Niñas y niños más pobres, más ansiosos, más infelices por el aislamiento

Una de cada tres niñas y niños sufre de ansiedad durante el encierro. Pero no solo efectos socioemocionales están calando en esta población, también se registra un aumento de pobreza, retrasos en tratamientos para menores con cáncer, pérdidas de aprendizaje y más abusos a nivel intrafamiliar.

Redacción salud
01 de julio de 2020 - 10:05 p. m.
Imágenes captadas estos días en Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá. En el país hay más de 15,4 millones de menores de 18 años que están confinados.
Imágenes captadas estos días en Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá. En el país hay más de 15,4 millones de menores de 18 años que están confinados.
Foto: Mauricio Alvarado

En Colombia, las niñas, niños y adolescentes llevan más de cien días aislados en sus casas como medida de contención del COVID-19. Un encierro semejante ha vivido la población infantil a nivel mundial, lo que prende alarmas sobre las consecuencias socioemocionales y físicas que tendrá para esta generación pasar más horas frente a pantallas y dispositivos, menos aire libre y estrés a raíz de una pandemia que ya ha cobrado más de 512 mil muertes en el planeta. Una de las preocupaciones latentes es que unos 16 millones más de niños de Latinoamérica podrían vivir en pobreza cuando termine el 2020 según UNICEF. (Lea: Desde 2016, militares han participado en 100 casos de abusos sexuales a menores de edad)

Aunque esa no es la única angustia sobre la población infantil. Una de las observaciones más recientes, a manos de la organización Save The Children, indica que el 52 % de los niños se sienten aburridos en casa. La encuesta, aplicada en más de 1.500 familias de Estados Unidos, reveló que el 49 % manifestaba sentimientos de preocupación por un padre o un ser querido con COVID-19. Uno de cada tres pequeños informó estar asustado (34%), ansioso (27%), confundido (24%), estresado (23%) y / o infeliz (22%).

La misma encuesta evidenció que el 79 % de los estudiantes de básica primaria y secundaria se siente realmente decepcionado por concluir de manera remota sus estudios. Esto, de hecho, representa un dolor de cabeza para los pedagogos que advierten no solo sobre lo que no están aprendiendo los menores sino cuánto de lo que ya sabían están olvidando. Solo en Colombia, estimó el Banco Mundial, los alumnos más pobres perderían el 49 % de sus conocimientos, y peor sería para quienes estén en el campo. (Lea: ¿Textos escolares para que los estudiantes no dejen de aprender?)

En cuanto al tema de salud, las cosas tampoco lucen esperanzadoras. Un reciente estudio publicado en The Lancet Oncology evidenció que “nueve de cada 10 especialistas en oncología pediátrica consultados en 20 países de América Latina retrasó o aplazó consultas de vigilancia con sus pacientes debido a COVID-19, mientras que entre 58 y 33 por ciento disminuyó procedimientos ambulatorios, cirugías y sesiones de radioterapia”, informó este miércoles el portal SciDevNet. Esos datos salieron de una encuesta en la que participaron 453 hematólogos oncológicos pediátricos de 20 países de América Latina.

Dentro de sus casas, asímismo, se acumulan otros problemas. Pensando en estas cuestiones, investigadores anglocanadienses publicaron un editorial en la revista Canadian Medical Association Journal señalando los riesgos actuales. Aumento en el conflicto con los padres, en la violencia familiar, más incertidumbre económica familiar, alimentos de menor calidad; especialmente para los más vulnerables, son algunos de los puntos. En el artículo, los autores manifiestan que “les debemos a nuestros hijos una investigación más cuidadosa sobre los efectos indirectos de Covid-19 para tomar las decisiones necesarias para mitigar las consecuencias negativas, así lo citó la web okdiario.

Por Redacción salud

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