hizo una invitación a que Antanas Mockus, Lucho Garzón y Enrique Peñalosa llegaran al partido y se hizo una consulta. Se trataba de personas que, hasta ese momento, llegaron al verde. Si se hubiera tomado la decisión de cerrarles el paso, probablemente no hubiese existido la ola verde y Mockus no hubiera generado ese importante proceso político que casi gana la Presidencia.

En 2014 también: el verde hace una consulta entre John Sudarsky, senador que venía de Antanas Mockus, Peñalosa, y Camilo Romero, que venía del Polo. Si se hubiera optado por un candidato único para enfrentar al resto, probablemente no se habría permitido el ingreso de un liderazgo tan importante, que hoy representa tanto y que ha sumado muchos respaldos, como el de Camilo Romero.

Es decir, la estrategia es sumar más y más sectores, y no cerrarse solo a los verdes…

Lo que viene haciendo el partido es lo que estratégicamente ha pensado y lo que yo he venido proponiendo: que sea el espacio al que llegue Ángela María Robledo o Alejandro Gaviria, a quien le hago una invitación cordial, pues tiene una gran responsabilidad para generar una alternativa en la centroizquierda y sería el más importante referente. También a Jorge Robledo o Sergio Fajardo, bajo la dinámica de que hay muchos en el verde que han sido de Compromiso Ciudadano.

Si el verde asume la tarea de escoger un candidato porque tiene que enfrentar a todo el resto, me parece que bastante antidemocrático con sectores que están al interior de la colectividad y tienen afinidad con Alejandro Gaviria o Ángela María Robledo.

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Si el objetivo es que la consulta sea la más votada en las elecciones de marzo y escoja un candidato con mucha fuerza, que pueda pasar a segunda vuelta, la estrategia es ir a consulta en marzo. Si el objetivo es que haya un candidato verde, verde (que me parece un poco discriminatorio), para enfrentar al resto no sé si sea adecuado. Hay que ser la plataforma y que la coalición sea la más votada sin importar, ni calcular quién gane.

Si entran todos estos líderes cualquiera puede ganar. No es tan cierto que ya esté escriturada la candidatura y que uno solo la puede ganar. Esta coalición lo que debe es sumar y no dividir, ni descalificarnos antes de tiempo. Una encuesta descalifica y saca del camino a actores que pueden sumar.

Pero, más allá de divisiones o descalificaciones, ¿no cree también que la discusión también es de tiempos? No son cualquier jugador: son la Alianza Verde, que sería la sombrilla de la coalición, ¿y sin candidato a dos meses de elecciones?

Precisamente lo más importante es que esto se haga lo más democrático posible y, sin duda, lo más democrático será una consulta, en la que sean los ciudadanos los que decidan, no una encuesta. La máxima expresión de la democracia es el momento en que el ciudadano, de manera igualitaria, va y decide. No un escenario en el que se le pregunta a 2.000 personas.

Lo que el verde debe pensar hoy es en crecer y poder invitar nuevos liderazgos, como lo hizo con Mockus, que no era verde, o Camilo Romero, que era del Polo. Hoy el tiempo es para un actor como Alejandro Gaviria o Ángela María Robledo. Si se define eso, la consulta tendrá mucha potencia en marzo, en la medida en que estos actores sumen y crezcan, pues la consulta será la más votada. He dicho una cifra, que tal vez algunos dicen que es exagerada, pero si sumamos todos los expuestos podemos llegar a siete millones de votos.

¿Ya está rotundamente definido que será una consulta hasta marzo o podrían anticipar ese proceso?

Mi opinión es que lo mejor es ir hasta marzo. Es la misma opinión de cinco precandidatos de seis. Pero, por supuesto, todo es susceptible de analizar. En política las cosas cambian y todos los días hay contextos diferentes. Es normal que se revise una decisión de estas. Por eso digo que es incorrecto decir que las reglas las cambiaron de un día para otro. Las reglas están en permanente evolución y se van consolidando en la medida en que vayan pasando los acontecimientos.

¿Qué responderle al exgobernador Camilo Romero que reclamó que “dilatar la escogencia del candidato único verde” beneficia al exgobernador Fajardo?

No es cierto. Es desafortunado que Camilo haga ese comentario. Me parece injusto con el partido, con las motivaciones con las que se están dando estas discusiones y creo que señalar, y macartizar, actores como Fajardo es equivocado. No hay que demonizar a Petro, pero tampoco a Fajardo. Se trata de juntarnos, sumarnos y unir. Este tipo de cosas no le hacen bien a la unidad.

Uno no puede hacer como Petro: ir diciendo que el verde es todo lo peor que hay, que nuestros gobiernos son terribles y que somos de derecha o uribistas, y después pretender uniones. No se puede satanizar a Fajardo, ni decir que viene a robarse el aval, cuando él también tiene un proceso importante y hay muchos actores que son cercanos a Fajardo. Yo no hago parte de ellos, pero creo que lo mínimo en democracia es respetar su movimiento y a aquellos del verde que vienen de estar con él.

Aquí no gana el que señale con el dedo a alguien. Aquí no es el que diga Uribe, ni el mecías Petro. Aquí va a ganar por el que voten los ciudadanos. Esa es la democracia y no hay ventajas para nadie. Vamos a tener las mismas garantías para competir de manera fraterna en marzo.

¿A qué atribuye un comentario de ese calibre viniendo de alguien de la casa como Romero?

No sé. A Camilo le tengo mucho cariño y preferiría no especular. Lo único que digo con profundo respeto es que está equivocado y no es cierto lo que se dice. No podemos atacar candidatos. Estoy en contra de los que atacan a Petro desde los verdes, porque estoy seguro de que tendremos que unirnos en segunda vuelta. Pero también estoy en contra de los que atacan Fajardo.

Si uno quiere promover la unidad tiene que manifestar las diferencias normales en democracia de manera tranquila y sin generar odios. Lo que generan esos comentarios son barras bravas y heridas que podrían impedir que después se pueda generar la unidad que necesitamos. Debemos tener la grandeza de unirnos por el bien de Colombia. Es hora de pasar la página del uribismo y es tiempo de un nuevo gobierno que sane a la nación.

¿Todas estas discusiones no podrían zanjarse si Fajardo entra de lleno a los verdes?

Claro que sí y es lo que he venido proponiendo, pero muchos se han opuesto. Se dio una discusión en el partido de por qué no entra él definitivamente y hay muchos que se oponen. Eso es lo incorrecto. Los que argumentan que Fajardo no puede entrar a competir no han revisado la historia del partido y de cómo hemos crecido.

Decir que Fajardo no puede competir sería tener un doble racero con lo que pasó en 2010, cuando entró Mockus, Peñalosa y Lucho, o en 2014 cuando entró Camilo y Luis Carlos Avellaneda. Lo que tiene que pasar es que el verde no solo le dé la entrada a Fajardo, sino a Ángela María Robledo, Jorge Robledo, Juan Fernando Cristo y Humberto de la Calle. Que invite también a Juan Manuel Galán y públicamente a Alejandro Gaviria. Si todos entran al partido, fortalecen las listas a Cámara y Senado, habrá sido zanjada la discusión, porque cualquiera podrá ganar.

Hay que decir también que los que pretenden que en marzo se arreglen todos los problemas y se hagan todas las consultas, están anticipando una primera vuelta. El sistema electoral lo que pretende con dos vueltas es que en la primera se vote por el que más afinidad haya y en la segunda se reagrupen las fuerzas.

Hace meses usted decía que no se podía construir coalición con alguien como Petro, “que se ha dedicado a atacar de manera injuriosa a quien más nos representa: Claudia López”. ¿Qué cambió para querer ahora una alianza formal?

Nadie tiene que vetar a Petro. Nosotros representaremos una alternativa diferente en primera vuelta y eso es democrático también. Alrededor hay ideas comunes y representamos una posibilidad democrática diferente a la de Petro. Iremos a primera vuelta y con el que pase nos sentaremos. Probablemente estemos juntos para la segunda vuelta y para el triunfo del cambio.

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He dicho que no podemos agredirnos entre las coaliciones que representamos el cambio para Colombia. Entre el Pacto Histórico de Petro y la Coalición de la Esperanza debe haber una competencia fraterna, sin agresiones, ni ataques. Pero también es cierto que hay una discusión equivocada: dicen que a Petro lo vetan desde el verde y no es preciso.

