Relatos sobre “la peor enfermedad”: la obesidad

Tres miembros del Programa de Cirugía Bariátrica del hospital El Tunal (sur de Bogotá), que acoge a un total de 1.700 pacientes con sobrepeso, cuentan sus batallas contra la comida. Una de ellas fue operada con bypass, el otro espera bajar kilos para su cirugía y el último necesita una intervención para sanar el daño de cadera que le produjo el peso.

Camila Taborda - @Camilaztabor
30 de octubre de 2019 - 02:00 a. m.
Hace cinco días se realizó en el Parque El Tunal la carrera "1 kilómetro más de vida". Estos fueron tres de sus participantes vinculados al Programa de Cirugía Bariátrica de la Subred Sur, una iniciativa para pacientes con obesidad.  / Fotografías: Mauricio Alvarado - El Espectador
Hace cinco días se realizó en el Parque El Tunal la carrera "1 kilómetro más de vida". Estos fueron tres de sus participantes vinculados al Programa de Cirugía Bariátrica de la Subred Sur, una iniciativa para pacientes con obesidad. / Fotografías: Mauricio Alvarado - El Espectador

Hace cinco días, 215 personas recorrieron bajo el sol la pista de atletismo del parque El Tunal, en el sur de Bogotá. Unos pocos trotaron hasta la meta y el resto caminó a su ritmo para terminar la carrera “1 kilómetro más de vida”. El fin era llegar, no importaba cómo, “cada uno en su proceso”, repetían los asistentes que manejan el Programa de Cirugía Bariátrica de la Subred Sur, una iniciativa para pacientes con obesidad.

Todas estas personas alcanzaron en un momento de la vida un índice de masa corporal superior a 35. Tal cantidad de grasa facilita la aparición de otras enfermedades como diabetes, hipertensión, apnea del sueño o depresión. Aquí, en compañía de 1.700 personas en las mismas condiciones, logran bajar el 10 % de su peso inicial. Son sometidos a una cirugía bariátrica: ya sea bypass gástrico, donde se recorta el intestino y el estómago o la manga gástrica, que reduce el estómago en un 70 % cual la manga de una camisa. Luego les practican una cirugía plástica para retirar los sobrantes de piel y así, concretan sus nuevas vidas. (Lea: El caso del hombre que ve el mundo en miniatura tras sufrir un accidente cerebrovascular)

Carrera "1 kilómetro más de vida" realizada el pasado viernes, 25 de octubre, en el Parque El Tunal. Este evento deportivo se realiza por quinto año consecutivo. 

Era adicta al pan

Marta Vivián Ciprián Linares

Ya voy para 4 años en el programa de la Subred Sur y estoy contenta porque mi vida me cambió. Era una persona que pesaba 124 kilos, tengo 32 años. Ahora no estoy trabajando, hice un curso de auxiliar de enfermería, pero no estoy haciendo nada. Antes tampoco hacía nada, porque por la obesidad no me recibían en ninguna parte. Primero que todo, porque me fatigaba mucho y porque cuando era obesa era muy encerrada. Me hacían mucho bullying, me decían que allá va esa ñoña, gorda que no cabía por la registradora. Y sí, para qué voy a decir mentiras, me subía a un bus y no cabía. Me tocaba decirle al señor que me subiera por la puerta de atrás.

Me engordé porque cuando estudiaba en el colegio comía mucha galgería, más que todo dulces, galletas, bombombunes y refrescos. Cuando me levantaba me desayunaba cuatro panes con café y huevos. Otro día tomaba un platado de caldo con papa, también pan. A las onces iba a la tienda y me compraba unas galletas, gelatina, jugo o café. Al almuerzo comía lo normal: fríjol, carne, arroz y papa, eso sí me mandaba una tajadita de maduro. En la tarde galgueaba paquetes de papas, cheese tris y gaseosas. En la noche volvía a comer arroz, huevo, papa, lo mismo del almuerzo. Lo que más me gustaba era el pan, era adicta al pan hojaldrado, de coco, de leche, de toda clase, y tostadas. Y mi familia no me ayudaba a nada. Mi mamá, mi hermano, mis tíos lo que hacían era antes traerme comida y darme. Mi papá no porque nunca viví con él, nos dejó desde a los dos añitos.

