Los virus habrían evolucionado para atacar más a los hombres que a las mujeres

Se demostró que los virus no atacan con tanta agresividad los cuerpos de las mujeres, pues ellas son huéspedes más valiosas para los virus, al ser capaces de transmitir a estos seres a sus hijos.

Víctor Roman - Revista N+1
27 de diciembre de 2018 - 12:39 p. m.
Es cierto que la mayoría de infecciones virales son más agresivas en los cuerpos de los hombres que de las mujeres. Investigadores tienen una hipótesis de porqué sucede esto.  / Wikimedia Commons
Es cierto que la mayoría de infecciones virales son más agresivas en los cuerpos de los hombres que de las mujeres. Investigadores tienen una hipótesis de porqué sucede esto. / Wikimedia Commons

Muchas infecciones causadas por virus son más graves en los hombres que en mujeres. Por ejemplo, los hombres infectados con tuberculosis tienen 1.5 veces más probabilidades de morir que las mujeres; y los infectados con virus de papiloma humano tienen 5 veces más probabilidades de desarrollar cáncer que las mujeres.

Durante un tiempo se pensó que este patrón se debe a las diferencias entre los sistemas inmunológicos de hombres y mujeres. Pero otra explicación es que las mujeres son anfitrionas más valiosas. Ellas pueden transmitir infecciones a sus hijos durante el embarazo, el parto y la lactancia materna, por lo que existe una presión evolutiva sobre los virus para que sean menos dañinos.

Para que un virus pueda infectar a otros, necesita producir más copias de sí mismo en el cuerpo. Hacer que su anfitrión se enferme es una consecuencia inevitable de esto. "Eso no es algo que un patógeno en particular se proponga hacer porque se dispara a sí mismo en el pie, en caso de que tenga uno", dice Vincent Jansen de la Universidad Royal Holloway de Londres.

Los investigadores, que publicaron su estudio en Nature Communicationsutilizaron modelos matemáticos para demostrar que en los agentes patógenos que afectan a ambos sexos, la selección natural en teoría debería favorecer a los que causan menos enfermedades en las mujeres, siempre que puedan transmitirse de madre a hijo.

El Caribe y Japón

Ellos argumentan que esta presión evolutiva podría explicar un enigma: el por qué el virus linfotrópico tipo 1 humano (HTLV-1) progresa a leucemia mucho más comúnmente en hombres japoneses que en mujeres japonesas, pero afecta a ambos sexos por igual en el Caribe. Sugieren que esta discrepancia se debe a que las mujeres amamantan a sus bebés con mayor frecuencia y durante más tiempo en Japón, lo que le da al virus la oportunidad de ingresar a otro huésped.

Sin embargo, para que este sea el caso, el virus tendría que ser capaz de detectar si está dentro de un hombre o una mujer. Aún no sabemos cómo haría esto, pero no es imposible, dice Jansen. "Hay todo tipo de vías hormonales y otras que son ligeramente diferentes entre hombres y mujeres", dice.

Si tuviéramos que identificar un mecanismo, eso abriría la posibilidad de manipularlo. "Podríamos intentar hacer que el virus piense que es en un cuerpo femenino en lugar de en un cuerpo masculino y, por lo tanto, tomar un curso de acción diferente", dice Jansen.

Más estudios

El estudio enfatiza la necesidad de realizar ensayos clínicos en ambos sexos, en lugar de predominantemente en hombres, como suele ser el caso, dice a New Scientist David Duneau, un biólogo evolutivo de la Universidad de Toulouse, Francia. "Los parásitos se están comportando de manera diferente en hombres y mujeres, por lo que necesitamos saber qué hacen en ambos sexos", dice.

Para ampliar esta idea, los investigadores planean analizar las enfermedades en otros animales, como los retrovirus que causan cáncer en los pollos. "Cuando las bandadas de pollos se infectan con un virus en particular, vemos que son más los pollos machos quienes desarrollan tumores que las hembras", dice.

Entender mejor el funcionamiento de los virus nos ayudará a combatir a los más dañinos. Por ejemplo, hace poco un equipo de investigadores colombianos encontró cómo se transportaba el virus de la rabia en sus huespedes. 

Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.

Por Víctor Roman - Revista N+1

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