Actos de Dios

Juan Carlos Gómez
20 de abril de 2020 - 02:00 a. m.

Desde hace siglos en el derecho anglosajón los desastres naturales por fuera del control de los seres humanos se denominan actos de Dios (acts of God). Hoy en día —no por superstición ni por creer que detrás hay un castigo divino— esta expresión del lenguaje jurídico denota bien la impotencia frente a lo catastrófico e inesperado que de manera súbita arrasa el bienestar.

En sistemas jurídicos como el nuestro se utilizan expresiones que podrían ser equivalentes: fuerza mayor o el caso fortuito. El imprevisto al que no es posible resistir. Una ley de 1890 cita como ejemplos un naufragio, un terremoto o el acto de una autoridad.

Los juristas de hoy, y los de las próximas décadas, escribirán infinidad de tratados sobre los efectos de la pandemia del COVID-19. Audiencias y memoriales interminables para tratar de resolver las consecuencias jurídicas de la tragedia. Una sociedad civilizada no puede convivir si sus contratos no se cumplen, pero esa es la realidad que tendrán que enfrentar la mayoría de las economías del planeta. El confinamiento causó un infarto contractual que afecta, desde los acuerdos más sofisticados (empréstitos, derivados), hasta la transacción callejera de dos cafés y un cigarrillo.

En materia normativa el Gobierno ha hecho lo que ha podido: muchos de manera mezquina se han dedicado a criticar los decretos de la emergencia sin ni siquiera leer un epígrafe. Obviamente, las medidas son paliativas. No es el momento de escribir un Código de Hammurabi. No sabemos cuánto más durará el encierro ni cuántas vidas más se llevará la pandemia. Tampoco se avizora pronto una solución de salud pública. Es imposible que el ordenamiento jurídico tenga ahora todas las respuestas.

Por lo pronto, en este infinito mes de confinamiento ya sucedió un milagro del que se habla poco. Más que la coerción y el miedo al contagio, la disciplina social ha sido determinante para enfrentar el reto más grande nuestra historia.

Cuando volvamos a la calle los jueces serán insuficientes para resolver todas las disputas de tantos contratos incumplidos a raíz de la pandemia. Se necesitará como nunca que imperen la buena fe, la colaboración de las partes y la decencia.

@jcgomez_j

 

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