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Homenaje al silencio

Muy merecida la candidatura como “Mejor actor de reparto” para Max Von Sydow, el legendario actor sueco-francés de 82 años, con 145 películas en su haber por su papel en “Extremely Loud & Incredibly Close”.

Elsa Tobón, colaboradora de Soyperiodista.com
26 de enero de 2012 - 11:40 p. m.

Me molestan las películas que se centran en un niño como actor. Aunque muchas son conmovedoras, no dejo de pensar en que a ese protagonista, de una manera u otra, le están robando su infancia con el aplauso y consentimiento del público, a quien parece no importarle esa ‘sofisticada’ forma de explotación.

Pero a pesar de ello fui a ver la película “Extremely Loud & Incredibly Close”. Y como a muchos, me sorprendió su nominación al Oscar en categoría de mejor película. Más no la del Oscar como “Mejor actor de reparto” propuesto para Max Von Sydow, el legendario actor sueco-francés de 82 años, con 145 películas en su haber. No en vano ha tenido múltiples nominaciones a lo largo de su carrera, aunque pocas veces se ha quedado con el galardón.

Basada en la novela de Jonathan Safran Foer, “Demasiado duro e increíblemente cerca”, traducido por algunos como “Tan fuerte, tan cerca” narra la historia de Oscar Schell, un niño neoyorkino de 11 años interpretado por Thomas Horn, quién sin ser autista tiene dificultades para relacionarse. Su padre, Thomas Schell, joyero de profesión e interpretado por Tom Hanks, muere “el horrible día” cuando una de las torres gemelas colapsa. Deja a su familia 6 mensajes advirtiendo que estaba en una reunión en el piso 105, que todo estará ‘OK’, que los quiere mucho. Oscar está en la casa, escucha los mensajes, pero el miedo lo paraliza y es incapaz de contestar el teléfono. Oculta las evidencias y miente a su madre al respecto. Se distancia de ella. Llega a gritarle que preferiría que ella fuera la muerta.

Thomas tenía con su hijo la relación que nunca tuvo con un padre, quién abandonó a la madre apenas supo que estaba embarazada. Por eso es más que un padre para Oscar. Es un compañero de juegos y aventuras. Un guía y un cómplice. Alguien que influye de manera decisiva en la vida del niño, quién se siente perdido con su muerte, se niega a aceptarla y no puede hacer el duelo. Buscando respuestas encuentra un pequeño sobre que contiene una llave y que tiene la palabra “Black” escrita. Se imagina que su padre le dejó ‘algo’ en un locker, que debe encontrarlo y se enfrasca en la tarea de recorrer la ciudad de Nueva York de arriba abajo buscándolo.

La crítica ha sido dura con la película. La califica de ‘manipuladora’ e inverosímil. Llena de baches y de fantasías. Aunque la temática gira alrededor de la tragedia del 9/11, que se presta para muchas manipulaciones, tengo una visión diferente: la película muestra el problema de la relación entre padres e hijos y el duelo no resuelto, no hablado, vivido en introspección, con culpa y vergüenza. No como familia sino como personas aisladas.

Cada uno de los dolientes, Oscar, su madre Linda, interpretada por Sandra Bullock, su abuelo paterno, quien leyendo la lista de los muertos cree que uno de ellos es el hijo que nunca conoció y cuya familia debe encontrar. Todos, a pesar de estar tan cerca unos de otros, están solos, incomunicados y lejanos. Todos, a pesar de "gritar" de dolor, conservan la careta y creen que “todo está bien” y seguirá bien. Se esconden unos de otros para llorar su pena. Esencia que capta el título.

Para algunos el centro de la película es el niño. Para mí es el abuelo. Sin poder revelar ni su nombre ni su identidad se oculta tras el genérico apodo de “El inquilino” o “The Renter”, en inglés. Pero tampoco puede hablar. Y sin poder hacerlo, sin decir ni una sola palabra, sin mímica, sin maquillaje, solo con la expresión reflejada en sus ojos y su boca, este veterano actor habla de la vida, de los miedos, de la necesidad de enfrentarlos así él no sea capaz de enfrentar el suyo propio. Es un tributo al silencio no a la manera de Jean Dujardin ni de Michel Hazanavicius –nominados en la categoría de ‘Mejor actor principal’ y ‘Mejor Director’ en "The Artist". Este es un silencio más profundo, más triste, más reflexivo, ayudado por frases cortas escritas en hojas de una pequeña libreta, y que permite al niño descubrir no sola la identidad de un abuelo que le niegan por no perdonar el abandono a la abuela embarazada, sino que lo que buscaba no se abre con ninguna llave física, que el mensaje de su padre tiene que ver con el corazón y con el amor. Con la familia como grupo. Con las relaciones entre ellos.

La actuación de Sandra Bullock en el papel de Linda, la madre de Oscar, no tiene nada de notable. Es igual a muchas. El tema despierta una gran polémica y sentimientos encontrados. La película tiene un excelente sonido, buena fotografía y un hilo narrativo interesante, que combina diferentes tiempos. La vista de los rascacielos de Nueva York desde una piedra del Central Park es espléndida. El director, Stephen Daldry, es el mismo de “The Hours” y “The Reader”, dos excelentes películas. El guionista que adaptó el libro, Eric Roth, es el mismo de “Forrest Gump” y “The Insider”. Pero en mi opinión, nada de eso le alcanza para ganarse el Oscar como mejor película.

Quien sí puede quedarse con la estatuilla como mejor actor secundario es el señor Max Von Sydow. Su actuación es más que extraordinaria. Es conmovedora. Dan ganas de ayudarlo. Esa sola interpretación hace que valga la pena ver la película.

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Por Elsa Tobon, colaboradora de Soyperiodista.com

Por Elsa Tobón, colaboradora de Soyperiodista.com

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