Empecé a sufrir de diabetes, hipertensión, apnea del sueño y respiraba mal para dormir. Llegué aquí porque me remitieron al programa, pero les tenía miedo a las cirugías, hasta que vi que las compañeras que habían operado antes estaban delgaditas y me animé. Decía cómo no voy a poder y me puse juiciosa con la dieta. Antes de las 9 de la mañana comer almojabana, pandeyuca o un buñuelo con un huevo tibio o perico. El té o el cafecito con leche deslactosada. De onces un pedacito de queso y al almuerzo fríjol, lenteja o garbanzos, la carne o el pollo, las verduras, pero nada de arroz, nada de papa y nada de yuca. Solo la proteína y la verdura, y en la noche lo mismo. Así bajé 24 kilos sin actividad física y me hicieron el bypass. Eso fue hace dos años, ya uno come como un bebé de un añito. Ahora estoy en 65 kilos y ya salgo de la casa. Empecé a tener amigos y estoy enamorada, pero no puedo tener relaciones sexuales todavía porque hace cuatro meses me hicieron la cirugía plástica. El pan ya lo dejé, no le voy a decir mentiras, por ahí peco pero no mucho, solo medio pancito.

Corazón lleno trabaja, ¿no?

Henry Moya Vargas
Tengo 44 años. Llegué hace dos meses a El Tunal con 217 kilos y como que la juventud se me despertó. Llegué porque me cansé de golpear puertas, la gente en la calle lo mira a uno feo por ser gordo. Es como si fuera la peor enfermedad y esta es una enfermedad de mucho cuidado; si el Gobierno no pone cuidado nos morimos, porque es silenciosa, peor que el sida o el cáncer, porque a uno lo que le entra es la comida, la comida y la comida.

Nací en Bogotá, vivo en Suba Rincón, de allá vengo, me gasto dos horas y algo en venir. Estudié hasta tercero de primaria y luego empecé a trabajar en una ferretería como ayudante y aprendí el arte de manejar. Cuando estaba allá cargaba peso, pero nunca me pagaron la seguridad social y trabajé 22 años con él. Cargaba dos metros de arena, 100 bultos de cemento, 200 bloques a mano en el camión y de ahí agarraba carretera. A eso me dedicaba todos los días.

Que recuerde, mi mami me dice que nací muy gordo, fui el único obeso de la casa. A mí me daba pena tomarme fotos, salir a la calle, porque los chinos se reían de mí. Pero me engordé más como camionero, porque me levantaba a las 3 de la mañana y el desayuno mío era al mediodía. Me desayunaba un caldo de papa con costilla, huevos pericos, arroz, empanadita, gaseosa y chocolate. Uno salía desayunado y a las dos cuadras compraba una o dos empanadas. Siempre ahí en el carro. El almuerzo era como a las 6 de la tarde. Era una bandeja con arroz, papa, yuca, doble porción de carne, más papita, más salsita, échale huevo frito y un litro de gaseosa. Uno se enseñó a comer así porque dicen que corazón lleno trabaja, ¿no? Y la comida, llegaba a dormir a medianoche, por ahí a la 1. Comía lo mismo que al almuerzo y me acostaba a dormir. Eso súmelo por 18 años.

Pero iba al médico y el médico me decía: “¿Si ve ese muchacho flaco? Se está muriendo de hambre. Usted está gordito, está bien cuidado y protegido. Anteriormente los médicos le decían a uno así, pero ahora lo ven flaco, y eso quiere decir que usted está bien alentada, que no sufre de nada, pero uno está jodido de todo. Pero claro, imagínese si en una dulcería quitaran los dulces, los paquetes de yupis, de cheetos y pusieran manzanas, bananos, naranjas, pues los niños, ¿que comerían? Pero aquí no lo hacemos a pesar de que con eso bajaríamos el nivel de los gorditos.

Acá llegué pesando 217 y ahora estoy en 192 kilos con solo dieta, pero la meta es llegar a 155 kilos. Me van a hacer el bypass, le pongo por ahí 2 meses, de pronto menos.

 

Jaime Venegas 

 

Por Camila Taborda - @Camilaztabor

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