"Tenemos que ser capaces de ver el futuro con esperanza": José Jaime Uscátegui

Candidato a la Cámara de Representantes por Bogotá (#108), espera llegar para ser la voz de militares y policías y para luchar por una verdadera reconciliación pues más que de víctimas y victimarios, dice, deberíamos hablar de sobrevivientes de la guerra.

-Redacción Política
09 de marzo de 2018 - 09:27 p. m.
José Jaime Uscátegui, candidato a la Cámara por Bogotá con el 108, en el Centro Democrático.   / Archivo El Espectador
José Jaime Uscátegui, candidato a la Cámara por Bogotá con el 108, en el Centro Democrático. / Archivo El Espectador

Hijo del general Jaime Uscátegui, condenado por su presunta participación en la masacre de Mapiripán, Meta, cometida entre el 15 y el 20 de julio de 1997, José Jaime Uscátegui Pastrana es candidato a la Cámara de Representantes por Bogotá con el número 108 en el tarjetón. Su voz, dice, es la de los valientes, de los que han dado esa lucha por que haya verdadera verdad y justicia. Y está convencido que es a su generación, de todos los sectores, de derecha o de izquierda, a la que le corresponde asunir las riendas de la construicción de una Colombia de esperanza. Este diálogo, como era de esperarse, más que en su campaña, se concentró en conocer su forma de pensar frente a la situación de su padre y su familia. 

¿Por quiere ser congresista?

Es la segunda vez que aspiro a la Cámara por Bogotá y quiero llegar por dos cosas fundamentalmente: porque me duele la injusticia y porque tengo vocación de servicio.

Cuando dice que le duele la injusticia, es obvio que hace alusión a lo sucedido con su padre…

Así es, tuve que visitar a mi padre en la cárcel durante 16 años, por un delito que no cometió. Todo el país conoce el caso de Mapiripán y del general Uscátegui, ese fue un caso absurdo, aberrante. Hubo falsas víctimas, falsos testigos, manipulación del proceso, y como el caso me cogió tan joven, esa ha sido la lectura que he venido haciendo del país, de que se cometen muchas injusticias, no solo con los militares sino en general. Colombia es un país muy injusto y hay que entrar a desenredar dos o tres nudos en la administración pública y el espacio natural para eso es el Congreso.

En esa lucha por la defensa de su padre hubo un episodio en la sede de los juzgados en Paloquemao, en el que dicen que usted amenazó con suicidarse lanzándose por una ventana, ¿qué pasó?

No fue así. Nunca atentaría contra mi integridad y menos aún ahora que soy padre de un niño de cuatro años. Lo que sucedió era que estaba citada una audiencia para la condena de las falsas víctimas, esa prueba era muy importante para nosotros porque se convierte un poco en la prueba reina para demostrar que el proceso ha sido manipulado, y exigir una revisión, y en ese día, que fue en diciembre de 2015, cancelaron la audiencia por séptima vez porque no se hicieron presentes los abogados de las falsas víctimas. En un acto de desesperación, pero bastante cuerdo, lo que hice fue sentarme en la ventana del cuarto piso del juzgado en Paloquemao, y decirle al juez que de ahí no me movía hasta que no reprogramara la audiencia, con la certeza de que sí se iba a realizar. Es que eran 16 años de privación injusta de la libertad por cuenta de una justicia ineficiente. No amenacé con lanzarme sino con quedarme ahí indefinidamente. Fue como un mecanismo para llamar la atención porque si hubiese salido con un comunicado nadie me habría parado bolas. El país está cansado de hablar de estos casos de Uscátegui, de Mapiripam y quiere escuchar otras cosas, pero lamentablemente no hemos sido capaces de pasar esa página.

¿Cómo cree que se debe pasar esa página?

Si quieren pasar esa página sin darle una mínima dosis de justicia a las víctimas, ellos no van a dejar pasar la página. Pero si quieren pasar la página con un falso victimario como el general Uscátegui, aquí está este hijo, que también es víctima, que tampoco va dejarla pasar. Esa es la dificultad que tenemos en Colombia: no hemos sido capaces de superar esos capítulos tristes de la historia colombiana, pero es precisamente por la ausencia de una justicia y de una verdaderos, complazca unos mínimos de justicia y verdad.

