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Formar más médicos, ¿una propuesta indecente?

A la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina y a muchos decanos no les gusta la idea de que los hospitales puedan formar a especialistas para superar el déficit que existe en el país.

Katherine Moreno Agudelo
12 de octubre de 2013 - 09:00 p. m.
Formar más médicos, ¿una propuesta indecente?

Las cifras consignadas en informes como “Recursos humanos de la salud en Colombia’ o el más reciente de Acemi indican con claridad que el país sufre un importante déficit en el número de especialistas. En áreas críticas, como anestesiología, faltan entre 485 a 732. Pero aunque el diagnóstico es claro, a la hora de plantear un tratamiento para este problema los líderes del sector no se ponen de acuerdo.

La propuesta hecha por el Ministerio de Salud, para permitir que los hospitales de alta calidad formen a especialistas y, además, que los médicos en formación reciban un pago por los servicios que prestan en clínicas y hospitales, tiene con los pelos de punta a más de uno en el sector académico y en los gremios médicos.

Para el doctor Jorge Julián Osorio, presidente de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (Ascofame) y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad CES en Medellín, “formar a un profesional no es solamente entregarle habilidades y destrezas”, por ello critica esta proposición al igual que el doctor Julio César Castellanos, director general del Hospital Universitario de San Ignacio: “Quien titula no resuelve el problema”.

Colombia es el único país donde un médico para estudiar una especialidad paga matrícula y además no se le remunera durante la formación”, dice el director del San Ignacio. Sin embargo, reprocha la propuesta del ministro Alejandro Gaviria de que los estudiantes en formación reciban un salario, pues no está clara la forma de financiación de ese modelo.

Jorge Julián Osorio, presidente de Ascofame, coincide con su colega: “El Ministerio de Hacienda ya ha dicho que —a pesar de que hay 4.000 residentes— solamente hay $15 mil millones para este pago, lo cual es bastante precario”. Sugiere fortalecer el programa de beca crédito, donde se le entregan dos salarios mínimos al mes al residente que estudie especialidades que necesite el país: pediatría, obstetricia, anestesiología, entre otras. Pero advierte que si se les dice a las universidades privadas que tiene que pagarles a los residentes, “pues tendremos que duplicar matrículas”.

Osorio cree que el modelo que propone el Gobierno conducirá a que los hospitales minimicen la formación de los estudiantes y la subordinen a la carga laboral: “Ahí verá dónde queda la parte ética”.

Contrario a esta postura, el doctor José Ignacio Zapata, director general del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt, indica que el tema crítico es que “no hemos entendido que formar a especialistas no es un negocio, sino una inversión en el país”. Hoy los estudiantes deben pagar una matrícula que en un 70% queda en manos de las universidades y el resto va a los hospitales donde hacen sus prácticas. En países como Estados Unidos, los médicos en formación reciben un salario igual o superior al de un médico general.

Número de cupos

Otro de los temas candentes en este debate es el número de cupos en las especialidades que abren cada año. Ascofame le echa la culpa de la dificultad de abrir más cupos al Ministerio de Educación. Dice que los estándares de calidad son excesivamente altos.

Para el director del Hospital San Ignacio, el tema de los cupos no es prioritario, ya que se debe pensar primero en el número de docentes y el espacio de los hospitales. “Eso de formar 200 médicos por especialidad no necesariamente es conveniente. Un docente debe explicar paso a paso cada procedimiento a sus estudiantes. Imagínese esa tarea no con dos o tres sino con 200 estudiantes. Los médicos deben operar a la velocidad que permita que la persona en formación haga su proceso y no genere un riesgo para el paciente”.

En cuanto a los cupos, Ascofame reconoce que en algunos pocos casos los gremios de especialistas ejercen cierta presión para que no se abran más cupos, pero insiste en que se trata de casos aislados.

Diego Calero, secretario de Salud de Cali y presidente de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación, nunca se ha opuesto a la apertura de cupos, “siempre y cuando se acompañe con el número de docentes adecuados para la formación y que se formen en las instituciones con las condiciones necesarias”.

Igualmente, Luis Alberto Blanco, director médico del Hospital San José, negó que exista un afán de no dejar salir especialistas por parte de las sociedades científicas. “Aquí los cupos de residencia están en función de la capacidad que los hospitales adscritos a la universidad tengan”. En lo que concuerdan los especialistas es que no podría existir una oposición sabiendo que el país requiere más especialistas, porque atentarían contra el derecho a la salud.

¿Empoderar a los médicos generales?

Una de las preocupaciones que retumba entre los profesionales del sector salud es el papel que están cumpliendo los médicos generales en toda esta situación y que sin duda está íntimamente ligado al déficit de especialistas.

Colombia —coinciden todos— necesita médicos generales preparados para atender muchas de las patologías que hoy llegan al especialista congestionando sus consultorios.

Últimamente he hecho un ejercicio y es revisar cuántos de los casos que llegan a mi consultorio realmente debería atenderlos yo y cuántos un médico general. Sólo 2 de cada 10 necesitaban ir a mi consulta”, añade José Ignacio Zapata, director general del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt.

Se trata de que no todo dolor de estómago tenga que ir al gastroenterólogo”, explica el director del Hospital San José y agrega que para resolver mejor los problemas de fondo se debe realizar un estudio que consolide en dónde hay déficit, además de definir el modelo de atención de acuerdo con las enfermedades que sufre la población y así, mediante una política pública que involucre el sector educativo y sector salud, alcanzar esa meta de cobertura.

El problema ahora es que la reforma a la salud podría hundirse en el Congreso y con ella se perdería la oportunidad de debatir estos  temas que afectan en últimas a los pacientes.

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Por Katherine Moreno Agudelo

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