“Para una víctima es fundamental saber qué pasó con sus familiares desaparecidos”: Christoph Harnisch

El director del Comité Internacional de la Cruz Roja en Colombia señala cuáles son los principales retos de Colombia en el posacuerdo, también dice que para que haya reconciliación la sociedad civil debe comprometerse a conocer las zonas afectadas por el conflicto en el país.

Oswaldo Beltran Torres*
30 de octubre de 2017 - 11:04 p. m.
Cortesía
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El principal factor político que tiene el 2017 es que ha sido un año sin la guerrilla de las Farc siendo un grupo armado, esta condición ha permitido visualizar fenómenos como el aumento de cultivos ilícitos, los constantes asesinatos a líderes sociales y la escasa presencia del Estado en regiones como Tumaco, entre muchos otros.  Sin duda el bajo ritmo que ha tenido la implementación de los acuerdos pactados en la Habana preocupa desde ya, y de seguro va a ser uno de los temas importantes que se van a tratar durante la siguiente contienda electoral.

Christoph Harnisch llegó Colombia en 2014 como jefe del Comité Internacional de la Cruz Roja, su experiencia profesional lo ha hecho tratar conflictos en otros lugares como Libano, Gaza, Sudan, entre otros. En entrevista con El Espectador, Harnisch habló de los retos que trae el fin del conflicto con la guerrilla de las Farc, asegura que se necesita de una institucionalidad fuerte y de mecanismos de protección a la población vulnerable para solucionar las crisis humanitarias.

¿Cuáles fueron los problemas humanitarios que más lo sorprendieron al llegar a Colombia?

Las consecuencias humanitarias que sufren las personas que viven en las regiones más afectadas en Colombia no son crisis de necesidades materiales, ni de hambre, como sí ocurre en otros países.  El problema que enfrentan son la falta de mecanismos de protección, pues ellos están expuestos a la voluntad de los grupos armados quienes les dicen que tienen que hacer, les dan instrucciones y los someten a todo tipo de abusos. Cuando se va a los departamentos como Choco, Nariño, Norte de Santander o Putumayo, es fácil darse cuenta que además de miedo también existe una costumbre o cultura de coexistir con los grupos armados ilegales.

¿Qué falta para que los organismos de protección ya existentes tengan más presencia?

Se necesitan leyes e instituciones con instrumentos que puedan defender estas leyes, a esto se le llama el Estado. Una ley por sí sola no es suficiente, se necesita administración de la justicia. Nosotros como CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja) tenemos la función de proteger, pero esto no se puede hacer solamente con la presencia de nuestros trabajadores en zonas pobres donde siempre ha existido una baja institucionalidad, se necesita de mucho más.

¿Por qué se debe hablar de posacuerdo y no de posconflicto?

Preferimos hablar de posacuerdo porque se refiere a una fase de la historia de este país que ocurre después de un acuerdo con la guerrilla de las FARC.  Al usar el término posconflicto este proyecta una imagen de que el conflicto quedó atrás, lo cual no es correcto para nosotros que vemos la realidad de las zonas donde trabajamos, hay que tener presente que no existen acuerdos entre el Gobierno y el ELN o con los Grupos Armados Organizados, por eso preferimos hablar de posacuerdo.

¿Cuáles son los principales retos que tiene la implementación?

Uno de los mayores problemas humanitarios al finalizar cada guerra son las personas desaparecidas, el drama de no saber si ellos están vivos o muertos después de años. Este acuerdo ofrece algo muy positivo que es la creación de la Unidad de Búsqueda de Personas, en otros conflictos donde hay procesos de paz se enfocan más en trabajar temas de desarme y políticos, que en la reparación de las víctimas. 

Por otro lado, la población que está en las zonas afectadas tiene expectativas muy grandes, están viviendo una realidad que nunca han conocido, ya que se acostumbraron a vivir en guerra, y esperan cambios significativos lo más pronto posible. Hay mucha discusión y debate del ritmo de la implementación, toda la sociedad civil debe entender que ahora hay que trabajar mucho más que antes.  Todo el mundo tiene que empezar a preguntarse qué pueden hacer desde sus universidades, escuelas y barrios para contribuir, además de buena voluntad esto requiere organización y coordinación, lo cual no es fácil.