Él es el que se ha encargado de decir que el verde tiene gobiernos que toman malas decisiones, que el centro no existe, que es asexuado. Cuando se ataca tanto a un partido y después se dice ‘venga nos unimos’, no es coherente. Quien está generando esa diferencia programática es Petro. Por eso en primera vuelta debemos irnos en proyectos diferentes y será la ciudadanía la que defina quién pasa a segunda vuelta. No creo que sea correcto forzar hoy una unión que sería anticipar una segunda vuelta.

¿Esperar a unirse hasta segunda vuelta no es un riesgo de que se repitan las rencillas y divisiones irreconciliables de 2018?

Ahí radica el problema. Si seguimos agrediéndonos entre sectores alternativos cuando se llegue a segunda vuelta existirán complicaciones para que podamos estar juntos. Tengo decidido que si nuestra coalición no pasa a segunda vuelta (aunque estoy seguro de que allí estaremos) y sí Petro, votaremos por él o al menos lo que yo represente. Estoy seguro de que así está toda la coalición, pero si se siguen generando agresiones, forzando esa unidad en primera vuelta, lo que va a terminar pasando es que se van a complicar no solo las cosas para primera vuelta, sino para la segunda. Hay que dejar que las cosas fluyan.

Dice que toda la coalición apoyaría a Petro en segunda vuelta, ¿Fajardo, que se ha mostrado tan reticente, también?

Yo le dije a Fajardo que es equivocado decir que con Petro nada. Pero de Petro también debe dejar de usarse esa doble moral de que ‘el verde es lo peor, Fajardo es un corrupto y allá todos son malos, pero venga nos unimos’. Es incoherente. Hay diferencias y hay otra manera de tramitarlas.

¿Qué ventaja tiene nuestra coalición? Que se está construyendo algo no alrededor de una persona, sino de un programa y unas propuestas, así como múltiples visiones. Así las cosas, la postura que adoptemos no será la de una persona, sino la de la coalición. Estamos convencidos de que pasaremos a segunda vuelta, pero en un escenario que no, sé que mayoritariamente la coalición estará con Petro y su Pacto Histórico.

Lo que no ha entendido Petro, Fajardo o el mismo Camilo es que a quien hay que derrotar es al uribismo. Entre nosotros deberíamos asumir una posición diferente.

Me comenta que habló con Fajardo de esa alternativa, ¿qué le dijo?

Lo veo en muy buena tónica. Él es muy prudente, pero lo veo en buena tónica. Si las agresiones se omiten, nos dedicamos a hablar de propuestas e impulsar un programa, seguro no habrá problema. Fajardo es prudente y no me respondió nada, pero lo veo en buena actitud y entendiendo que es tiempo de pasar la página del uribismo.

¿Qué hacer con el Partido Comunes, otrora Farc? Todos salen a defender el Acuerdo de Paz, pero cuando de vincularlos a una coalición como actor político parecen hacerle el feo... ¿Sí tiene cabida en una alianza de centroizquierda?

Los que defendemos el Acuerdo y creemos que ese es un hecho determinante, debemos entender que los que dejaron las armas y juegan en democracia deben tener todas las garantías y ser parte de los sectores alternativos que quieren el cambio. La mejor manera de rechazar a Santrich e Iván Márquez es haciendo que Comunes tenga todas las garantías.

Entiendo que ellos se sienten más cercanos al Pacto Histórico, pero en la segunda vuelta, cuando tenemos que estar todos juntos, sin duda deben hacer parte de esa alianza. No estoy de acuerdo en decir que debemos estar lejos de Comunes. Son un proyecto político y deben jugar en democracia.

En época electoral afloran las críticas y se acentúan los señalamientos. ¿Cree que ser un candidato joven, de apenas 36 años, puede jugar en su contra?

Cuando me lancé a la Cámara con 25 años decían que era demasiado joven, muy peladito y que no estaba preparado. Al final, aparecí como uno de los mejores congresistas y fui destacado como el mejor de Boyacá, la respuesta de la gente fue ‘nos equivocamos, no era muy joven y lo hizo bien’. A la Gobernación, con 30 años, me dijeron que también era demasiado joven y los resultados hablan por sí solos: terminé como el mejor gobernador en Colombia. Al contrario de lo que muchos creen, la juventud no es un defecto, sino una virtud. La juventud garantiza mucha energía para trabajar y una manera diferente de ver la política.

