Marcela Benjumea: “‘El robo del siglo’ es un ‘thriller’ que Colombia no haría”

Marcela Benjumea dice que su formación en el teatro le facilita trabajar en este tipo de series, en las que una escena se repite hasta 30 veces. / Cortesía: Netflix

“El robo del siglo” sigue el formato de producciones internacionales. ¿Le gusta esta apuesta por crear historias de género y ficción?

Colombia tiene cómo hacer las cosas bien hechas, porque el país genera más contenido del que uno quisiera. También, creo, podemos hacer un contenido que compita a escala internacional y no regional. El robo del siglo es un thriller que Colombia normalmente no se aventuraría a hacer; hablo de las productoras más que de los canales de televisión. Netflix abre la posibilidad de mostrar cosas distintas y entonces nos podemos aventurar como creadores o productores a realizar nuevos productos. Esto nos abre enormes posibilidades, pero también nos ha tocado adaptarnos y conocer, y también estudiar para poder estar jugando en la misma cancha.

Como actriz, ¿cuál es su forma de tomar el proceso de estudiar y adaptarse?

Lo disfruto un montón. Soy actriz de teatro, entonces me gusta la repetición y trabajar a fondo, y cuando hago procesos como estos, lo que se necesita es paciencia, profundidad, y eso para mí ha sido maravilloso.

¿Qué tan diferente es la concepción de un personaje en una serie con sesenta capítulos y en una que tiene seis?

Mucho. En tiempo de trabajo no es que sea mucha la diferencia, pero en la calidad del trabajo sí, porque el hecho de que hagas las cosas repetitivamente te lleva a hacerla cada vez mejor y seguramente el resultado final sea mucho mejor. Cuando hay que grabar 28 escenas por día es muy difícil profundizar; se intenta y se lucha, pero es difícil.

En “El robo del siglo” interpreta a Doña K. ¿Cómo se ubica ella entre el abogado, que es un personaje estratega y pausado, y Chayo, que es el de las ideas, pero con temperamento más volado?

Doña K es la productora ejecutiva. Ella consigue el dinero y hace que sea posible. Reúne la sabiduría del abogado y sus miedos, con las buenas ideas de Chayo. Hace una mezclita y la pone a funcionar.

En el primer capítulo el televidente ya conoce el temple de Doña K. ¿Ayuda el teatro a presentar un personaje que, con su mirada y su postura, más allá de los diálogos, indica quién es?

Para mí el trabajo es fundamental. Pienso que al que comienza en este oficio y no hace teatro le va a costar mucho enfrentarse a procesos como el de esta serie, porque el trabajo no solo tiene que ver con que las veces que aparezca el personaje sea contundente para que deje marca, sino que tiene que repetir lo mismo, tranquilamente, quince o veinte veces con la misma intención y el mismo tiempo, y esa es una herramienta que se gana en el teatro, por el mismo formato… cada noche se presenta lo mismo y eso implica un entrenamiento importante. La idea es que el público debe sentir que la historia que está viendo está sucediendo por primera vez y se le ocurrió al personaje por primera vez.

¿Cómo ve el panorama del teatro?

Creo que el teatro es comunicación y es imperativo salvar las salas para que la gente tenga acceso a la cultura. Es, también, una forma de realizar el oficio de actor, de dramaturgo, de productor, de director. En la medida en que no se puedan abrir las salas, el teatro se tiene que seguir moviendo, así sea a en formato virtual. Eso necesita ayuda e infraestructura porque, por ejemplo, lo que presentaba Cine Colombia los fines de semana en la mañana (producciones teatrales internacionales) también lo disfruta la gente; así que desde lo audiovisual se puede ayudar al teatro para presentar obras hasta que se puedan abrir las salas.