4, 5 y 6; blanco seguro

Juan Carlos Gómez
26 de noviembre de 2018 - 02:00 a. m.

La contribución de valorización aprobada por el Concejo de Bogotá la semana pasada refleja la triste realidad de los jirones de nuestra democracia representativa. Los argumentos técnicos en contra de la imposición de esa contribución eran muchos. Sin embargo, la fuerza burocrática superó cualquier entendimiento racional.

El partido Cambio Radical tenía en sus manos evitar que se les impusiera a los bogotanos ese gravamen que indigna y empobrece. Germán Vargas, el jefe natural de ese partido se opuso seriamente a que el Concejo Distrital desocupara más los bolsillos de los ciudadanos. Los concejales Grillo, González, García, Lozada y Acosta de su propio partido hicieron caso omiso de sus argumentos. Hay que investigar con todo el rigor para descubrir qué fue lo que recibieron a cambio.

El impuesto de industria y comercio, el rodamiento, el predial deberían ser ya suficientes para saciar la voracidad de una administración delirante y faraónica. Hay que oír la intervención del alcalde Peñalosa el pasado jueves 22 de noviembre en la conferencia Ciudades Nocturnas para entender que existe una firme política en contra de la clase media. Se quejan de Petro, pero a esta administración le gusta usar un discurso populista para parecer progresista. El facilismo de gravar hasta el despojo a los estratos 4, 5 y 6 destruye y estigmatiza la pequeña riqueza. Empobrece la simple dignidad.

Las obras que, según la alcaldía, se van a realizar con cargo a los recursos que se recibirán de la contribución de valorización no van a transformar a Bogotá: calles y andenes. Apenas el espacio digno que se merecen los ciudadanos. El Distrito, siempre pide más y más, pero, nunca tuvo el decoro institucional de pedir perdón por lo que se robaron en la ciudad y las obras que nunca se hicieron.

Carlos Lemos hace muchos años acuñó una frase para describir el despojo del bienestar que le causa el propio Estado a los particulares: El Estado ladrón. Lamentablemente la frase se convirtió en un lugar común. Aún así, ante la vergüenza y la indignación que causa la valorización que se les impuso a los bogotanos y la injusticia impositiva, hoy resulta propicio parafrasear: ¡Bogotá…ladrona!

@jcgomez_j

 

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