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El panorama no podía ser peor para el Gobierno. A las 4:00 p.m. del miércoles pasado, la Cámara de Representantes le confirmaba que el eje central del Acuerdo de Paz con las Farc no había sido aprobado, por falta de quórum. Por apenas un voto, la conciliación de la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) no salió adelante. Y lo más vergonzoso, quizás para el mismo Congreso, fue que de 166 legisladores de esta cámara baja, apenas se registró la asistencia del 50%. “¿Dónde están los parlamentarios de todas las bancadas?”, se cuestionaba el Ejecutivo.
Bajo ese escenario, no son pocas las preocupaciones con las que llega hoy, nuevamente, el Gobierno al que, se supone, es el debate definitivo de la justicia para el posconflicto. La plenaria de la Cámara fue citada a las 9:00 a.m. y a pesar de que el compromiso de las bancadas de la llamada Unidad por la Paz es darle celeridad a la implementación de lo acordado, parece que la “mermelada” empezó a pasar cuenta de cobro.
Esa teoría es la que, en diálogo con El Espectador, han expuesto algunos congresistas para explicar el escenario de la semana pasada. Se acerca el debate electoral del 2018 y altos funcionarios del Estado, al dejar entrever sus intenciones políticas, se van apartando de sus cargos. “O no hay voluntad de aprobar este proyecto o quieren presionar al Gobierno por algunas cuentas pendientes. Por ejemplo, el Sena queda vacante con la salida de Alfonso Prada y algunos ministerios también quedarán igual”, dijo a este diario la representante de la Alianza Verde, Angélica Lozano.
En pocas palabras, el apetito político se ha hecho evidente y no votar los proyectos prioritarios del Gobierno en el Capitolio se ha convertido en una tradicional forma de presionarlo. No en vano el miércoles pasado se vio al ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, pararse en la puerta del recinto para evitar lo que, finalmente, terminó ocurriendo. “El Gobierno no está mostrando sus amplísimas mayorías como cuando comenzó. Se les disolvió el quórum y ese es un hecho que demuestra que la gente no les está caminando”, añadió la congresista del Centro Democrático María Fernanda Cabal.
Y el Partido Conservador no estuvo ajeno al debate. No es un secreto que esa colectividad no quiere perder una de las carteras más importantes del gabinete, el Ministerio de Hacienda, si se da la salida de Mauricio Cárdenas. Por eso, en los pasillos del Capitolio se ha llegado a rumorar que el argumento que dio el representante Humphrey Roa para solicitar aplazar el debate de la JEP no tuvo que ver tanto con “asuntos de forma”, sino con intereses políticos. Ya lo dijo el ministro Cristo al concluir la sesión en la Cámara: “Sobre el debate de la publicación en la Gaceta Oficial para convocar a la sesión, no creemos que haya ningún inconveniente. El Gobierno está tranquilo porque se publicó la convocatoria el día que era”.
En todo caso, hoy es una nueva oportunidad para la JEP y puede ser definitiva. De no darse la aprobación de la conciliación, el mensaje sería catastrófico para la implementación de lo pactado. Como lo ha dicho el mismo presidente Juan Manuel Santos —y más allá de los reparos en la misma Unidad Nacional o del fiscal Néstor Humberto Martínez—, se trata de la columna vertebral del Acuerdo y de ese proyecto dependerá que se dé un tránsito efectivo de las Farc a la vida civil.