Frente al Acuerdo de Paz con las Farc, ¿hacerlo trizas, reformarlo o dejarlo como está?

Me identifico con la frase de Iván Duque: ni trizas ni risas. No todo lo del Acuerdo es negativo, tener a 7.000 hombres desmovilizados y con intenciones de hacer política me parece sano, pero desafortunadamente las condiciones que se dieron nos generan una gran incertidumbre porque se hicieron concesiones excesivas a los señores de las Farc sin recibir nada a cambio o sin pagar un solo día de cárcel, sin haber contado toda la verdad de los crímenes y sin saber qué tan vigentes o activos siguen en el negocio del narcotráfico. Y por el contrario, tenemos una Fuerza Pública amordazada y atormentada por la ausencia de garantías judiciales.

¿Cómo así?

Pongo un ejemplo sencillo que demuestra el desequilibrio de este proceso: Timochenko podía ser candidato a la Presidencia, pero mi papá, el general Uscátegui, no puede votar por mi porque está inhabilitado, cuando están cobijados por la misma norma, que es el acto legislativo que creó la Jurisdicción Especial de Paz. Uno dice entonces: ¿a qué estamos jugando si a los que fueron delincuentes se les está dando todo y a los que hemos actuado desde la legalidad se nos están violando los derechos?

¿Usted cree, como dice el senador Álvaro Uribe, que el Acuerdo de Paz igualó a las Farc con la Fuerza Pública?

Sí, en alguna medida los pusieron en el mismo nivel. Hay voces que decían que si se creaban jurisdicciones especiales por aparate para militares y guerrilleros, van a terminar tumbando la de estos últimos y mandándolos a todos a la cárcel, mientras los guerrilleros iban a ir al Congreso o a las alcaldías y gobernaciones, como sucedió en 1991 con el proceso de paz de esa época. Por eso algunos han abogado porque sí se igualen, por lo menos en los términos jurídicos. Pero aquí hay que hacer una diferencia muy importante: lo que están pidiendo muchos de los militares presos, entre ellos mi padre, no es impunidad sino garantías, que no han recibido En el marco de la justicia ordinaria. Los guerrilleros, en cambio, sí piden impunidad, porque no están dispuestos a pagar un solo día de cárcel. La situación de unos y otros es diferente, pero en el proceso de paz se les dio el mismo tratamiento y ahora los guerrilleros van a tener hasta 10 curules en el Congreso. Yo me estoy quemando las pestañas por segunda vez para llegar al Capitolio y llevar una vocería a nombre de la familia militar y policial, con el agravante de que mi papá no puede votar por mí.

¿Su familia siente que en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) sí habría garantías?

No, la verdad es que nos acogimos a esa jurisdicción como un acto de supervivencia. Después de 16 años de cárcel no había otra opción a someternos a esa jurisdicción y ceder un poco a ese chantaje del acuerdo de La Habana. Fue necesario para poder pasar la pasada navidad como familia en libertad, aunque atormentada todavía porque solamente descansaremos el día que mi padre se les reconozca su inocencia, como ocurrió en 2007 pero que, por las manipulaciones del Colectivo de Abogados “José Alvear Restrepo”, después lo pusieron a sufrir varios años más de cárcel.

¿Por qué no creen en la JEP?

Porque los magistrados electos tienen un sesgo ideológico bastante claro, incluso exintegrantes del Colectivo de Abogados están en ese tribunal y no entiendo qué garantías nos van a dar cuando nos han atacado por 16 años con falsas víctimas, apropiándose indebidamente de las indemnizaciones. ¿Cuál verdad y cuál pasar la página si aquí la lucha continúa, ya no en el campo de guerra, pero sí en los ámbitos político y jurídico? Nosotros lo que queremos es que haya unas mínimas reglas de juego, pero en este país se han sentado antecedentes nefastos, como fue desconocer el plebiscito del 2 de octubre de 2016. Yo voté e invité a votar por el No, consciente de que eso le implicaba a mi papá permanecer en la cárcel indefinidamente, pero lo hicimos porque nos preocupa que quienes han querido hundir el barco del Estado durante 50 años, ahora los montamos como polizones y les tenemos que creer que vienen con la intención de fortalecer las instituciones y la democracia.

¿No cree que, de entrada, se está estigmatizando a esos magistrados por el hecho de haber sido defensores de derechos humanos?

No, por ejemplo, ahí está una abogada Gaona que trabajó en su momento con el Colectivo de Abogados y en sus intervenciones se le vio muy aguerrida contra el expresidente Álvaro Uribe y frente a esos de violaciones de derechos humanos por parte de militares. Es una persona que tendría que declararse impedida a la hora de revisar muchos de esos casos porque en realidad no ha mostrado un comportamiento imparcial y ético. Yo defiendo, reconozco y enaltezco la labor de los defensores de derechos humanos, estoy convencido de que gracias a esa labor en este país se ha logrado combatir en algo la impunidad, pero cuando me encuentro con abogados que han presentado falsas víctimas para llenarse los bolsillos de dineros mal habidos, y aclaro que no es el caso de la señora Gaona, me entra mucha preocupación pues es como el lado oscuro de esos defensores y podemos estar en manos de unas personas que no quieren ni verdad, ni justicia y lo que van a hacer es a seguir persiguiendo a los militares y policías cuyo único delito fue portar un uniforme.

Claro que en la JEP también hay exmilitares…

Hay uno o dos, como titulares, de más de 60 magistrados dentro de la jurisdicción. Serán como una golondrina que no puede hacer verano. Y tampoco podemos convertir ese escenario en una nueva pugna de versiones y de posiciones ideológicas. No estoy diciendo que nos tenían que dar la mitad de la JEP, pero sí había que buscar perfiles completamente independientes. Yo soy el primero que, en el caso de Mapiripán, busca verdad, justicia y reparación, e incluso hice un documental sobre lo que sucedió allá y reconstruye esa historia, que fue catalogado como un documento más esclarecedor de la masacre. Es mi memoria histórica y la voy a aportar a la Comisión de la Verdad y mi papá a la JEP. Es la hora en que esa masacre está doblemente impune, pues los verdaderos responsables no han puesto la cara ante la justicia y porque han puesto a responder a un general que no tuvo nada que ver, porque no tenía jurisdicción.

Usted habla mucho de pasar la página e incluso Uribe ha hablado de que para lograr la paz se requiere algo de impunidad, ¿cómo lograr un equilibrio?

Siento que la posibilidad real está en manos de las nuevas generaciones. Nosotros alcanzamos a hacer un acuerdo generacional por la paz con diferentes personalidades, con quienes incluso me dejé de hablar tras lo del plebiscito, cuando se radicalizaron las posiciones. Hemos dicho que arranquemos a hablar de varios temas: uno, dejemos esa discusión entre víctimas y victimarios porque ahí no logramos avanzar. Hablemos mejor de sobrevivientes de esta guerra porque ahí cabemos todos. Dos, evitemos las justificaciones, que no se diga que el paramilitarismo fue un mal necesario, pero tampoco la lucha guerrillera. Yo siento que lo que necesitamos es llevar a las nuevas generaciones al Congreso. Y si no quieren votar por alguien de centro-derecha como yo, voten, por ejemplo, por María José Pizarro, la hija de Carlos Pizarro. Que nos den la oportunidad de llegar para que, distanciándonos un poco del dolor del pasado y pensando en nuestros hijos, seamos capaces de ver el futuro con más esperanza. Denos la oportunidad de dar un paso al frente y que estas nuevas generaciones se tomen el país para construir el futuro de los próximos 20 o 30 años.

Como representante por Bogotá, si es elegido, ¿en que centraría su trabajo legislativo?

Estoy muy preocupado por los temas de microtráfico y me voy a oponer radicalmente a la dosis mínima. Hay que luchar por conseguir más recursos para la seguridad en la ciudad y me voy a enfocar mucho en los entornos escolares seguros. Y de la mano de Iván Duque, candidato presidencial de mi partido, estamos promoviendo temas de emprendimiento, de economía naranja, del desarrollo de las industrias creativas. Por eso propongo que se dupliquen los recursos del Fondo Emprender para que más jóvenes tengan la posibilidad de acceder a él.  

  

Por -Redacción Política

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