Cuando a mi papá le preguntaron en la radio que si yo estaba muy jovencito él respondió, siendo muy creyente, que José a los 30 años administró el imperio de Egipto, y David, con 30 años, empezó a gobernar Israel. La discusión no debe girar en torno a la edad, sino a los resultados que se tengan y la experiencia que haya.

¿Y qué responderles a los que dicen que está fuera del país y no está a tono con lo que sucede en Colombia, más en pandemia?

Me vine a estudiar porque creo que alguien que pretenda liderar el país debe tener una formación adecuada y una visión más amplia del problema, entendiendo que Colombia no es un universo aislado de la humanidad, sino que hace parte de un contexto internacional. Frente a los que dicen que estoy desconectado creo que están desconociendo que hoy el mundo y la realidad de la pandemia nos ha llevado a que todo funcione virtualmente.

¿Quién está más conectado? ¿el que está desde su casa en Bogotá o el que está en Barcelona estudiando? Ambos están conectados. He estado bastante activo, opinando de los temas centrales y no estoy llegando en paracaídas este proceso.

¿Qué ofrece usted que no tengan otros para merecer ser presidente?

En Twitter divulgaron hace poco un video en el que aparezco recién había salido del accidente de tránsito grave que tuve en 2016 y cuando estuve al borde de la muerte. Me recuperé y volví al gobierno en una escuela. Les decía a los niños que tenían derecho a ser gobernadores y que mi vida se reducía a servir, que la vida es demasiado corta para dedicarla para uno mismo. Como dice la Biblia: es más grande el que sirve. Entendí que mi felicidad gira entorno a la felicidad de los demás. Mi generación ha dedicado mucho tiempo a buscar transformaciones como la universidad gratuita, disminución de matrículas y trabajar para los más vulnerables. Los resultados en Boyacá hablan por sí solos: la disminución de la desigualdad y de la pobreza. Mi vida la he dedicado al servicio.

Haber nacido en una vida campesina, estudiar en una universidad pública y ver las dificultades que tienen los jóvenes para salir adelante me permite entender que lo que hicimos en Boyacá se puede hacer en Colombia: garantizarles a muchos jóvenes con talentos que pueden lograr sus sueños. Representamos el cambio.

jgonzalez@elespectador.com

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Usuario(55087)03 de marzo de 2021 - 03:24 a. m.
Fajardo? no habían cerrado ya ese antro?
JUAN(37240)02 de marzo de 2021 - 07:45 p. m.
Pedirle a Fajardo que solucione primero su entuerto con Hidroituango antes de aspirar a la presidencia no es demonizarlo. Es apenas lo justo y lo mas obvio. Es algo ineludible que está en la obligación de hacer.
Alvaro(55230)02 de marzo de 2021 - 04:26 p. m.
Entre Fajardo y Petro hay años luz de diferencia. Fajardo en medio de su tibieza y su falta de carácter es un hombre decente. Nadie puede acusar a Fajardo de extorsiones, secuestros, desapariciones ni de otros delitos aun mas graves de los cuales Petro es responsable o bien como autor, determinador o en el mejor de los casos como complice . De ahi la imposibilidad de compararlos.
Alvaro(55230)02 de marzo de 2021 - 04:15 p. m.
De Fajardo a Petro hay años luz de diferencia; fajardo en medio de su tibieza, y de su falta de caracter, es un hombre decente, nadie lo puede acusar de secuestros, extorsiones y otros delitos de los cuales el hampon de Petro es culpable como actor , determinador o en el mejor de los casos como complice necesario. Compararlos, es tratar de equiparar el estiercol con la pomada.
JOSE(94138)02 de marzo de 2021 - 04:01 p. m.
"SOÑAR NO CUESTA NADA ......" sigan soñando que los Colombianos vamos a permitir a un bandido como el PETROÑERO sea presidente ..... un gusano como ese lo "UNICO" que sabe hacer es DESTRUIR LO QUE TOCA ... y despues irse a cuba a PONERSE EN CUATRO a recibir ORDENES DE SUS JEFES LOS MAFIOSOS CASTRO y su banda comunista ..!
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