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En el triunfo de Imatinib fue determinante Alejandro Gaviria

Colombia se convierte en referencia global de las decisiones públicas sobre acceso a medicamentos y el ministro de salud salta a la arena internacional como un líder tecnócrata-estratega, con tintes de héroe.

Claudia Vaca*
11 de junio de 2016 - 12:28 a. m.
Alejandro Gaviria es el ministro de salud y uno de los líderes por rebajar el precio de Imatinib. / Archivo.
Alejandro Gaviria es el ministro de salud y uno de los líderes por rebajar el precio de Imatinib. / Archivo.

 Dos ex-presidentes coordinan el comité de alto nivel sobre acceso a medicamentos convocado por el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon: Ruth Dreifuss primera mujer en alcanzar la presidencia de Suiza y Festus Gontebayne quien decidió distribuir de manera gratuita los medicamentos para el VIH/SIDA en su país, Botswana.

El panel ha considerado recientemente que existe una incoherencia implícita de política pública en materia de innovación. No se incentiva la generación de soluciones para las necesidades en salud de la mayoría de la población mundial y, allí donde hay innovación, esta es inaccesible. Innovación inaccesible porque en muchos casos ni los países de bajos ingresos, ni los países ricos, pueden pagar los precios prohibitivos a los cuales se comercializa.

Estas discusiones sobre salud pública, investigación científica e innovación farmacéutica ocupan un lugar central en el debate global, trascienden los espacios internacionales especializados en salud y convocan líderes globales de la talla de Dreifuss y Gontebayne.

Por eso la reciente decisión de Colombia, de declarar de interés público el Imatinib, para definir un precio que pueda ser pagado con recursos del presupuesto nacional, ha encendido los reflectores de la comunidad internacional. Entre mayo y junio de este año los principales periódicos internacionales y publicaciones especializadas cubrieron pormenores que antecedieron la decisión y con seguridad desplegarán notas informativas sobre la decisión y sus efectos.

La evidencia de presiones inaceptables e interpretaciones erróneas sobre el sentido y alcance del uso de las flexibilidades a la propiedad intelectual, suscitaron el apoyo de expertos, científicos e investigadores alrededor del mundo. Las cartas al presidente de Colombia y al Ministro de Salud fueron claras en establecer que, ni las flexibilidades a las patentes significan expropiación, dado que el dueño de la patente puede seguirla explotando. Ni es ético sugerir que asuntos nacionales prioritarios como la paz puedan ponerse en riesgo, si se decide priorizar la salud pública sobre los intereses comerciales.

Es posible que sin las voces internacionales, la decisión del Ministerio de Salud se hubiese complicado. Como sucedió con Brasil y Tailanda quedó demostrado que los países no pueden gestionar de forma aislada las duras barreras e inmensas presiones que surgen cuando deciden adelantar medidas de protección del interés público en asuntos de patentes.

A su vez la existencia de una política farmacéutica nacional coherente facilitó la decisión del Ministerio de Colombia. Pocos conocen que la estrategia de diplomacia en salud descrita en dicha política se ha desarrollado de manera rigurosa. Y dio sus frutos. Durante cinco años continuos el país ha participado en la Asamblea Mundial de la Salud con una delegación calificada del Ministerio de Salud y del Ministerio de Relaciones Exteriores, ha establecido alianzas estratégicas para defender los intereses y posiciones del país en la materia y ha propiciado la concertación y articulación de los diferentes sectores de gobierno.

El propio Ministro Gaviria ha asistido y leído discursos sencillos e inspiradores sobre su aprendizaje en la cartera, sobre los efectos locales de la agenda global de la industria de tecnologías en salud y sobre la necesidad de contar con el apoyo de la comunidad internacional, para hacer frente a las dificultades y retos del sistema de salud, y esto le ha generado un amplio reconocimiento.

En la pasada Asamblea Gaviria expresó claramente que se requería una declaración de respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la decisión que el país intentaba tomar en el caso Imatinib. Y la OMS respondió. Marie-Paule Kidney, Directora Adjunta de la Organización, envió una carta en la que informaba que en el 2015 el Comité de Expertos de la OMS incluyó el Imatinib en la Lista de Medicamentos Esenciales, cuatro años antes de que Colombia lo hubiera incluido, y expresaba que los países tenían el derecho de considerar las licencias obligatorias y a establecer mecanismos de negociación para lograr precios asequibles.

Con esta carta no sólo se logró el respaldo más calificado posible al proceso de negociación y a la decisión tomada por el país. Es un importante antecedente y un documento que será citado por académicos, activistas y expertos, en los debates que continúan abiertos sobre estos asuntos, en diferentes organismos de Naciones Unidas.

La novedad de la decisión de Colombia y su importancia en el escenario internacional es que establece, sin rodeos, que el precio de los medicamentos es un asunto de interés público. Esto significa no solamente que es legítimo hacer uso de las flexibilidades, por ejemplo las licencias obligatorias, cuando así se decida por razones interés público. Sino que significa que es posible que, en el marco de la declaración de dicho interés, que los gobiernos pueden negociar y establecer los precios que el sistema de salud pueda pagar.

La visibilidad del caso colombiano ha llamado la atención del panel de expertos de Naciones Unidas y posiblemente será considerado para emitir las recomendaciones que serán entregadas en el mes de septiembre de este año.

Es cierto que, de no existir la sociedad civil activa y calificada que presentó la solicitud de declaratoria de interés público, esta historia no estaría contándose.

También es cierto que, sin las redes sociales y la conectividad actual no se hubiera divulgado con tanta rapidez cada acontecimiento y la movilización de líderes de opinión del país y del mundo. Pero no es menos cierto, tal vez determinante, que estos sucesos transformadores requieren líderes con la consistencia, el carisma y la empatía de Alejandro Gaviria, quien ya es un líder global.

*Profesora Universidad Nacional de Colombia

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Por Claudia Vaca*

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