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Epidemia de suicidio en tribu de Brasil

La comunidad guaraní, en Brasil, tiene un promedio de suicidio 34 veces superior a la media nacional del país, y en una de sus comunidades, la tasa de muerte es 50% más alta que en Irak.

Redacción Vivir
11 de octubre de 2013 - 02:21 p. m.
Los guaraníes, un pueblo con más de 46.000 miembros, registra tasas de suicidio al menos 34 veces superiores a la media nacional de Brasil.
Los guaraníes, un pueblo con más de 46.000 miembros, registra tasas de suicidio al menos 34 veces superiores a la media nacional de Brasil.

Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra hoy, la organización Survival International entregó nuevas e impactantes cifras sobre la epidemia de suicidios que azota a los indígenas guaraníes en Brasil.

Los guaraníes, un pueblo con más de 46.000 miembros, registra tasas de suicidio al menos 34 veces superiores a la media nacional de su país, y según señaló el diario británico The Guardian en un informe especial, en el campo de Dourados donde habita una comunidad de esta tribu, la tasa de muerte es un 50% más alta que en Irak.

¿Cuál es la causa? Los guaraníes han perdido la mayoría de su tierra ancestral, con la que mantienen una profunda conexión espiritual, por la invasión de ganaderos y plantaciones de caña de azúcar. Los indígenas se ven forzados a vivir en condiciones deplorables, en los bordes de las carreteras o hacinados en reservas. Se enfrentan a la desnutrición, a una salud débil y al alcoholismo.

Las comunidades que intentan regresar a sus tierras afrontan niveles extremos de violencia a manos de los pistoleros que los ganaderos contratan para atacar y, a menudo, asesinar a los guaraníes.

Pese a que la demarcación del territorio guaraní debió haber finalizado hace muchos años, el proceso se ha estancado y los políticos brasileños debaten en la actualidad una enmienda constitucional que daría poder en el proceso de delimitación al Congreso, actualmente bajo el influjo de grupos de presión rurales anti-indígenas. Esto sería desastroso para los guaraníes y su campaña territorial.

A propósito, algunos indígenas activistas protestaron la semana pasada en el Congreso en Brasilia en contra de la reforma constitucional que transfiere de la rama ejecutiva a la legislativa la autoridad para demarcar, aprobar y establecer las tierras de los nativos y los parques naturales.

El propio ministro de Justicia de Brasil, Eduardo Cardozo, consideró de inconstitucional la medida y según varios informes gubernamentales y no gubernamentales la delimitación de los territorios guaraníes debía estar lista desde hace muchos años atrás.

Los datos de Survival International revelan que desde el año 2000 cada semana se ha suicidado, al menos, un indígena guaraní. De acuerdo con el ministerio de Salud de Brasil, en 2012 perdieron la vida de esta forma 56 guaraníes, aunque las cifras reales posiblemente sean mayores debido al subregistro de casos.

Llama la atención que la mayoría de las víctimas tengan entre 15 y 29 años de edad. De hecho, la última víctima conocida fue una adolescente de 17 años que se quitó la vida el miércoles 9 de octubre.

Rosalino Ortiz, un hombre guaraní, dijo: “Los guaraníes se están suicidando porque no tenemos tierras. Ya no tenemos espacio. Antes éramos libres; ahora ya no somos libres. Por eso nuestros jóvenes miran a su alrededor y piensan que no queda nada y se preguntan cómo pueden vivir. Se sientan y piensan, olvidan, se pierden y al final se suicidan”.

El antropólogo Efraín Jaramillo, uno de los responsables de un estudio llevado a cabo por Unicef y el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígena (Iwgia) sobre la situación de los guaraní dijo recientemente para Radio Nederland: “Los indígenas ya no están solos en ese mundo que antes les pertenecía, que dominaban y que les garantizaba una vida digna. Estas comunidades que están más afectadas por el suicidio eran reyes en sus territorios. No tenían conflictos ni con colonos, ni con madereros, ni con todos los que desean apoderarse de sus recursos naturales. Eso ya no es posible”.

El antropólogo también se refirió a la situación de las niñas en estas comunidades: “Las niñas son maltratadas por su entorno y se les obliga a realizar extenuantes jornadas de trabajo. Se las levanta muy temprano para ir a la charca por alimentos, luego tienen que cocinar, lavar la ropa mientras cuidan a sus hermanitos y elaborar artesanías para generar algún ingreso. Esta situación es deprimente y les quita a las niñas el afán de seguir adelante, pues consideran que vivir así no tiene ningún sentido”.

El mismo mal afecta a los embera, en Colombia, cuyos índices de suicidios en población joven (especialmente entre los 10 y los 14 años), lideran las tasas del país, según Unicef.

Al respecto de la situación del país, Efraín Jaramillo dice que el fenómeno es mucho más complejo que el de Brasil, y se relaciona con el cambio de contexto social que vivió la región del Pacífico colombiano, la cual pasó de ser un “remanso de paz” a ser la región más violenta de Colombia, debido a la invasión de los territorios embera por campesinos desplazados por la violencia en el interior del país, al sucumbir el propósito de la reforma agraria a mediados de los años 70.

A partir de 1995 el choque fue muy fuerte y el Pacífico -que estaba separado del resto del país por la Cordillera occidental- se volvió en pocos años en el epicentro del despojo de tierras por medio de la violencia (masacres), donde sobresalen la exclusión política y económica, la discriminación racial y donde se presentan los más altos índices de necesidades básicas insatisfechas. Es en estos años cuando comienzan a registrarse los primeros índices de suicidios de adolescentes indígenas”, afirma Jaramillo.

Survival International está pidiendo al Gobierno brasileño que demarque el territorio guaraní con la urgencia requerida y exhorta a compañías como la estadounidense Bunge, a dejar de adquirir caña de azúcar cultivada en tierra guaraní.

Al respecto, el director de la organización, Stephen Corry, dijo hoy: “Este es un claro y descorazonador recordatorio de la devastación y la miseria que el robo de tierras genera entre los pueblos indígenas. Lamentablemente los guaraníes no son el único caso. Los pueblos indígenas de todo el mundo a menudo registran tasas de suicidio mucho más altas que la sociedad mayoritaria. El llamado ‘progreso’ destruye frecuentemente a los pueblos indígenas, pero en este caso la solución está clara: demarcar el territorio guaraní antes de que más vidas inocentes se pierdan”. 

Por Redacción Vivir

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