Las peleas de Viviane Morales

Con más de 30 años de vida pública, siempre entre opositores y copartidarios sin tregua, la exfiscal Viviane Morales vuelve a protagonizar con sus ideas.

Redacción Política
22 de febrero de 2015 - 09:56 p. m.
Las peleas de Viviane Morales
Foto: DAVID CAMPUZANO

De la senadora liberal Viviane Morales Hoyos se ha dicho mucho y su destino parece unido a la controversia, pero no cabe duda de que se trata de una mujer frentera a la hora de defender sus convicciones. Por estos días está de nuevo en el ojo del huracán por cuenta de su propuesta de referendo para que los colombianos decidan si están de acuerdo o no con la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo. Sin embargo, se trata apenas de la más reciente de sus interminables peleas públicas y privadas.

Nacida hace 53 años en el seno de una familia de origen tolimense y caldense, Viviane Morales se educó en el Colegio del Santo Ángel de la Guarda, de monjas católicas de origen español, hasta los 15 años en que se graduó como bachiller. No obstante, cuando emprendía sus estudios de derecho en la Universidad del Rosario, tuvo su primera lucha personal. Convencida de la necesidad de hacerlo, dejó sus tradiciones católicas y se convirtió al cristianismo protestante, que sigue siendo su credo religioso.

Apenas tenía 17 años y ya demostraba su independencia de criterio. Además, empezó a distinguirse como una aventajada estudiante y líder entre sus compañeros al punto de que años después alcanzó la condición de “colegial de número”, una de las máximas distinciones académicas del claustro universitario. Cuando se graduó de abogada en 1984, gracias a su excelencia académica, el gobierno francés le otorgó una beca de estudios, por lo cual se trasladó a París, donde estudió una maestría en derecho público.

Regresó a Colombia con una hoja de vida importante. Antes de graduarse ya había oficiado como asistente de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, y pronto encontró un escenario propicio a sus calidades profesionales. En el Ministerio de Desarrollo Económico se desempeñó inicialmente como asesora y después como viceministra encargada y secretaria general de la misma cartera. Eran los días aciagos de la oleada narcoterrorista de Pablo Escobar, y ella se proyectaba con éxito en su vida profesional y familiar.

Por esa misma época, contrajo matrimonio con el pastor cristiano Luis Gutierrez, con quien tuvo tres hijos. Gabriela, Esteban y Sara. Al tiempo que su hogar iba creciendo, se desarrolló también su actividad como abogada. Cuando llegó la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, además de ser partidaria de su desarrollo en favor de las nuevas generaciones y los derechos fundamentales, ofició como asesora del delegatario cristiano Jaime Ortiz. Ya entonces la actividad política la llamaba a que postulara su nombre.

Como era de esperarse, apenas concluyó la constituyente y se abrió el debate electoral para sustituir al Congreso revocado, Viviane Morales se lanzó por la Unión Cristiana y con 17.581 votos salió elegida representante a la Cámara por Bogotá. Por sus méritos profesionales, ingreso a la Comisión Primera de asuntos legislativos y una de sus primeras iniciativas y peleas fue plantearle al Congreso un proyecto de ley para garantizar la libertad religiosa y de cultos, tal como lo había ordenado la Constitución de 1991.

Esta iniciativa, de amplia controversia en su momento, se convirtió en la ley estatutaria 133 de 1994, que logró que en la práctica se eliminara toda forma de discriminación religiosa en Colombia, y que los cultos diferentes al impartido por la Iglesia Católica, obtuvieran reales derechos para participar en todas las actividades legales y políticas. Ya era una dirigente política respetable y la prueba fue que en las elecciones 1994 se lanzó a la reelección y logró conservar su curul en la Cámara de Representantes.

Sin renunciar a su identidad cristiana, pero en apoyo al denominado grupo Alianza por Colombia, integrado por no liberales que entonces apoyaban a Ernesto Samper, alcanzó 11.447 votos que refrendaron su escaño en el Congreso. Entonces vino una época de intensa actividad política y judicial, sobre todo a partir del momento en que estalló la crisis del proceso 8.000 en 1995 y Colombia se polarizó frente a la perspectiva de que el presidente Samper continuara o no al frente de los destinos del país.

En 1996, Viviane Morales hizo parte de uno de los 109 representantes a la Cámara que votaron por la absolución del presidente Ernesto Samper. Dos años después, la Corte Suprema de Justicia decidió abrir una investigación contra todos los congresistas que habían participado en la decisión favorable al primer mandatario, y estalló una crisis en su momento denominada el ‘choque de trenes’. Cuando el expediente tomaba forma en la Corte, ella sacó un as de la manga que echó abajo las pesquisas que adelantaba el Alto Tribunal.

A través de una tutela, en la que argumentó la defensa de la inviolabilidad del fuero parlamentario, la entonces representante a la Cámara alegó que la Corte Suprema de Justicia no tenía por qué abrir un proceso penal en el que cuestionara las opiniones o los votos de los parlamentarios cuando están en ejercicio de sus funciones. Después de una intensa controversia, la Corte Constitucional le dio la razón y no solo se cayó el proceso contra los congresistas, sino que a Viviane Morales le salieron más adherentes y críticos.

Sus contradictores la acusaron de haberse inventado la fórmula de acabar con el proceso 8.000. Sus seguidores encontraron en ella una legisladora con futuro que debía tener el respaldo en las urnas. La evidencia se dio ese mismo año cuando su movimiento independiente Frente de Esperanza (FE) le permitió acceder al Senado de la República, esta vez con 41.608 votos. Ya inmersa en las directrices del Partido Liberal, su voz fue importante en un momento en que Colombia buscaba la paz en la región del Caguán.

Fueron tiempos de vientos contrarios. Así como en la Comisión Primera del Senado fue promotora y defensora de importante iniciativas como la ley de cuotas, que garantizó en la administración pública la presencia de mujeres en altos cargos, o la ley de acciones populares que permitió incorporar al ordenamiento jurídico este importante mecanismo de participación ciudadana, en lo personal dio de que hablar cuando se supo que había decidido casarse con uno de sus colegas en el Congreso.

Viviane Morales se había separado de su esposo el pastor Luis Gutierrez, y en diciembre de 2000 contrajo matrimonio con el polémico exguerrillero del M-19, Carlos Alonso Lucio. En esa misma época, Lucio entró en problemas judiciales y la Corte Suprema de Justicia lo condenó. Entonces la senadora Morales fue blanco de la comidilla social, que soportó sin declinar a su derecho de acompañar a su nuevo esposo en su mala hora judicial. Como si fuera poco, por esos días vino un momento crítico para su vida.

El domingo 8 de abril de 2001 ingresó a un centro asistencial para un trasplante de córnea, pero una infección causada por una bacteria obligó a los médicos que adelantaban el procedimiento a la extracción de su ojo izquierdo. Fue la única manera de evitar que la infección se expandiera hasta el cerebro. Ella misma confesó después que el impacto fue devastador. Apenas llevaba cuatro meses de casada y su esposo estaba preso en La Picota. Desde ese día tuvo que enfrentarse a su doloroso destino personal.

En parte por esta circunstancia también por la invasión de su vida privada y por el cansancio, en 2002 optó por retirarse de la política. Su propósito era retornar a su actividad como abogada e incluso radicarse fuera del país. En 2006 intentó retornar al Senado, siempre en las toldas del Partido Liberal, pero no alcanzó la votación que esperaba. Su destino parecía alejarla de la política y del país, pero sucedió algo inesperado, cuando el entonces presidente Álvaro Uribe, en 2008 decidió integrarla a una de sus iniciativas políticas.

Cuando Uribe creó una comisión de notables encargada de elaborar un proyecto de reforma constitucional que promoviera un cambio en el régimen de los partidos en Colombia, Viviane Morales fue llamada a ser parte de este grupo. Casi de inmediato su designación fue duramente criticada y alcanzó a decirse que estaba inmersa en un conflicto de intereses porque tenía contratos con el Estado. Era el momento de la parapolítica y sin tener nada que ver, su nombre también fue cuestionado por las actividades de su esposo.

En ese momento ya se sabía que Carlos Alonso Lucio, en sus múltiples vueltas había asesorado a los grupos de autodefensa dentro de su accidentado proceso de paz con la administración Uribe. Sin embargo, los comentarios y ataques públicos contra Viviane Morales, no la hicieron desistir de su retorno a la actividad pública. La comisión de notables entregó su informe, pero ella terminó exteriorizando sus diferencias con el entonces ministro del Interior, Fabio Valencia, quien terminó radicando en el Congreso una reforma distinta.

En 2009, ya de lleno en el país, aunque alejada de la política activa, debutó en una actividad inusual en su recorrido profesional. Caracol Radio la invitó a ser parte de su mesa de trabajo, donde sacó a relucir su conocimiento de Colombia, ampliado por su larga trayectoria como catedrática de varias universidades. En esa actividad se mantuvo hasta que el destino la puso en otro intenso escenario. En noviembre de 2010, dos meses después de posesionarse, el presidente Juan Manuel Santos la ternó para ser fiscal.

Sus rivales parecían en ese momento favoritos. El exministro Juan Carlos Esguerra y el exprocurador Carlos Gustavo Arrieta se disputaban la preferencia de los generadores de opinión. Sin embargo, en diciembre del mismo año, la Corte Suprema de Justicia la escogió como Fiscal General de la Nación. La primera mujer en ocupar ese cargo en un momento de grandes desafíos judiciales porque ardía el escándalo del Carrusel de la Contratación en Bogotá y aun estremecían los coletazos judiciales de la era Uribe.

