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Electrodos contra la incontinencia

El control de la vejiga escapa a uno de cada cinco adultos - La técnica de los implantes electrónicos, reversible y no cruenta, logra hasta el 80% de eficacia.

Carmen Girona -Madrid / El País de España
16 de abril de 2010 - 09:35 p. m.

La incontinencia esconde miles de historias (se calcula que, en diversos grados, la urinaria la padece más del 20% de los adultos, la fecal, alrededor del 1%): personas que tienen que ir al aseo cada 10 minutos, que llevan absorbentes o colector, pierden las relaciones sociales, y su autoestima. La mayoría no acude al médico por vergüenza, desconocimiento, o porque piensan que es un proceso del envejecimiento. Sin embargo, la incontinencia, tanto urinaria como fecal, dispone de tratamientos eficaces. La neuroestimulación de raíces nerviosas por medio de una especie de marcapasos a la altura de las vértebras sacras es una de las más novedosas y consigue mejoría o curación hasta en el 80% de los casos graves, según recogió un curso la semana pasada en el hospital Ramón y Cajal de Madrid.

La incontinencia afecta más a mujeres que a hombres y aumenta con la edad. A veces, se produce por degeneración muscular y nerviosa, y otras se relaciona con partos múltiples, lesiones quirúrgicas, tratamientos oncológicos y enfermedades neurológicas. La incontinencia urinaria más frecuente es la de esfuerzo, la que se produce al toser o estornudar. El otro tipo es la de urgencia, cuando la persona tiene unos deseos imperiosos de orinar. En cuanto a la fecal hay una gran variabilidad de grados. Se produce por tumores, radioterapia, enfermedad de Crohn, cirugías anorrectales o traumatismos. Los tratamientos iniciales se basan fundamentalmente en ejercicios de suelo pélvico al menos durante cinco meses, y terapia farmacológica.

La neuromodulación de raíces nerviosas sacras estimula con un electrodo la raíz del nervio que controla los órganos pélvicos. Jordi Montero, neurólogo del hospital de Bellvitge de Barcelona, lo explica: 'El mecanismo de acción se debe probablemente a la influencia en la excitabilidad de las redes neuronales implicadas en los automatismos de movimiento, o en los sistemas de memoria. Determinadas frecuencias conducen a cambios en los sistemas de control de los automatismos motores del suelo pélvico'. 

El procedimiento consta de dos fases. La primera se realiza con anestesia local. Con una aguja y estimulación eléctrica se evalúa la respuesta motora y sensitiva en la raíz sacra 3 (del nervio de esa vértebra), explica Miguel Jiménez Cidre, del hospital Ramón y Cajal. Cuando se obtiene la respuesta adecuada, se coloca el electrodo, que va conectado a una pila externa que el paciente lleva provisionalmente. Todo el proceso se realiza con guía radioscópica. Después, el paciente se va a casa. En las siguientes semanas, se estudia la mejoría tanto desde el punto de vista clínico como de satisfacción del paciente. Entre la tercera y la cuarta semana, si se mantiene la respuesta obtenida en el quirófano, se implanta el generador interno. Tiene dos programadores externos, uno para el paciente y otro para el médico, y es reversible.

Victoria Gómez Dos Santos, uróloga de la Fundación Hospital de Alcorcón, de Madrid, insiste en que los pacientes tienen que entender que no hay que apretar ningún botón para orinar y que simplemente se lleva una batería puesta al igual que ocurre con los pacientes cardiacos. 'Esta intervención consigue que su vejiga tenga un comportamiento normal, y que sea el paciente quien controle su vejiga y no al revés', añade.

En lo que va de año ya se han implantado por esta técnica 300 electrodos en España. Según Eldiberto Fernández, del hospital Ramón y Cajal, se realizan cinco implantes por millón de habitantes, lo que sitúa a España por debajo de la media europea (nueve por millón). Esta terapia se aplica hoy en 25 centros españoles.

El coste del manejo de la incontinencia es muy elevado. Las terapias farmacológicas y paliativas (absorbentes) se tienen que utilizar en la mayoría de los casos en periodos muy prolongados. Sólo en pañales o compresas, según datos oficiales del Ministerio de Sanidad del año 1998, antes de las transferencias sanitarias, se gastaron más de 10 millones de euros.  Los dispositivos utilizados en la neuromodulación sacra así como el seguimiento y control cuestan unos 8.000 euros por paciente.

Por Carmen Girona -Madrid / El País de España

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