Echarse solo una o dos siestas semanales se asocia con menor riesgo de ataque cardiaco

Un nuevo estudio observacional del hospital universitario de Lausana, Suiza, señala que la frecuencia de estos reposos influye en la probabilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular. El descanso ocasional se vincula con una reducción del 48 %.

María Marín - Agencia Sinc
10 de septiembre de 2019 - 03:17 p. m.
Las siestas ocasionales se asociaron con una reducción de casi la mitad en el riesgo de fallo cardiaco (48 %). 
 / Pablobybuffe
Las siestas ocasionales se asociaron con una reducción de casi la mitad en el riesgo de fallo cardiaco (48 %). / Pablobybuffe

El efecto de las siestas en la salud y su relación con los problemas cardiovasculares continua sin estar claro. Hasta ahora, las investigaciones habían analizado el impacto de estas según su duración o diferenciando entre aquellos que la practican y los que no. Ahora, un nuevo estudio ha centrado su estudio en la frecuencia con la que se hace esta interrupción durante la tarde. Los resultados, que han sido publicados en la revista Heart, indican que las personas que solo duermen la siesta una o dos veces por semana tienen menos riesgo de tener un ataque cardiovascular. (Lea: ¿Por qué siguen muriendo los bomberos y policías del 11S?)

Sin embargo, no existe este vínculo si se trata de siestas más largas o realizadas con más frecuencia. “En nuestro estudio solo encontramos una asociación entre la frecuencia de las siestas y las enfermedades cardiovasculares, mientras que no encontramos ninguna conexión con la duración de la siesta”, confirma a Sinc Nadine Hausler, principal autora del estudio.

Las siestas ocasionales –una a dos veces por semana–, se asociaron con una reducción de casi la mitad en el riesgo de fallo cardiaco (48 %) en comparación con los que no echaban ninguna siesta.

Por otro lado, aquellos que echaban siestas frecuentes –de 3 a 7 veces a la semana– tenían más somnolencia diurna y una apnea obstructiva del sueño más exagerada, un problema que ocurre cuando las paredes de la garganta se relajan y estrechan durante el sueño, interrumpiendo la respiración normal. En este grupo destacaban personas de edad más avanzada, hombres, fumadores y gente con sobrepeso. Para estos, el riesgo de fallo vascular aumentó hasta un 67 %; sin embargo, el aumento desapareció al tener en cuenta factores adicionales que pueden influir en la salud.

Seguimiento de los pacientes

El estudio se ha realizado en 3.462 residentes de Lausana (Suiza) seleccionados de manera aleatoria. Cada participante tenía entre 35 y 75 años cuando fue seleccionado para este estudio.

Para llevar a cabo la investigación se tuvieron en cuenta factores relevantes como la edad y la duración del sueño nocturno, así como otros riesgos que provocan enfermedades cardiovasculares, como la presión arterial alta o el colesterol.

La primera revisión de los participantes tuvo lugar entre 2009 y 2012, cuando se recopiló información sobre sus patrones de sueño y las siestas de la semana anterior. Su salud fue monitorizada posteriormente durante una media de cinco años y, durante el período de seguimiento, hubo 155 episodios de enfermedades cardiovasculares mortales y no mortales.

Los resultados mostraron que más de la mitad de los participantes, el 58 %, no echaron la siesta durante la semana anterior, el 19 % lo hicieron entre una o dos veces, un 12 % echaban la siesta de tres a cinco veces y  el 11 % lo hacía de seis a siete por semana.

Limitaciones

El estudio ha sido observacional, por lo que los investigadores no pueden extraer relaciones de causa y efecto. Además, la información sobre los patrones de sueño y siesta se basaron en el recuerdo personal de cada participante. A pesar de estas limitaciones, los expertos barajan varias posibilidades que explicarían las razones de esta conexión. María Marín  

“Las personas que se echan pocas siestas compensan la falta de sueño nocturno y, por lo tanto, este descanso puede tener un efecto liberador de estrés. En contraposición, la razón por la que las personas toman siestas frecuentes puede deberse a una condición crónica subyacente. Sin embargo, este es un estudio observacional y no podemos estar seguros del mecanismo”, explica la investigadora.

En un artículo vinculado, expertos de la Universidad de California (EE UU) señalaban que la investigación en este área se ve obstaculizada por la ausencia de un método estándar que sirva para medir las siestas.

“No existe un acuerdo común sobre cómo medir las siestas y, dado que encontramos que las personas que hacen esta interrupción diurna ocasionalmente estaban asociadas con un menor riesgo de ataque cardiaco, creemos que es importante tener en cuenta la frecuencia de las siestas y no solo la duración de las mismas”, concluye Nadine.

Aunque las vías fisiológicas exactas que vinculan la siesta con el riesgo de enfermedad cardiovascular no están claras, esta investigación contribuye al debate actual sobre los efectos de la siesta en la salud, y sugiere que lo que importa no solo es la duración, sino también la frecuencia.


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Por María Marín - Agencia Sinc

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