Descubren nuevos genes involucrados en la obesidad infantil

Los resultados revelan mutaciones en genes relacionados con la regulación del apetito. Uno de ellos se asocia además al trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

Agencia SINC y Redacción Salud
03 de julio de 2017 - 08:34 p. m.
Según la OMS, en los países en desarrollo con economías emergentes, la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil entre los niños en edad preescolar supera el 30%.
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Según la OMS, en los países en desarrollo con economías emergentes, la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil entre los niños en edad preescolar supera el 30%. / Fotolia

La Organización Mundial de la Salud ha señalado en distintas ocasiones que la obesidad infantil es uno de lor problemas más graves a los cuales se enfrenta la humanidad. Los datos más recientes de ese instituto, demuestran que en todo el mundo, el número de lactantes y niños pequeños (de 0 a 5 años) que padecen sobrepeso u obesidad aumentó de 32 millones en 1990 a 42 millones en 2013. Las proyecciones de la OMS señalan que para 2025, serán 70 millones de niños los que sufrirán esta enfermedad.

Tanto el ambiente como la herencia genética desempeñan papeles cruciales en el desarrollo de la obesidad. Sin embargo, y especialmente en los casos de obesidad infantil severa, la genética tiene un peso importante. Pese al esfuerzo de los últimos años, los factores genéticos que subyacen esta enfermedad siguen siendo en gran parte desconocidos.

Ahora, un equipo científico, liderado por las universidades Pompeu Fabra (UPF) y Autónoma de Madrid (UAM),encontró en 480 niños españoles nuevos genes involucrados en la obesidad infantil grave.

“La mayoría de las variantes genéticas detectadas asociadas a la obesidad han sido heredadas por parte de uno de los padres, que tiene una obesidad más moderada, y probablemente tienen un efecto dominante”, asegura Luis Alberto Pérez Jurado, líder de la investigación y jefe de la Unidad de Genética de la UPF y de un grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER) del Instituto de Salud Carlos III.

“La combinación de la carga genética con el ambiente tendiente a la obesidad que ha surgido en los últimos años con las sociedades industrializadas seguramente explica el hecho de que la enfermedad se expresa de forma más evidente en los hijos que en los padres”, añade.

Las claves en el sobrepeso

Varios de los genes descubiertos presentan funciones interrelacionadas con la regulación del apetito, la sensación de saciedad y procesos hormonales. GRIK1 y GRM7, por ejemplo, son fundamentales en el sistema nervioso central, uno de ellos está a cargo de la regulación del balance de energía y la ingesta.

Por otra parte, los investigadores encontraron también que el mal funcionamiento de un gen llamado GRPR, podría tener mucho que ver con la obesidad. GRPR es el gen que da lugar al receptor de la gastrina, una hormona encargada de facilitar la digestión en el estómago y promover la sensación de saciedad. “Su mal funcionamiento puede causar dificultades para sentirse saciado y, en consecuencia, provocar una mayor ingesta de comida”, comenta Pérez Jurado.

Por otro lado, el gen SLOC4C1 está involucrado, entre otras funciones, en el transporte de las hormonas tiroideas. Estas hormonas se han relacionado en numerosas ocasiones con variaciones de peso, siendo el hipotiroidismo una causa frecuente de sobrepeso.

Por último, los científicos han encontrado una variante en el gen NPY en una familia con varios casos de obesidad severa en al menos tres generaciones, con los varones presentando además un trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

“El gen NPY ayuda en el control del balance energético y la conducta, incluyendo la conducta alimentaria. Por este motivo, no resulta extraño que exista un vínculo entre el TDAH y la obesidad, dado que ambos pueden estar causados por trastornos de conducta regulados por el mismo gen”, comenta Clara Serra, autora principal del artículo.

“La obesidad es, hoy por hoy, uno de los principales problemas de salud pública en los países occidentales. Por esto es de vital importancia que, además de fomentar los buenos hábitos, estudiemos sus bases genéticas. Solo así lograremos entender mejor los mecanismos y la susceptibilidad de cada persona, y contribuir a evitarla o tratatarla y a frenar el impacto negativo que esta enfermedad ejerce sobre la sociedad”, concluye Serra.

Por Agencia SINC y Redacción Salud

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