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Paro armado del Clan Úsuga aterroriza a poblaciones en Antioquia, Córdoba, Cesar y Bolívar

Los transportadores han decidido no circular, hay bloqueos viales y se registran personas asesinadas, entre las que se encuentran dos uniformados.

Ariel Ávila y Carlos Montoya / Especial para El Espectador
31 de marzo de 2016 - 08:11 p. m.
Grafitis alusivos al Clan Úsuga, en el municipio de Carepa, Antioquia. / Cortesía
Grafitis alusivos al Clan Úsuga, en el municipio de Carepa, Antioquia. / Cortesía

Por segunda vez en la historia de las bandas criminales, el Clan Úsuga (autoproclamado como Autodefensas Gaitanistas de Colombia) irrumpe en la cotidianidad de las comunidades por medio de un paro armado. El primero se dio en 2012 como represalia por la muerte de Juan de Dios Úsuga, alias “Giovanni”, hecho que provocó el colapso del comercio y el transporte en zonas de influencia de esta banda criminal en seis departamentos.
Cuatro años más tarde y luego del anuncio del presidente Santos de perseguir a toda la estructura de los Úsuga, las Autodefensas Gaitanistas anunciaron un paro armado por 24 horas.

En Antioquia, los transportadores están decidiendo no circular, pero no se ha tenido noticias de cierre de comercio ni un pronunciamiento oficial de los transportadores. Se presenta cierre total de vías en: Llanos de Cuivá-Caucasia sector doce Km. 103 – 104, Medellín-Cartagena por un vehículo atravesado en la vía al parecer por acción del Clan Úsuga y Medellín – Costa Atlántica por presencia armada en el corregimiento El Doce, en Tarazá.

En Zaragoza, desconocidos hostigaron la estación de Policía dejando dos policías heridos por un artefacto explosivo. En el Bajo Cauca antioqueño hay protestas en Caucasia y mineros t Riosucio amaneció con grafitis y todo está cerrado.

En Urabá no hay transporte intermunicipal, no hay taxis en el aeropuerto y el comercio está cerrado. En Dabeiba se reportaron tres capturados y la incautación de 150 panfletos y en el corregimiento de Nueva Colonia realizaron grafitis con aerosol con las siglas “AGC paro armado OJO”, principalmente realizando estos escritos en las fachadas del sector comercio, en la Institución Educativa Nueva Colonia, la iglesia y una oficina de apuestas Gana.

En Córdoba y Bolívar circularon panfletos del Clan Úsuga con amenazas de realizar bloqueos viales. En Cesar, la Comisión de Interlocución del Sur de Bolívar, Centro y Sur del Cesar, aseguró que los municipios de Monte de Cristo, Tiquisio, Norosi y Arenal se encuentran sitiados por los paramilitares y la fuerza pública presente no actúa. “Algunos establecimientos educativos especialmente de las zonas rurales han cerrado por temor a lo que les pueda pasar. Desde el anuncio del paro armado se han asesinado dos personas, una en Mina Estrella en Norosi y otra en Coco Tiquisio”.

“Según versiones de la comunidad, en la zona de La Ventura hay un nuevo comandante paramilitar”, agrega la organización.

En la actualidad, las bacrim se configuran mediante una diversidad de estructuras criminales que no necesariamente responden a una unidad de mando como en los tiempos de las Autodefensas Unidas de Colombia. Las bandas criminales se han atomizado, a la vez que reconfigurado, dando como fenómenos más visibles aquellas grandes, agrupadas bajo una misma organización como el “Clan Úsuga” o “Los Rastrojos”.

Esta complejidad ha dificultado la comprensión del fenómeno. Según las autoridades, son al menos cinco estructuras criminales de alcance nacional, las cuales tienen capacidad territorial y militar para generar terror entre las comunidades y al menos 27 pequeñas bandas que operan de manera local, lo cual constituye un gran riesgo para entender el tratamiento que se debe dar a este fenómeno.

La Fundación Paz y Reconciliación ha propuesto tres tipos de estructuras de las bacrim. Las primeras, se caracterizan por tener una organización definida, jerarquizada con mandos de poder visible y especializado: en este tipo encontramos al “Clan Úsuga” o “Los Urabeños”, quienes dentro de su estructura de poder tienen tanto jefes militares como políticos quienes se encargan de manejar las relaciones de esta banda con otras organizaciones criminales. Las otras estructuras operan en escalas territoriales más locales.

Sin embargo, son el primer tipo de estructuras las que hoy tienen en vilo a comunidades en Antioquia, Córdoba, Cesar y Bolívar. Tanto el paro armado ocurrido en 2012 como el que tiene lugar hoy, deja en evidencia la capacidad territorial que tienen las bandas para colapsar el transporte, las actividades comerciales, y en general la vida de los habitantes de estas regiones.

Por Ariel Ávila y Carlos Montoya / Especial para El Espectador

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