Síndrome de la resignación: la extraña enfermedad retratada en el World Press Photo

Una de las imágenes galardonadas este año en el concurso de fotografía más importante del mundo muestra a un par de jóvenes víctimas del “sindrome de la resignación” ¿De qué se trata esta extraña enfermedad que solo aparece en los niños refugiados en Suecia?

Redacción salud
13 de abril de 2018 - 05:52 p. m.
El “síndrome de la resignación” solo se ha documentado en niños y jóvenes inmigrantes a Suecia. / Magnus Wennman - World Press Photo 2018
El “síndrome de la resignación” solo se ha documentado en niños y jóvenes inmigrantes a Suecia. / Magnus Wennman - World Press Photo 2018

Cada año, las imágenes más impactantes tomadas alrededor del mundo son ganadores del premio World Press Photo en distintas categorías. si bien el ganador absoluto de este año fue la fotografía de un hombre en llamas en las protestas de Venezuela contra el regimen de Nicolás Maduro, otra fotografía, ganadora en la categoría “Gente” retrata una extraña enfermedad.

En la fotografía, tomada por Magnus Wennman (Suecia) se puede ver a Djeneta, a la derecha, quien ha estado encamada e inconsciente durante dos años y medio. A su izquierda, su hermana Ibadeta está en la misma condición desde hace más de seis meses. ambas son víctimas del uppgivenhetssyndrom o, en español, “síndrome de la resignación”.

Esta enfermedad solo se ha documentado en niños y jóvenes inmigrantes a Suecia. El síndrome aparece después de que los pequeños se enteran que sus familias serán deportadas a sus países de origen.

Es entonces cuando los menores, que en su mayoría pertenecen a minorías étnicas como gitanos, yazidíes y refugiados de la Antigua Unión Soviética y los Balcanes, quedan completamente paralizados. Entran en un estado de coma inexplicable, pues sus signos vitales y funcionamiento neuronal son completamente normales.

Los pacientes están “totalmente pasivos, inmóviles, carentes de tono, retraídos, mudos, incapaces de comer y beber, incontinentes y sin reaccionar ante los estímulos físicos o el dolor”, narró en 2005 Göran Bodegård, quien entonces dirigía el ala de psiquiatría del Hospital universitario Karolinska, en Estocolmo.

Los primeros casos del síndrome de la resignación se documentaron hace 20 años, a finales de la década del noventa. Entre 2003 y 2005, se reportaron 400 casos, y, tras la crisis de refugiados de los últimos años, los casos siguieron apareciendo: la Junta Nacional de Salud de Suecia recientemente declaró que hubo 169 casos en 2015 y 2016. Pero fue en 2017, con un reportaje escrito por la periodista Rachel Avid para The New Yorker, cuando el mundo se enteró de esta extraña enfermedad.

Hay varias hipótesis que podrían resolver el misterio del síndrome de la resignación, pero ninguna es completamente satisfactoria. 

El doctor Karl Sallin, pediatra del Hospital Infantil Astrid Lindgren, le dijo a la BBC que lo más probable es que “hay ciertos factores socio culturales que son necesarios para que se desarrolle este trastorno”. Es decir, que en estos grupos culturales, esta sería una forma legítima de expresar el trauma para los niños.

"Desde nuestro punto de vista, esta enfermedad particular tiene que ver con el trauma pasado, no el asilo", le dijo a la cadena británica Annica Carlshamre, directora de Solsidan, un hogar para niños.

Para ella, cuando a un padre o una madre le avisan que no pueden quedarse en un lugar seguro, el niño entiende que su padre (o madre) no pueden cuidarlo. “Y se dan por vencidos porque saben que son totalmente dependiente del padre. Cuando eso ocurre, ¿en quién o qué puede confiar el niño?”, explica Carlshamre.

De acuerdo con la psiquiatra Emma Feytons, este síndrome solo se presentaría en niños pues “un adulto no se puede permitir entrar en coma si tiene personas a su cargo por las que pelear, sean hijos, padres, sobrinos..”, en cambio, los niños “han visto y ven, hay cosas que entienden y cosas que no, por ellos pasa todo y llegan un momento en el que colapsan. Los adultos pueden sufrir depresiones, autolesionarse y hasta intentar el suicidio, de eso hay mucho en los campos de refugiados, pero en sus cabezas hay un interruptor que no les permite este bloqueo”.

Hasta ahora, los niños que se han recuperado, casi en la totalidad de los casos, lo hicieron después de que el permiso de asilo fuera aceptado para sus familias. 

Por Redacción salud

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