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Portugal se suma a países que prohíben fumar en espacios públicos

Portugal se suma a partir del primero de enero a la lista de países que prohíben fumar en espacios públicos cerrados con la entrada en vigor de una ley que afectará a cerca del 20 por ciento de la población que se calcula es adicta a ese hábito.

El Espectador
02 de enero de 2008 - 11:47 a. m.

La nueva ley portuguesa establece que a partir de esta medianoche estará prohibido fumar genéricamente en todos los espacios de uso colectivo, norma que prevé también que el Estado ponga en marcha medidas de ayuda médica para quienes desean abandonar ese hábito.

Los fumadores portugueses tendrán que abstenerse de esa práctica en locales de trabajo, centros de salud y hospitales, museos y centros culturales, restaurantes, bares, discotecas, centros de educación y hoteles.

La norma, bautizada como la 37/2007 del 14 de agosto, prohíbe fumar en bares y discotecas con locales de menos de 100 metros cuadrados, lo que en la práctica afectará a más del 90 por ciento de los establecimientos del país.

La ley permite la creación de espacios para fumadores en locales de esa naturaleza que dispongan de más de cien metros cuadrados de superficie, siempre que éstos se encuentren convenientemente separados del resto y que ese espacio no ocupe más del 30 por ciento del área del local.

Fumar estará prohibido en todos los centros de salud a excepción de las unidades siquiátricas y las dedicadas a la rehabilitación de drogadictos y alcohólicos, que podrán disponer de áreas exclusivamente dedicadas a pacientes fumadores.

Los hoteles también podrán contar con habitaciones o pisos para fumadores, siempre que no superen el 40 por ciento de la superficie total del establecimiento.

La ley recoge también excepciones para las prisiones, que podrán organizar celdas para fumadores, permitiéndose también la práctica en las zonas al aire libre.

Los fumadores no podrán continuar haciéndolo en los centros de trabajo ni en cantinas o bares destinados por las empresas para sus empleados, aunque la norma permite la creación de áreas específicas para los que aún quieran encender un cigarrillo durante la jornada laboral.

La nueva ley antitabaco obliga además al Estado a prestar atención a los fumadores que deseen abandonar ese hábito a través de la puesta en marcha de consultas especializadas en los centros de salud de la Seguridad Social.

El programa diseñado por la Dirección General de Salud prevé que cada fumador realice entre cuatro y seis consultas médicas de una duración de unos veinte minutos.

El Ministerio de Salud calcula que existen cerca de 20.000 fumadores por cada 100.000 inscritos en los centros de salud de la Seguridad Social.

En el año 2000, un total de 8.100 portugueses murieron a causa del consumo de tabaco, de ellos 3.400 a causa de cáncer, según datos de la Dirección General de Salud.

Las multas para los fumadores que infrinjan la ley oscilan entre los 50 y los 750 euros, cantidad que se eleva hasta los 50.000 euros en el caso de los dueños de establecimientos y para servicios de la Administración que no cumplan la legislación.

Además, hay estipuladas sanciones que pueden alcanzar los 250.000 euros para infracciones relativas al incumplimiento de la ley en todo lo relacionado con la promoción, publicidad y patrocinio del tabaco.

El presidente de la Asociación Portuguesa por el Derecho al Consumo (APDC), Mario Frota, alertó del escaso periodo transcurrido entre su publicación -el pasado agosto- y la entrada en vigor de la norma, mañana, un tiempo que a su juicio no ha permitido la preparación psicológica por parte de los ciudadanos.

Francia extiende prohibición de fumar a los últimos lugares públicos cerrados

Fumar en bares, restaurantes, hoteles, discotecas y casinos estará prohibido en Francia desde la medianoche al extenderse a esos establecimientos el decreto antitabaco que desde febrero proscribe el humo en los lugares públicos cerrados.

"Todo el mundo tiene derecho a vivir en un aire sano", argumenta la ministra de Sanidad, Roselyne Bachelot, al rechazar moratorias o ajustes pedidos por el sector de la restauración, especialmente los 20.000 estancos-bares o cafeterías que venden tabaco.

Sin embargo, la ministra ha confirmado que habrá "tolerancia" para la cena de Nochevieja y el primer día del año: no habrá controles en las primeras 24 horas de esta nueva era sin tabaco.

Pero desde el miércoles los clientes de los aproximadamente 200.000 bares, restaurantes, discotecas, casinos y hoteles que enciendan un cigarrillo o puro podrán ser multados con entre 68 y 450 euros, mientras que los gerentes de los establecimientos que no hagan cumplir el decreto afrontan multas de entre 135 y 750 euros.

Tan sólo se podrá fumar en "fumaderos" -lugares herméticamente cerrados, con sistemas de extracción de aire independientes de la ventilación del resto del local, y donde no podrá haber prestaciones de servicios (para proteger a los 800.000 trabajadores del sector), o en terrazas, siempre y cuando estén abiertas por alguna parte. Como los fumaderos tienen un costo prohibitivo, pocos bares o restaurantes podrán permitírselos.

Otro problema lo afrontan las discotecas, donde, según las regiones, se pedirá que vuelvan a pagar la entrada a los clientes que hayan salido a fumar. El objetivo es evitar que aprovechen esa "pausa" para consumir alcohol en su automóvil.

En declaraciones al diario "Le Parisien", Bachelot excluye por el momento lanzar una brigada especial para perseguir a los infractores en bares, restaurantes, casinos, discotecas y hoteles (se podrá fumar en las habitaciones) y se declara convencida de que "las cosas se resolverán de una forma razonable y vencerá el interés general. Nuestro objetivo no es fastidiar a la gente, sino protegerla. No hay que olvidar que cada año hay 66.000 muertes causadas por el tabaquismo activo y 5.000 muertos por tabaquismo pasivo", afirma.

El actual ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, que como titular de Sanidad puso en marcha el decreto de noviembre de 2006 que prohibió el tabaco en los lugares públicos cerrados, dice que los franceses han entendido que "se trata ante todo de proteger a los no fumadores y los trabajadores y en ningún caso de señalar con el dedo a los fumadores".

"Hemos dado un gran paso en materia de sanidad pública", afirma Bertrand en "Les Echos", al felicitarse por el balance de la aplicación del decreto antitabaco desde febrero en empresas, administraciones, hospitales o escuelas.

Pero los estudios muestran que no han disminuido los infartos entre los menores de 65 años, contrariamente a lo que pasó en Italia, Escocia o Irlanda tras la prohibición de fumar en los bares.

La industria tabaquera prevé una bajada media del consumo de sólo un 3 por ciento este año en Francia, donde hay unos 15 millones de fumadores.

El sector de la restauración teme una bajada de ingresos de un 20-25 por ciento, al menos en los primeros meses de la prohibición, y se alza contra el principio mismo de esta reglamentación.

"Eso no tiene límites. Pronto van a prohibir el alcohol y, para comer en un restaurante, habrá que venir con los resultados de los últimos análisis de sangre", se queja el vicepresidente de la Unión de Industrias de la Hostelería (UMIH), Francis Atrazic.

Es lamentable, dice, que en Francia haya "posiciones extremas", mientras que otros países supieron hallar "soluciones transitorias".

En la misma vena, el ministro de la Función Pública, André Santini, aficionado a los puros, se preguntaba por qué Francia no adopta "un sistema responsable" como en España, donde son los gerentes de bares los que dicen "aquí se fuma, aquí no se fuma".

En la emisora "RTL", Santini apeló, como último recurso, al presidente francés, Nicolás Sarkozy, del que se conoce su afición a los puros, para que acuda al rescate de los fumadores.

Mientras, estanqueros y fumadores denuncian la "hipocresía" de un Estado que ingresa cada año más de diez mil millones de euros en impuestos sobre el tabaco, que constituyen el 80 por ciento del precio medio de la cajetilla de cigarrillos, que en 10 años ha subido un 80 por ciento para alcanzar los 5,30 euros, uno de los precios más altos de Europa.

Por El Espectador

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