Vivir en una zona ruidosa incrementa el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular

Vivir en zonas de alto ruido ambiental puede aumentar hasta un 30% el riesgo de accidentes cerebrovasculares. Por el contrario, vivir cerca de zonas verdes hace caer este riesgo hasta un 25%.

Redacción Vivir
30 de octubre de 2019 - 08:36 p. m.
Pixabay
Pixabay

Vivir en zonas de alto ruido ambiental puede traducirse en un alto costo para la salud.  Investigadores de españoles y norteamericanos creen que el riesgo de enfermedad cerebrovascular puede aumentar hasta un 30% para las personas que viven en zonas más ruidosas. Por el contrario, vivir cerca de zonas verdes hace caer este riesgo hasta un 25%. Esta es la primera vez que se analizan estos factores en relación con la gravedad de esta enfermedad.

Para el estudio publicado en la revista Environmental Research, los investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, el Instituto de Salud Global de Barcelona y de la Universidad de Brown analizaron la influencia de los niveles de ruido, la contaminación atmosférica (en concreto las partículas en suspensión de dimensión inferior a 2,5 micras (PM2.5) y la exposición a zonas verdes en cerca de 3.000 pacientes atendidos en el Hospital del Mar por enfermedad cerebrovascular entre los años 2005 y 2014. 

"Hemos visto que hay un gradiente, a más espacios verdes, menos gravedad del accidente cerebrovascular. Y a más ruido, más gravedad. Esto da pie a pensar que per se, tienen un papel independiente de otros factores que tradicionalmente se han relacionado con la gravedad inicial del ictus", ha explicado Rosa Maria Vivanco, investigadora del Grupo de Investigación Neurovascular del IMIM y primera firmante del trabajo, en un comunicado de la organización.

Xavier Basagaña, otro de los autores, destacó que "la exposición a espacios verdes puede tener beneficios para la salud a través de diferentes mecanismos. Por ejemplo, puede reducir el estrés, fomentar la interacción social o aumentar los niveles de actividad física". 

"Estudios anteriores habían mostrado que vivir en lugares con elevados niveles de contaminación atmosférica o ruido, o con menos áreas verdes, expone a la población a un riesgo más alto de sufrir un accidente cerebrovascular. Este trabajo amplía nuestro conocimiento sobre este campo, mostrando que el lugar en el que vivimos no solo afecta al nivel de riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, sino también su severidad cuando se produce", explicó Gregory A. Wellenius, del departamento de Epidemiología de la Universidad de Brown.

En este sentido, los resultados indican que los pacientes que vivían en zonas con más ruido presentaban una enfermedad más graves cuando llegaban al hospital.  "La gravedad de depende de diferentes factores, entre ellos la extensión de la lesión cerebral, del área cerebral concreta afectada, del subtipo, de la existencia de factores de riesgo asociados (diabetes, fibrilación auricular, carga arteriosclerótica), etc. La demostración de que, además de todos estos factores, aspectos ambientales como los espacios verdes o el nivel de ruido urbano, tienen un efecto sobre la gravedad y por lo tanto sobre nuestra salud, aporta una información que tiene que ser tenida en cuenta por los planificadores políticos y sanitarios", destacó Jaume Roquer, jefe del Servicio de Neurología del Hospital del Mar.

El objetivo de los investigadores no era determinar el nivel de ruido a partir del cual hay un incremento del riesgo, sino la detección de un gradiente al comparar pacientes que vivían en zonas más ruidosas con los que lo hacían en áreas con menos ruido. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda unos niveles de contaminación acústica procedentes del tráfico de un máximo de 53 decibelios durante el día y de 45 durante la noche.

"La media del nivel de ruido en el cual han sido expuestos los pacientes y también la población del área del estudio, obliga a una reflexión, ya que está considerablemente por encima de los recomendados por la OMS", apuntó Carla Avellaneda, coautora. El mismo grupo de investigadores ya reveló que los altos niveles de contaminación atmosférica procedente de los motores diésel inciden en un incremento del 20% del riesgo de sufrir un ictus aterotrombótico.

Accidentes cerebrovasculares

El ictus o accidente cerebrovascular se debe a la obstrucción de un vaso cerebral, representa entre el 80 y el 85% de todos los casos. Esta falta de flujo sanguíneo al área del cerebro afectada puede llegar a producir lesiones permanentes. El riesgo de sufrir un ictus está estrechamente relacionado con factores como la edad, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad, el sedentarismo y, como se ha demostrado recientemente, con otros factores como la contaminación atmosférica.

 

Por Redacción Vivir

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar