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Guillermo Perry, el arquitecto económico de la Constitución de 1991

Tras 30 años de promulgada la Constitución de 1991, recordamos a 10 destacados constituyentes que no nos acompañan hoy, pero que aportaron sus ideas a la construcción de la norma de normas que rige la vida política, social y cultural de Colombia.

Juan Sebastián Lombo
20 de febrero de 2021 - 02:00 a. m.
Guillermo Perry
Guillermo Perry
Foto: Archivo

La Asamblea Nacional Constituyente tuvo déficit de economistas. Por eso, tomaron una amplia notoriedad los pocos que había. Entre ellos, Guillermo Perry fue referente. Este hizo parte de la lista del liberalismo comandada por Horacio Serpa y fue uno de los que llevó la voz del gobierno de César Gaviria en la construcción del enfoque económico que asumiría el país. Dentro de la Comisión Quinta, encargada de los “asuntos económicos, sociales, ecológicos, de hacienda y servicios públicos”, Perry fue uno de los que más proyectos presentó, con 12. Y, aunque buena parte iban hacia aspectos económicos, otros fueron hacia temas como el poder electoral, la elección de presidente y hasta los derechos de la mujer.

Varios de los debates de la Comisión tuvieron a Perry como interlocutor recurrente. Y era de esperarse, ya que era uno de los de mayor preparación allí y de los que más recorrido en la función pública tenía. Antes de ser constituyente, el economista del MIT pasó por la Dirección Nacional de Planeación (DNP), fue parte del equipo fundador de Fedesarrollo, estuvo en el Ministerio de Hacienda durante la administración de Alfonso López Michelsen y fue ministro de Minas y Energía en el gobierno de Virgilio Barco. Entre los que lo conocían destacaron de dicha época que fue uno de los creadores del Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES) en su paso por el DNP y artífice de la reforma tributaria más importante del siglo XX en el gobierno de López.

El enfoque económico, que fue el que más trabajó Perry, es uno de los temas más controvertidos del texto que actualmente regenta a Colombia. Casi que por proporciones iguales, sectores critican el supuesto enfoque neoliberal, mientras que los otros la catalogan de ser extremadamente intervencionista. Sin embargo, una de las intenciones de Perry y de los otros constituyentes de la Comisión Quinta fue alejarse de los dogmatismos de las corrientes económicas para intentar un punto intermedio. En palabras del propio exministro: “nos guiamos por el principio de ‘tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario’”. Esa máxima fue central en los diferentes planteamientos y posturas que defendió Guillermo Perry en los cinco meses de sesiones.

Según Antonio Yepes Parra, compañero de comisión de Perry y con quien coincidió como funcionario en varios gobiernos, el reconocido economista “no estaba de acuerdo que existieran entidades por fuera de la libre competencia”. Por eso, cuenta Yepes, este tuvo algunos choques frente a la posibilidad de que mantuvieran las licoreras y el espectro electromagnético bajo el control del Estado. La posición mayoritaria se impuso sobre los reparos de Perry y alcohol y telecomunicaciones quedaron en la incidencia estatal. Otros, como Carlos Rodado Noriega, también de la Comisión Quinta, recuerdan que este también presentó reparos a que se le entregaran mayores impuestos a los gobiernos departamentales. Aunque este planteamiento también quedó en la Constitución, luego pasaría a ser reformado para quedar más a la forma como Perry había propuesto.

Las memorias sobre el exministro también apuntan a su trabajo para que en la Constitución se incluyera la concepción de los derechos de los usuarios. Según Yepes, los artículos 365 y 366 de la Carta Magna tienen la mano de Guillermo Perry. Este hizo énfasis en temas como la comisión de regulación y la creación de la superintendencia de servicios públicos, que la trabajó de la mano del exministro liberal Carlos Lemos Simmons. En esta línea de los servicios públicos, Perry también fue un de los artífices de que, bajo la creencia de que “no importaba el color del gato, solo que cace ratones”, estos fueran prestados tanto por entidades públicas como privadas. Dos décadas después, este calificó la medida como uno de los grandes logros de la carta magna dado que “el país logró un aumento notable en la cobertura, eficiencia y calidad de los servicios públicos domiciliarios”.

En líneas económicas, según los constituyentes Rodado y Yepes, Perry fue uno de los que tomó el liderazgo para que el Banco de la República fuera una entidad independiente y autónoma. Antonio Yepes aseguró a este diario que Perry trabajó con el gobierno Gaviria en los aspectos en los que debían centrarse la entidad. Mientras que varios constituyentes y algunos miembros de la entidad querían que el ente emisor tuviera varias funciones, el economista fue de los que se la jugó para que el Banco se centrara en la política monetaria y bancaria del país -eso sí, brindando apoyo a las actividades culturales del país-. Fue la última postura la que quedó consignada en la constitución y, a hoy, es considerada uno de los grandes avances frente al texto de 1886.

A pesar de su influencia en el enfoque económico, el aspecto que más destacó Perry de su labor como constituyente fue haber sido uno de los ponentes de los derechos colectivos y las acciones populares. Sobre estos últimos, Perry los defendió ante la asamblea de la siguiente manera: “con la instauración a nivel constitucional de las acciones populares se habrá dado un paso fundamental en el desarrollo de un derecho solidario que responda a fenómenos nuevos de la sociedad, como es el daño ambiental, los perjuicios a los consumidores, los peligros a los que se ven sometidas las comunidades en su integridad física”.

Tras su importante paso por la constituyente, Guillermo Perry pasó a ser el ministro de Hacienda de Ernesto Samper. En este cargo apenas estuvo dos años, pues decidió renunciar ante el crecimiento del proceso 8.000, no sin antes sugerirle al entonces presidente que también lo hiciera. Este escándalo lo hizo reconsiderar su participación en el sector público y desde entonces nunca volvió a aceptar ningún cargo gubernamental. Hasta su último día, Guillermo Perry fue reconocido por su trabajo desde la academia y como uno de los grandes columnistas económicos que tuvo el país.

Aunque estuvo en ministerios y en importantes puestos técnicos, Perry reconocería en sus últimos años que la “la experiencia profesional más importante y más grata de mi vida fue la participación en la Asamblea Nacional Constituyente”, así lo confesó en un proyecto denominado “Memorias Conversadas”. De este momento destacó que llegaron diferentes sectores -tanto políticos, como religiosos y raciales- que se unieron para darle forma a la carta magna que “regiría los siguientes cien años del país”. Curiosamente, este destacó de primeras el apartado de derechos fundamentales de la Constitución sobre otros temas como los económicos, en los que este fue uno de los grandes arquitectos.

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