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“La partitura es mi amante”

El artista Francisco Zumaqué fue homenajeado en el festival de música clásica de Cartagena.

El Espectador
14 de enero de 2010 - 10:30 p. m.

¿Cuánto se demoró escribiendo el ‘Himno a Colombia’?

Me demoré tres semanas escribiéndolo, pero pensándolo creo que llevo toda la vida. Así es este oficio.

¿Cuál es la composición de su padre que más recuerda?

Sin duda ‘A orillas del río Sinú’.

¿Qué instrumento le gustaría aprender a tocar?

El instrumento que sigo aprendiendo a tocar es la orquesta, porque a través de ella me expreso. Es complejo, no me va a alcanzar la vida para tocarlo bien.

El primero que aprendió a tocar.

La guitarra, debido a que mi padre tenía un trío con el que interpretaba el repertorio de los Panchos, de Los Tres Diamantes. Tenía dos o tres guitarras en la casa, de niño le eché mano a una de ellas a escondidas y empecé a experimentar.

Su mayor logro como director artístico de Sony Music.

Todavía no era Sony, sino Discos CBS. Ahí tuve muchas satisfacciones, una de ellas fue hacer el disco de los Gaiteros de San Jacinto en el que estaba La maestranza y Anoche dormí contigo.

Aparte del saber musical, ¿qué le dejó su estadía en Francia?

Me quedé con todos los grandes de la literatura francesa y fue allá donde aprendí a cocinar.

Su mayor aporte a la música colombiana.

Eso se los dejo a los críticos y a la historia. Pretendo exaltar la diversidad de nuestros cantos. Ya logré que el público cante a una sola voz el ‘Sí, sí Colombia, sí, sí Caribe’, eso es emocionante.

El mejor compositor de todos los tiempos.

Mis favoritos son Mozart, que me enseñó el rostro de la música clásica; Beethoven me enseñó la fuerza y Bartok me mostró que es posible hacer una gran música con raíces de su propia tierra.

La música que no soporta.

La mala música. Escucho de todo: música clásica, jazz, rock y hasta reggaeton, porque el objetivo de un músico es tener en la cabeza todas las sonoridades.

¿Hay música que no tiene arreglo?

Hay músicos que no tienen arreglo, otros no están en la onda y otros están fuera de nota.

Un recuerdo de su paso por la Fania.

El tema Semilla de amor, que hicimos con Héctor Lavoe. Él estaba en el hospital, y con Johnny Pacheco lo fuimos a sacar de ahí para grabar. Su talento quedó plasmado en esa pieza.

La canción que lo pone a bailar.

Colombia Caribe, con su ‘Sí, sí Colombia, sí, sí Caribe’.

¿‘Macumbia’ es más erudita?

Es más relajada, más nostálgica y más del alma.

¿Cómo le fue con los Veteranos del Caribe?

Ha sido una alegría estar cerca de ellos, porque me conectan con el pasado, con la belleza y con la historia musical de este país.

¿Cómo ve la proyección de la música colombiana?

Excelente. Toca mejorar algunos detalles, pero se está desarrollando con una fuerza increíble. Podemos decirle al mundo que estamos maduros.

¿Qué le hará falta?

Hasta ahora faltaban buenos agentes y apoyos, pero tenemos muy buenos exponentes.

¿Y qué le sobra?

Tenemos demasiado sabor y, como dirían los músicos folclóricos, demasiado ‘asunto’, cualquier tamborero de esquina pone a gozar al que sea.

¿A qué le teme?

A no poder seguir trabajando en lo que me gusta.

¿La partitura es amiga o enemiga?

Es tan amiga que la acaricio, la beso, la consiento… es mi amante.

¿Canta en la ducha?

En la ducha, en la cama, en la cocina y en todo lado, porque el ejercicio de la composición se hace las 24 horas del día.


Defina: Alejandro Durán.

Parte de mis raíces musicales porque estuvo el día de mi nacimiento.

Gaiteros de Cereté.

Raíces más profundas todavía. Son el alma del canto que quiero divulgar.

Los Macumberos del Sinú.

Lo más bello que me pasó en la vida, porque implican la amistad con mi papá.

Tiburcio Romero.

Él me puso las manos sobre el piano.

Dámaso Pérez Prado.

La fuerza y el ritmo de la orquestación.

Justo Almario.

Mi hermano de corazón. Con él compartí las primeras experiencias juveniles en la música en Medellín con el grupo Di Lido.

Gabo le dijo: “Zumaqué me suena a música…” ¿ese es el mayor elogio que le han hecho?

Es el mayor elogio en los últimos días y lo recibo con mucha gratitud, porque eso implica un compromiso: tengo que seguir sonando a música.

Le han dado serenata?

Claro. La serenata es el homenaje más bello que le pueden ofrecer a una persona.

Lo que más extraña de Córdoba.

A mi mamá y a mi familia. Su gente me hace mucha falta por la calidez en su forma de ser.

¿Cómo le transmitió su padre el gusto por la música?

Antes de mi nacimiento existen dos o tres generaciones de ancestros dedicados a la música.

¿En dónde dejó la ingeniería?

No la he dejado. La ingeniería química y civil me han servido porque hacer música es un poco un trabajo de brujo, hay que poner un poquito de una esencia y otro poquito de otra. Además orquestar y componer es una cuestión de cálculos y de cuadrar aspectos matemáticos.

¿Entonces usted es ingeniero químico y además ingenioso y creativo?

No terminéninguna ingeniería pero sí soy un poco ingenioso, inventivo y creativo, pero sobre todo, soy un tipo con una gran determinación.

Aparte de la música ¿para qué es hábil?

Cocino bien y soy hábil para hacer amigos, soy muy querendón.

¿La música y la cocina tienen en común el sabor?

Absolutamente. Un buen compositor tiene que ser un buen cocinero y un buen cocinero debe tener talento musical porque es combinar elementos para producir algo rico.

¿Y para qué es negado?

Para la ingeniería química y lacivil. Sin embargo, no me metería en la política, no toco ese rango.

El mejor compositor colombiano.

El pueblo colombiano porque ha sido capaz de parir genios como Antonio María Valencia y Antonio María Peñalosa entre muchos otros.

Un lugar paradisíaco.

Cartagena no está nada mal pero yo diría que toda Colombia es un paraíso de diversidad musical. Estoy considerando la posibilidad de pasar más tiempo en el Caribe, me nutre como artista.

¿Cuántos premios ha ganado?

No los cuento porque de pronto eso me hace vanidoso. Lo importante es el trabajo. Los premios de cierta manera lo entierran a uno,  lo que me hace estar vivo es el próximo trabajo. El mayor premio es la alegría en la gente que escucha la música que uno hace, es como ganarse la lotería, no hay lugar en dónde guardarla.

Por El Espectador

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