$30.000 millones para cada congresista

Hernán González Rodríguez
07 de junio de 2019 - 05:00 a. m.

El exministro del Interior Armando Estrada Villa publicó el pasado 23 de mayo en el diario El Colombiano un excelente y alarmante artículo titulado “Un pernicioso proyecto”, del cual extraigo algunos apartes, porque coincide con el numeral tercero del Foro de São Paulo para 2019-2020, en el cual se propone modificar la Constitución para manejar a discreción el dinero del Presupuesto General de la Nación. Hoy, viernes 7 de junio de 2019, tan solo faltan dos debates para que el Congreso apruebe esta corruptora autonomía presupuestal.

“Avanza raudo en el Congreso de la República —escribe Estrada Villa— el proyecto de acto legislativo por el cual se modifica el artículo 351 de la Constitución Política. Tiene apenas dos artículos y ha sido votado por congresistas de todos los partidos. Busca darle autonomía presupuestal al Legislativo para que los congresistas tengan iniciativa en materia de gastos de inversión. Por tal razón, les correspondería decidir en qué emplear el 20% de la partida de inversión del Presupuesto General de la Nación, que para 2019 es de $259 billones. Esto es, que tendrían a su disposición cerca de $9 billones, lo que significa que cada congresista podría manejar cerca de $30.000 millones”.

“Se trata de una iniciativa de origen parlamentario que tiene implicaciones nefastas para la democracia, el correcto uso de los fondos públicos y la moral pública. Es nocivo para la democracia porque rompe el principio de igualdad en el punto de partida de los aspirantes a ocupar curules en el Congreso y también de la ciudadanía. No es lo mismo presentarse como candidato sin haber repartido recursos estatales que después de haber entregado a nombre propio a las comunidades sumas significativas en obras, bienes y servicios. Tiene así una ventaja inalcanzable el congresista sobre cualquier aspirante no congresista, lo que les facilitará la reelección indefinida e impedirá la renovación”.

“Es nocivo para la adecuada orientación de los fondos públicos porque los recursos se destinarán preferentemente a atender necesidades clientelares de los congresistas y no necesidades sociales. De esta manera, se reforzará el clientelismo que implica intercambio de obras y servicios con recursos que asigna el congresista por lealtades y votos de los beneficiados, en una relación paternalista, particularista y privada. Llegarán estas obras y servicios no como derecho de las comunidades sino como dádiva de los parlamentarios; no se realizarán como deber del Estado sino por generosidad del congresista, lo que implica la privatización de recursos públicos”.

“Es nocivo para la moral administrativa porque es antesala de la corrupción, puerta abierta para el ejercicio de este delito. El vínculo que se crea entre alcaldes, congresistas y contratistas de obras y suministros, con comisiones de por medio, fomenta la realización de actos de corrupción”. No solo de corrupción, sino también de actos violentos, subversivos, liderados por los que sabemos.

“No en vano Luis Carlos Galán, Carlos Lleras Restrepo, Elisabeth Ungar, Fernando Cepeda, Luis Jorge Garay, Salomón Kalmanovitz, Guillermo Perry, Jorge Enrique Robledo, entre los analistas nacionales, y Francis Fukuyama, Allen Hicken y Susan Stokes, entre los extranjeros, consideran que el manejo de partidas presupuestales por parlamentarios es mecanismo que induce la corrupción”.

“Legisla así el Congreso para conveniencia de sus integrantes mientras proyectos indispensables para la mejor marcha del país como la reforma política, la de la justicia y el combate a la corrupción no se aprueban”. Lamentable e indiscutible realidad, señor Estrada Villa.

 

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