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¿Su voto es de opinión o de maquinaria?

Las prácticas políticas tradicionales se mantienen y los candidatos de renovación pelean contra el voto en blanco en un momento histórico trascendental.

Redacción Política
08 de marzo de 2014 - 03:46 p. m.
Las urnas se abrirán este  domingo a las ocho de la  mañana.   / El Espectador
Las urnas se abrirán este domingo a las ocho de la mañana. / El Espectador

Antes y después de las elecciones los analistas políticos se despliegan en diagnósticos electorales para tratar de explicar cómo llegan los políticos a ocupar algún cargo de elección popular. Que hay unos candidatos respaldados por una “maquinaria” y otros que representan el voto de opinión es una forma de entender cada fenómeno electoral o incluso de definir cómo es el sistema político colombiano.

En estas elecciones, que definirán un Congreso que no sólo tendrá la responsabilidad de tramitar grandes reformas, sino de legislar para aplicar las transformaciones que vengan con el eventual éxito de los diálogos de paz, esas categorías cobran especial vigencia. Por primera vez en este siglo no hay certeza sobre la composición del Parlamento que será elegido y, al no poder hacer cábalas electorales, hay quienes atribuyen más o menor importancia a la opinión y a la maquinaria.

La división entre esos dos tipos de sufragio se usa con recurrencia para vaticinar cuál será el desempeño en el cargo para el cual fue elegido tal o cual político. Generalmente, se entiende al candidato elegido por maquinaria como un funcionario público cuyo único mérito para ostentar el cargo es tener dinero, incurrir en fraude electoral, usar el erario en beneficio propio, estar asociado con grupos armados ilegales o ser beneficiario de una casta política.

Sin embargo, según Natalia Springer, analista política, hay dos categorías generales en el voto de maquinaria: uno que responde a una filiación política que se da sobre todo en el rango poblacional del adulto mayor. Estos ciudadanos tienen una pertenencia consentida a un color político y no se fijan en la persistencia del ideario. Se da por razones fundadas en otro momento histórico. No es un voto de transacción.

Y el otro, según Springer, es el voto de “maquinaria de transacción. Se evidencia cuando el ciudadano cambia su sufragio por un cupo escolar, por dinero o por un insumo de construcción, entre otras. Se da sobre todo en pequeñas poblaciones en zonas rurales, aunque, por ejemplo, se ha visto en grandes centros poblados de regiones como la Costa Atlántica en elecciones recientes. Se da con más facilidad en familias en situación de pobreza y últimamente se ha constatado que los votantes son contactados por las bases de datos con que el Estado otorga subsidios”.

Para la analista política Laura Wills, el de opinión “es un voto suelto. Lo ejercen ciudadanos que no están comprometidos con un candidato o un color político y no son consistentes de una elección a la otra. Se da sobre todo en las ciudades, porque allí convergen ciudadanos de distintos orígenes y realidades, con menos posibilidad de que se les restrinja su libertad de elegir. Es un voto más moderno”.

Springer, por su parte, añade que el de opinión es un voto informado que, generalmente, está relacionado con un nivel académico y socioeconómico relativamente alto. Incluso, con un rango de edad entre los 18 y los 45 años, relacionándose así con una edad productiva. “Es un voto informado sobre las propuestas de cada partido o candidato, pero también es muy emocional, pues responde a coyunturas o escándalos que marcan la agenda nacional y generan simpatía o rechazo”.

Algunos analistas han vaticinado que, aunque el sistema electoral tiene los huecos suficientes para que ganen los candidatos que incurren en prácticas clientelistas, el voto de opinión será cada vez más significativo. Ya en las elecciones de 2010 al Congreso la analista internacional Laura Gil lo advertía: “El voto de los colombianos se va a ir inclinando hacia el de opinión por el desgaste de la política tradicional, la necesidad de un cambio generacional y la insatisfacción por las prácticas políticas”.

De ese fenómeno de discernimiento electoral hay evidencia en las encuestas que, durante los últimos meses, han sido publicadas por los medios de comunicación. Aunque ningún partido o candidato promete ser el cancerbero del voto de opinión, la opción del voto en blanco cobra cada día más fuerza. El desencanto frente a los proyectos o las promesas de los políticos se ha materializado en una opción que, si bien es diciente sobre el desasosiego de la población frente a la clase política, puede ser un aliado de aquellos que pretenden una victoria alejada del debate de ideas.

En parte, lo que ha ocurrido es que las figuras representativas de la sociedad, que apuestan por el voto de opinión y lideran luchas que se distancian de las políticas imperantes, tratan de canalizar esas bregas en partidos que tienen poco poder para respaldar a sus candidatos regionalmente o que, por su juventud histórica o inexperiencia, dan tumbos entre la coherencia ideológica y el afán de seguir vivos frente a las reglas electorales y el afán de cada fenómeno político.

De tal manera que el ciudadano que en estos comicios va a manifestar su opinión mediante el voto en blanco, terminará restándoles posibilidades a esas figuras renovadoras, o por lo menos diferentes, que quieren recoger la indignación y el disenso. Y, a la vez, desechando la opción de plantear una oposición política formal a los círculos de poder que han generado su propio descontento, pues seguramente el voto en blanco no alcanzará la mayoría real.

Lo que está claro es que no todos los votos de maquinaria corresponden a intereses non sanctos y que no todos los votos de opinión son renovadores. La democracia colombiana está ad portas de un proceso de apertura mediante uno de paz y el electorado, y, en consecuencia, los legisladores deberán demostrar que mediante el debate se pueden hacer los cambios que el país exige para trasegar el momento histórico. Las opciones están, los ciudadanos votarán.

Algunos candidatos que buscan el voto de opinión

Claudia López
Analista política e investigadora, el país la conoció por sus investigaciones y denuncias desde la corporación Nuevo Arco Iris sobre la llamada parapolítica.
 
Wendy Arenas
Antropóloga y politóloga dedicada al medio ambiente. Dirige la ONG Alianzas para la Sostenibilidad (Alisos) y lidera el proyecto Amazonas 2030.
 
Rodolfo Arango
Abogado y filósofo con doctorado en derecho constitucional. Ha sido magistrado auxiliar de la Corte Constitucional y profesor universitario.
 
Donka Atanassova
Búlgara nacionalizada colombiana, es socióloga de la Universidad Nacional y cercana a los movimientos sociales de Bogotá.
 
Judith Pinedo
Abogada y líder cívica, ganó la Alcaldía de Cartagena en 2008 con un movimiento ciudadano, derrotando las maquinarias de los grandes caciques políticos de la ciudad. 
 
Angélica Lozano
Abogada, es activista del movimiento LGBT en la lucha por la igualdad de derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transgeneristas.

Por Redacción Política

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