Abel Aguilar y una cuestión de roles

Antonio Casale
31 de marzo de 2018 - 03:00 a. m.

Muchos discuten la presencia de Abel Aguilar en la selección. Más aún titularidad fija. Trato de ponerme en los pies del entrenador para entenderlo y encuentro razones poderosas que avalan su presencia. Cuando se fue Yepes de la selección se fue la voz de mando dentro de la cancha. Hay líderes que se expresan con la pelota en los pies, como James. Esos son necesarios. Pero hay otros que representan un estado de ánimo.

Esos son los que levantan al grupo dentro de la cancha después de un error o un gol en contra, los que le hacen frente al árbitro e incluso entablan conversaciones con el rival de todo tipo. Esa clase de liderazgo no se aprende, se lleva en la sangre. La Copa América de Chile representó el primer gran reto del equipo de todos después del Mundial de Brasil y uno de los puntos débiles de ese equipo fue la ausencia de liderazgo anímico dentro de la cancha. Contra Venezuela no hubo quien levantara al equipo después del gol en contra. Algo similar pasó ante Perú, duelo en el que Colombia fue un fantasma, como sin alma. El día de la eliminación ante Argentina, si bien se llegó al punto penal, merecimos perder y por goleada.

Algo parecido sucedió en la Copa América Centenario y de alguna manera en las primeras jornadas eliminatorias. Durante esos años, Abel Aguilar pasó la mayor parte del tiempo entre algodones o con problemas con los dirigentes de sus equipos en Francia. Por su falta de continuidad no fue tenido en cuenta por Pékerman. Volvió a la selección justo en la mitad de las eliminatorias. Podemos discutir que comete muchas faltas innecesarias o que a veces luce sobrerrevolucionado. Incluso, que no marca lo suficiente. Eso sí, se demostró que cuando Matheus Uribe se puso el overol y ayudó a Sánchez y a Aguilar en marca, la cosa mejoró bastante.

También en lo futbolístico, Aguilar es un extraordinario primer pase, es buen cabeceador en las dos áreas y verticaliza el juego con gran rapidez. Pero la gran diferencia que marca, y por la cual creo que es hombre fijo en el once de Pékerman, radica en sus cualidades como líder. Todos los equipos necesitan un jugador que hable, que grite, que organice la mitad del campo. Hay extraordinarios delanteros, volantes con ideas, defensas centrales y un magnífico arquero. Pero está demostrado que el técnico dentro de la cancha se llama Abel Aguilar. Es cuestión de roles, y si no es él, no se ve a ninguno que tenga la capacidad de asumir esa función.

 

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