2020: la remontada paramilitar

Catalina Ruiz-Navarro
09 de enero de 2020 - 05:00 a. m.

La semana pasada cambiamos de década, pero se siente como un regreso al pasado.

Primero, antecitos de Navidad, nos enteramos del asesinato de dos ambientalistas, Nathalia Jiménez y Rodrigo Monsalve, recién casados y residentes en Santa Marta, quienes fueron detenidos a plena luz del día en la carretera hacia Palomino y luego aparecieron muertos y encapuchados, amarrados a un árbol en una vereda de Buritaca. Según informa la revista Semana, el 28 de diciembre, también en Buritaca, apareció el cadáver de un joven venezolano, Freddy José García Ortega, con un cartón que decía “No alcahuetearemos más cosas mal hechas en la región, el que venga a dañar la tranquilidad será dado de baja”. Según la revista, se cree que el mensaje viene del grupo paramilitar Los Pachencas, “una organización neoparamilitar que se hace llamar Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada de Santa Marta”, y el joven asesinado era el hermano de uno de los autores materiales del asesinato de Jiménez y Monsalve. El asesino de la pareja, Giovanny Ortiz Calderón, se presentó ante las autoridades de forma aparentemente voluntaria, pero se cree que Los Pachencas lo forzaron a confesar. En un comunicado, el grupo paramilitar se presenta como “una organización reestructurada con una misión definida: velar por la seguridad de la región y mantener al margen los grupos que intenten generar conflictos”. Añaden que desplegaron “un operativo en la región para dar con el paradero de los responsables de este crimen y entregarlos a las autoridades competentes”. En su testimonio, Ortiz Calderón implicó a cuatro personas más. Uno de ellos es el hermano del joven venezolano asesinado.

El 31 de diciembre, en el corregimiento de Pogue, en Bojayá, unos 300 hombres armados de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, o Clan del Golfo, cercó a una comunidad de 121 familias, 600 personas, y cortó movilidad y comunicaciones. El Ejército llegó dos días después, a pesar de que sabe que esta región es el escenario de una guerra territorial entre el Eln y los paramilitares, a pesar incluso de que Bojayá pasó a la historia por una de las masacres más atroces en Colombia hace apenas 18 años, unos meses antes de que el uribismo llegara al poder por primera vez.

Ambos grupos paramilitares tienen coincidencias en su árbol genealógico. Cuenta Semana que el 17 de junio de 2019 Los Pachencas dictaron toque de queda desde Santa Marta hasta Palomino por la muerte de su líder máximo, Jesús María Aguirre Gallego, conocido como Chucho Mercancía, quien comenzó su vida criminal en el Clan del Golfo y luego en el Bloque Resistencia Tayrona, que terminó por convertirse en Los Pachencas. Y claro, los grupos paramilitares nunca han dejado los territorios, pero habían bajado el perfil y disminuído su violencia en la última década, hasta ahora, que pueden hacer sus pugnas de poder a cielo abierto bajo la actitud complaciente del tercer periodo presidencial del uribismo.

El paramilitarismo en Colombia está descarado porque sabe que el Gobierno de Duque se hará el de la vista gorda. El otro lado de la moneda es la desidia con la que el Gobierno implementa los Acuerdos de Paz. Y es que esa incompetencia se ha convertido en la principal virtud política del presidente Duque: le sirve al mismo tiempo para aumentar el miedo y torpedear la paz. Es una inacción tan retardataria que hasta parece una máquina del tiempo que nos está llevando a los peores momentos de la violencia paramilitar. Y eso es exactamente lo que el uribismo necesita para poderse perpetuar.

@Catalinapordios

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