¿Qué tanta importancia tiene la búsqueda de desaparecidos para la reparación de las víctimas?

Lo que hemos visto en el mundo es que cuando se acaban los conflictos hay mucho trabajo político por hacer en la sociedad, sobre todo con las víctimas que ya tienen una posición difícil debido a la discriminación y formas de aislamiento. Lo importante es el derecho a saber, para una víctima es fundamental saber qué pasó con sus familiares que desaparecieron hace años.

Darles respuesta a todos los individuos es una expectativa grande, en muchos casos será imposible darles razón, pues hay situaciones mal documentadas, responsables que ya murieron y casos que no se pueden verificar, pero el Estado tendrá que comprometerse a hacer todo lo que se requiera para encontrar la información. Aunque no es reparación completa, cuando se reciben los restos de un hijo al menos se puede hacer el sepelio, en términos de psicología esto es importante.

¿A qué considera que debe comprometerse la sociedad civil para que haya reconciliación?

Lo primero es la solidaridad con los más vulnerables, esto es clave, se requiere empatía para entender cuáles fueron las vidas de estas personas en los últimos 30 o 40 años. Cuando estuve en el Líbano, en los años 90, me encontré con un país pequeño en donde las comunidades no podían desplazarse a otras regiones debido a la guerra, una forma de solidaridad cuando terminó la guerra fue cuando la gente viajó a las otras regiones a conocer que pasó.

Yo me he encontrado con colombianos que no han ido a los sitios afectados. La sociedad civil tendrá que descubrir el país en los próximos años, el sistema educativo tiene que promover esto, en este momento el esfuerzo es conocer que pasa en sitios como el Choco, cómo viven esas personas, por qué la calidad de vida es diferente, este no solo es trabajo de investigadores, cada uno se puede interesar. La institucionalidad debe mostrar liderazgo, pero la sociedad civil debe apoyar, no se trata solamente de ayuda material sino de entender cuál fue la realidad de estas zonas durante mucho tiempo.

¿Qué consejos tiene para que los medios traten los temas del postacuerdo?

El reto del periodista es el mismo que el del trabajador humanitario, si se quiere saber lo que pasa hay que ir a las zonas y entrevistar a los más afectados. Se trata de hacer un periodismo que se enfoque en las regiones más apartadas, el país necesita un esfuerzo para dar atención a las zonas donde no hay presencia del Estado, se debe cambiar un poco el ‘chip’ y salir porque esto abre los ojos sobre la realidad de un país. No solo hablamos de las zonas que dejaron las FARC, sino también en donde hay continuidad del conflicto, ya sea porque hay disidencias o grupos como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia.

¿Considera que el esfuerzo del Gobierno y FARC en la implementación ha sido suficiente?

No se puede decir que hay mala voluntad en la implementación por parte del Gobierno o de las FARC, sin embargo, es mucho más complejo para el Estado porque en todos lados hay ineficiencia, Colombia tiene una institucionalidad compleja donde las cosas se podrían hacer más rápido, pero esto no va a cambiar con un acuerdo de paz.

Me ha sorprendido la falta de entusiasmo para este acuerdo de paz, aunque al mismo tiempo entiendo que después de más de 50 años de guerra los colombianos se hayan acostumbrado a esta realidad, además el conflicto armado no afectó a la mayoría de ciudadanos ya que las dinámicas no se presentaron en las ciudades. Pero lo que lograron los negociadores al poner fin a las hostilidades es algo maravilloso, es un logro y sin duda van a haber muchas críticas en lo político, pues es normal que haya miedo a los cambios que vienen, por eso hay que crear un entorno de entendimiento y respeto mutuo.

 

 

Por Oswaldo Beltran Torres*

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