A principios de 2011 asumió como fiscal y no pasó mucho tiempo para que el país constara que su mandato iba a levantar ampolla. El escándalo de las chuzadas ilegales del DAS contra magistrados, periodistas y políticos de la oposición revivió con fuerza y el expediente contra María del Pilar Hurtado y Bernardo Moreno fueron documentados para que la justicia obrara con celeridad. Además, personalmente, presentó cargos contra el exministro Andrés Felipe Arias por el escándalo de Agro Ingreso Seguro.

El entorno del expresidente Álvaro Uribe empezó a cuestionar la gestión de la fiscal y desde otros sectores políticos llovieron críticas respecto a los giros del ente investigador sobre el caso de los Nule y demás implicados en Carrusel de la contratación en Bogotá. En medio de la controversia sus críticos volvieron a atacarla por su flanco emocional. Ese mismo 2011, después de una separación de tres años, volvió a casarse en una notaría, con el polémico Carlos Alonso Lucio y esta decisión acentuó el aguijón de sus enemigos.

Entonces comenzó a decirse que Lucio intervenía en asuntos internos de la Fiscalía y que incluso participaba en la escogencia de los altos funcionarios de la institución. En medio de una permanente agitación en los medios de comunicación y los sectores políticos, un abogado sin mucho nombre, presentó ante el Consejo de Estado una acción de nulidad de su elección como fiscal. El argumento del demandante fue que la Corte Suprema, al elegirla, había desconocido su propio reglamento, pues los votos en su favor no eran suficientes.

Durante varias semanas el país se mantuvo en vilo frente al súbito procedimiento ante el Consejo de Estado, pero la última semana de febrero, el alto tribunal dio al traste con las pretensiones de Viviane Morales de permanecer en el cargo. Supuestamente ella había sido escogida con 14 votos y el reglamento exigía 16. Sin opción de defensa y anulada su elección, el 2 de marzo de 2012 renunció al cargo y públicamente se despachó contra propios y extraños, acompañada de su esposo Carlos Alonso Lucio.

En ese momento se creía que todo estaba concluido para Viviane Morales en la actividad pública. Volvió a la Universidad del Rosario como profesora e investigadora de planta y recobró la cotidianidad de sus relaciones familiares interrumpidas por tanto agite en su misión como fiscal. Sin embargo, algunos de sus amigos y copartidarios de ayer y hoy, volvieron a animarla para que retornara a la arena política. Así que su nombre fue incluido en las listas oficiales del Partido Liberal para las elecciones parlamentarias de 2014.

Con un representativo respaldo electoral de la comunidad cristiana y unos cuantos liberales y gente de otros sectores políticos, en mayo de 2014 salió elegida como senadora. Entonces regresó a la Comisión Primera, donde se había destacado como representante a la Cámara en los años 90 y como senadora en el tránsito entre el siglo XX y XXI. Asumió el 20 de julio y de inmediato demostró que había regresado para ser protagonista. Su voz y sus opiniones comenzaron a escucharse en los grandes debates de los últimos meses.

Sin embargo, faltaba un espinoso tema para que volviera a la primera fila de las discusiones públicas. Mientras en la Corte Constitucional se debatía sobre la posibilidad de que fuera aprobada la adopción para parejas del mismo sexo, ella decidió encabezar un referendo para que los colombianos decidan la viabilidad o no de esta opción ciudadana. Según ella, son los colombianos y no la Corte quienes deben decidir si se acepta la adopción para parejas homosexuales. Una postura que de inmediato le causó duros cuestionamientos.

El más contundente de ellos fue el de su colega y compañera de la Comisión Primera, la senadora de la Alianza Verde, Claudia López, quien además de fustigar su postura ante el debate, se despachó en las redes sociales dejando entrever que Viviane Morales pasaba por encima de los derechos de las minorías, incluyendo a personas de su misma familia. Ella no se dejó arrinconar y respondió que ante las argumentaciones débiles, había gente que reivindicaba sus derechos pisoteando los de los otros.

“Yo no respondo ataques bajos, el respeto que tengo por los derechos de todos incluye los miembros de mi familia, no voy a usar las decisiones o inclinaciones de mis hijos para ser instrumentalizados en una discusión pública”, manifestó Morales, recordando además que siempre se ha sostenido en sus convicciones, que nunca ha dado un argumento bajo, y que se mantiene tranquila porque defiende y lo seguirá haciendo, los derechos de todos, y no como hacen algunas minorías que pasan por encima de los derechos de los demás.  

Esa es Viviane Morales Hoyos. Con el mismo carácter que a los 17 años la llevó a abandonar el catolicismo. Hoy sigue asistiendo a la Iglesia del pastor Darío Silva, llamada Casa sobre la Roca, de la cual destaca las labores sociales que realiza sin que muchos las conozcan. Lo asume con la misma convicción con la que cree en el proceso de paz de La Habana, cuestiona algunas de las intervenciones del procurador Alejandro Ordóñez o defiende a capa y espada a su escurridizo esposo Carlos Alonso Lucio.

Por Redacción Política

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar