Brote epidémico de leishmaniasis en Tolima

En el Hospital San Juan Bautista de Chaparral ya son 503 los casos de leishmaniasis en lo corrido del año, 5,5 veces más que en 2014. Para los médicos la situación es alarmante.

Lina Pinto*
24 de noviembre de 2016 - 02:14 p. m.
En Chaparral se está dando un grave brote epidémico de leishmaniasis y la situación es alarmante dicen los médicos del hospital local.  / www.chaparral-tolima.gov.co
En Chaparral se está dando un grave brote epidémico de leishmaniasis y la situación es alarmante dicen los médicos del hospital local. / www.chaparral-tolima.gov.co

A principios de esta semana llegó una madre, proveniente de una vereda del corregimiento de Risalda Calarma, al Hospital San Juan Bautista ubicado en Chaparral, Tolima. Venía con sus tres hijos —un niño de un año y medio, otro de cuatro, y una niña de diez años—, todos con dos o tres lesiones de leishmaniasis en los brazos y varias lesiones en la cara. También llegó una señora con varias lesiones de leishmaniasis activas, a quien ya se le había administrado Glucantime —la droga prescrita para estos casos— pero el tratamiento no le había funcionado ¿Qué hacer? Se preguntan angustiados Luz Mery Montero y Adolfo Álvarez, enfermera y médico pediatra que trabajan en esta institución y ven como día a día llegan numerosos casos de leishmaniasis para los cuales no tienen respuesta.

En el Hospital San Juan Bautista de Chaparral ya son 503 los casos de leishmaniasis en lo corrido del año, es decir, 3,3 veces más que el año pasado y 5,5 veces más que en 2014. En Chaparral se está dando un grave brote epidémico y la situación es alarmante. De esos 503 casos, 199 (casi el 40%) son menores de edad, de los cuales 62,3% son niños de entre 0 y 12 años de edad. Así mismo, de esos 503 casos, 200 (casi el 40%) son mujeres. Los casos que llegan a este hospital provienen del área rural, donde “la leishmaniasis es una tragedia para el que está en el campo, para el que no tiene voz”, como lo indica el pediatra Adolfo Álvarez

La leishmaniasis cutánea es una enfermedad transmitida por una mosca diminuta que vive en ambientes selváticos y que, al picar, inocula un parásito microscópico. Este parásito causa lesiones en la piel que inician como un granito pequeño, pero que en la mayoría de los casos continúan creciendo e infectándose si no se usa algún tratamiento.En Colombia, la primera opción de tratamiento es Glucantime, un medicamento sumamente tóxico para el hígado, el páncreas, el riñón y el corazón, y cuya administración implica al menos 20 días de dolorosas inyecciones —una en cada glúteo—, bajo la supervisión de un profesional de salud ¿Pero qué hacer cuando los pacientes son niños quienes apenas pueden aguantar 40 pinchazos de la fuerte droga, o cuándo Glucantime no funciona después del penoso tratamiento?

La guía colombiana para la atención de pacientes con leishmaniasis, es decir, el documento que regula cómo se manejan los casos de leishmaniasis a nivel nacional, tiene un gran vacío en cuanto a población infantil se refiere. Esta enfermedad se ha concebido históricamente como un mal que afecta mayoritariamente a hombres mayores de edad, que se desempeñan en alguna actividad en la selva. Por esta razón, la enfermedad es muchas veces denominada como la enfermedad de la guerra o la enfermedad subversiva, pues se tiende a pensar que afecta únicamente a guerrilleros que permanecen en la selva o a hombres vinculados a alguna actividad ilegal.  Pero lo cierto es que el caso de Chaparral nos demuestra que la enfermedad no solo afecta a hombres adultos, ni solo a guerrilleros, sino también a la población general, a mujeres, a niños y a niñas para quienes debería haber otras alternativas de tratamiento.

Un estudio colombiano publicado en 2012, mostró que la efectividad de Miltefosine es equiparable a la de Glucantime en niños entre 2 y 12 años, con la enorme diferencia de que Miltefosine es un tratamiento oral, que viene en cápsulas, que no implica numerosas inyecciones —dolorosas y traumáticas—, y que puede ser administrado a un niño o niña en su casa, no importa que ésta quede a horas o días de distancia de un centro médico. Es decir que, desde 2012, sabemos con certeza que Miltefosine es una mejor opción para niños pequeños como los que hoy no tienen acceso al medicamento en Chaparral.

