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Opinión

El apocalipsis cannábico que no ha ocurrido

Paola Cubillos
29 de octubre de 2020 - 02:17 p. m.

En el segundo aniversario de la legislación del cannabis de uso adulto en Canadá ya tenemos certeza de que las visiones apocalípticas no se se concretaron.

La legalización ha permitido la creación de una industria que ha generado millones de dólares hasta el momento – desde la legalización en 2018 la contribución al PIB canadiense ha aumentado significativamente al punto de contribuir el 0.26% del PIB.
La legalización ha permitido la creación de una industria que ha generado millones de dólares hasta el momento – desde la legalización en 2018 la contribución al PIB canadiense ha aumentado significativamente al punto de contribuir el 0.26% del PIB.
Foto: Pixabay

En el 2015, millones de canadienses votamos por la promesa que hizo el entonces candidato Justin Trudeau de iniciar el proceso de regulación del cannabis para uso adulto. Como era de esperar, las voces de protesta contra esta iniciativa que buscaría reducir significativamente el tamaño del mercado negro y desviar las ganancias de este hacia un sistema federalmente regulado no se hicieron esperar. Las visiones apocalípticas presentadas por figuras conservadoras suponían un panorama donde los jóvenes estarían “drogados” todo el tiempo, perderían sus empleos, perderían su potencial de contribuir a la sociedad, y causarían miles de accidentes de tránsito.

En el segundo aniversario de la legislación del cannabis de uso adulto en Canadá, sabemos que nada de esto ha ocurrido.

La legislación canadiense para cannabis de uso adulto, que empezó a forjarse desde que Justin Trudeau se posesionó como Primer Ministro en el 2015 y que entró en vigencia el 17 de Octubre de 2018 – fecha en la cual se llevaron miles de fiestas y celebraciones alrededor del país para dar bienvenida tal suceso histórico – está basada en tres pilares fundamentales: evitar que los jóvenes accedan al cannabis, desplazar el mercado ilegal de cannabis, y proteger la salud pública mediante la creación un mercado legal donde existan reglas estrictas para que los adultos accedan a cannabis de calidad controlada y proveniente de una nueva cadena de suministro estrictamente regulada.

Hasta la fecha, las estadísticas recopiladas por el gobierno canadiense durante los años 2018 y 2019 sobre el consumo de cannabis por los canadienses, y otras medidas que comparan con patrones anteriores a la legislación C-45, nos muestran que la situación no ha cambiado significativamente.

El consumo de cannabis por los adultos canadienses ha aumentado alrededor de un 2%, comparado con el consumo anterior a la legalización; este aumento del consumo cambió de 15% a 17% a nivel nacional, aumentando unos puntos porcentuales adicionales en las provincias marítimas. Sin embargo, según estas estadísticas oficiales, el consumo de los jóvenes entre 15 y 17 años en los tres meses que preceden el momento de administración de las encuestas no ha cambiado después de la legalización, y se mantienen en un 10%. 33% de los jóvenes entre 18-24 años reportan haber usado cannabis, una figura que tampoco ha cambiado con respecto a años anteriores.

Después de la legalización, mas canadienses reportan obtener cannabis de fuentes legales y menos reportan obtenerlo de fuentes ilegales, a pesar de la diferencia en precios entre los dos mercados: en la actualidad, 52% de canadienses compran cannabis de fuentes legales, y la proporción de personas que han adquirido cannabis de fuentes ilegales ha disminuido a un 40%. El objetivo final es llegar a una mínima contribución de parte del mercado ilícito, lo que ocurriría únicamente si el mercado legal puede competir en precio y calidad.

La legalización ha permitido la creación de una industria que ha generado millones de dólares hasta el momento – desde la legalización en 2018 la contribución al PIB canadiense ha aumentado significativamente al punto de contribuir el 0.26% del PIB, alrededor de CAD $4.3 billones, y representando un recaudo en impuestos federales de CAD$32 millones desde Abril 2019 hasta 2020, según Marijuana Business Daily- sin embargo quedan muchos aspectos que reforzar con respecto a salud pública, equidad y justicia social: programas encaminados a reducción de daño, particularmente en momentos donde la población mundial reporta mas niveles de depresión y ansiedad como resultado de la pandemia por Covid-19, y encuestas globales reportan aumento de consumo de cannabis por motivos de salud mental; acciones afirmativas para aumentar la diversidad e inclusión de comunidades vulneradas por la ilegalidad en la que existió el cannabis hasta 2018, como comunidades indígenas y de color; amnistía, compensaciones y eliminación de antecedentes penales para aquellos criminalizados por posesión.

A medida que el gobierno canadiense continúa haciendo un seguimiento riguroso sobre el impacto de la legalización, destinando recursos para el estudio de las consecuencias de la existencia de un mercado legal frente a diferentes parámetros de salud pública y para el diseño de estrategias de educación efectivas sobre prevención y reducción del daño, la información derivada de su experiencia es valiosa para que países como Colombia, que ya se adentran en el difícil terreno de la exploración legislativa de una regulación del cannabis de uso adulto tanto en el senado como en la cámara de representantes, puedan estudiar detenidamente los aciertos y desaciertos de dicho modelo regulatorio, y construir sobre su experiencia. Una eventual regulación del cannabis de uso adulto en Colombia basada en la evidencia.

*Paola Cubillos, M.D, N.D. Director Médico | Colombia | CB2 Insights

Por Paola Cubillos

 

-(-)29 de octubre de 2020 - 05:55 p. m.
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