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Su fachada no llama la atención. A simple vista, es otro edificio más de concreto con grandes ventanales azules y bordeado de palmeras en Sunrise, un pueblo de 85.000 habitantes muy cerca de Miami. Y esa es, precisamente, su principal cualidad: que casi nadie sepa que en su interior se está planificando un renacimiento tecnológico.
Aquel edificio es, de hecho, uno de los más valiosos activos de Blackberry, el fabricante canadiense de teléfonos móviles que desde hace un mes se ha propuesto recobrar el primer lugar en la industria mundial que cedió a Apple y Samsung.
Aquel edificio extenso (abarca cerca de 9.200 metros cuadrados) es el Centro de Diseño, Investigación y Desarrollo que la compañía inauguró en la Florida desde 2009, y en él se han desarrollado algunos de los equipos más célebres de su historia corporativa: el Curve 8520, uno de los más populares teléfonos de Blackberry con la venta de 48 millones de unidades desde su lanzamiento en 2009.
Desde esa fecha se han desarrollado otros 10 teléfonos en sus instalaciones con los más altos estándares técnicos: pruebas de resistencia a caídas desde un metro de altura, respuesta de la antena a los requerimientos de la red celular, la sincronía entre las señales de audio recibidas por el micrófono y las entregadas en el auricular en ambientes de ruido excesivo, respuesta de sus componentes ante descargas de energía estática, entre otros.
“Nuestro objetivo es probar el rendimiento de cada equipo bajo cualquier tipo de condición, situación y ambiente. De ahí que en este edificio tengamos equipos cuyo valor asciende a US$40 millones”, explica Bill Seefeldt, vicepresidente de Ingeniería de Producto de la compañía.
Él es el encargado de supervisar hasta el mínimo detalle técnico. Una cualidad vital para una empresa que se ha propuesto revivir sus años dorados, aquellos cuando dominaba cuotas mundiales de mercado de más de 40% y no el 1,8% que registró la consultora Gartner en septiembre.
El objetivo ha sido fijado por John Chen, el nuevo presidente de Blackberry. Y la estrategia para lograrlo se compone por cuatro pilares, siendo el primero, el de la seguridad, la piedra angular de la nueva operación.
“Nos hemos asegurado de crear un ambiente de soluciones corporativas totalmente seguro, sin amenazas de seriedad para la operación de los clientes que nos han elegido para soportar su negocio”, explica Wes Nicol, su gerente para América Latina.
Ése, su segundo pilar, se fortalece con una estrategia en la nube (cuenta con 30.000 servidores) que busca alojar todo tipo de aplicaciones corporativas sin importar el sistema operativo de directores, ejecutivos y empleados: su entorno multiplataforma permite la operación de equipos con sistemas operativos Android, iOS y Windows Phone sin problema.
Su tercer pilar busca revolucionar uno de sus puntos más débiles: su tienda virtual cuenta hoy con 250.000 aplicaciones, un número bajo al compararse con los más de 1 millón disponibles en las de Google y Apple. La compañía se ha propuesto dejar esta realidad atrás y hoy ultima los detalles de un acuerdo estratégico con uno de sus competidores para que sus aplicativos puedan operarse en equipos Blackberry.
Y este es su último pilar, quizás el más difícil. “Seguiremos apostándole a nuestros equipos. Juegan un papel vital en nuestra estrategia”, confirma Nicol. Un mensaje que requerirá, necesariamente, de convencer al consumidor de que Blackberry aún tiene mucho por dar.
dmayorga@elespectador.com
* Nota posible gracias a la invitación de Blackberry.