Sin embargo, la guía nacional producida por el Instituto Nacional de Salud, que permanece desactualizada desde 2010, dice que el Miltefosine está contraindicado para menores de 12 años, lo cual es uno de sus múltiples errores y vacíos, como lo confirmó Luisa Rubiano, médica epidemióloga experta en leishmaniasis y que investiga desde 2007 la enfermedad en el país. Así mismo, Miltefosine es un medicamento un poco menos tóxico que Glucantime, que produce menos efectos secundarios. Podría emplearse entonces, por ejemplo, para personas, tanto niños como adultos, que ya han pasado por un ciclo de tratamiento de Glucantime sin haberse recuperado de la enfermedad y que por tanto requieren otra opción de tratamiento.

El Miltefosine no está disponible en la actualidad porque la resolución del INVIMA que en 2005 aprobó la distribución del medicamento en Colombia se venció en febrero de este año y el Ministerio de Salud no ha dado respuesta a esta situación de manera adecuada. Desde ese momento este medicamento no está disponible a nivel nacional, por lo que las secretarías departamentales de salud —quienes son las responsables de distribuir los tratamientos antileishmania a los municipios donde se presenta la enfermedad— no han podido realizar su distribución.

Pero antes del vencimiento de la resolución, como lo confirma Luz Mery Montero, enfermera en Chaparral, la situación tampoco era ideal. “Siempre hemos estado muy limitados con el Miltefosine, siempre. Antes había para adultos y ahora ni siquiera hay para adultos a nivel nacional, según información verbal de la secretaría de salud departamental. Ellos me dicen que no hay, que no hay en el Ministerio de Salud, entonces qué me voy a quedar yo viéndole la cara a un niño al que la leishmaniasis, cada día, se le come más la cara, deformándole su piel y dejándole cicatrices. Uno no puede ser indolente ni indiferente a esa esperanza que la gente deposita en uno. Y uno busca ayuda siguiendo los conductos regulares y no encuentra la respuesta que esperaría. Es frustrante ver cómo una mamá o un papá viene a buscar en uno a un representante de las instituciones como si uno fuera la esperanza. Entonces uno siente que hay que hacer algo, uno que es el que tiene en frente a un niño con la enfermedad”.

Y con el Glucantime, dadas las restricciones e incompetencias del Estado, la situación tampoco es mucho mejor. “La cantidad que piden de Glucantime en el departamento es muy poca para lo que realmente se necesita. Nos quedamos muy cortos. Y como lamentablemente somos municipio, y el municipio depende del departamento, y si el departamento no da la respuesta que necesitamos y el Ministerio tampoco, entonces es muy frustrante” dice Luz Mery ante la situación que enfrentan cada día en el hospital.

Chaparral es tan solo uno de los muchos municipios a lo largo y ancho del país donde el desabastecimiento de medicamentos para la leishmaniasis es un problema recurrente, grave e histórico, con profundas raíces en el conflicto armado colombiano y las problemáticas estrategias de guerra empleadas por el Estado colombiano. Sin embargo, es un lugar icónico, no solo por ser cuna de La Violencia y del surgimiento de las FARC, sino porque en 2003 se documentó allí la mayor epidemia de leishmaniasis a nivel nacional, un fenómeno que ha sido atribuido por muchos a la abolición de la Zona de Distensión en San Vicente del Caguán.

Según se cree, ésta implicó el movimiento de un gran número de guerrilleros desde el Caquetá hacia otras zonas del país, quienes se llevaron consigo la leishmaniasis. De manera similar, el brote epidémico del que hoy en día estamos siendo testigos en Chaparral —que repite el comportamiento de la gran epidemia de 2003, con las mismas limitaciones e incompetencias de las autoridades de salud para dar respuesta al enorme número de casos que aparecen— podría quizás responder al movimiento de población guerrillera hacia las zonas de concentración en el marco del proceso de paz.

Con la implementación de los Acuerdos de La Habana muchos más brotes pueden emerger en el país y las problemáticas asociadas a la leishmaniasis y a su histórica estigmatización se pueden hacer más patentes. Es tal vez hora, en estos tiempos de paz, de que el Estado haga frente al problema de la leishmaniasis, pacifique también la enfermedad, la desestigmatice, desarme la distribución del medicamento, y le dé respuesta a la población rural afectada por este mal curable. Chaparral podría ser un buen lugar para echar a andar esos procesos de cambio tan necesarios.

*Candidata a doctorado en York University. 

 

Por Lina Pinto*

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