Acuerdo de unidad

Humberto de la Calle
02 de septiembre de 2018 - 05:00 a. m.

Bien que Duque haya propuesto un acuerdo de unidad nacional.

Pero, ¿cómo se come eso?

Es buena idea comenzar por lo que ese acuerdo NO es. No se trata de lograr una unanimidad utópica. La palabra consenso suele ser muy bien recibida. Pero habitualmente la búsqueda del consenso termina en el inmovilismo. Tampoco se trata de reeditar un Frente Nacional.

Quizás el acuerdo de unidad se debe limitar a la definición de una agenda central, pero no excluyente, y a la fijación de reglas de juego para desembocar en soluciones democráticas.

Estado social de derecho y lealtad con la democracia son la piedra angular.

Esto significa reconocer el triunfo de Duque. Tiene derecho a gobernar. Por cierto, Petro y otros sectores opositores reconocieron ese triunfo. También lo hizo Timochenko. Y el Eln anunció que negociaría con el nuevo gobierno. Esta confluencia es un tesoro para un país. En medio de este tsunami de amargura, a veces no vemos lo grande por dedicarnos a las pequeñeces.

El segundo paso es el reconocer la necesidad de limpiar la política. Así mismo, que la inequidad es un asunto de viabilidad como sociedad. Ahí empiezan las bifurcaciones sobre cómo actuar. Pero se va perfilando la agenda de lo fundamental, que sólo es útil si es genuina.

Es preciso reconocer el valor de la oposición y de las vías alternativas. Esto no se limita al Congreso. Su escenario es la vida de la sociedad, los movimientos, los anhelos difusos. Protesta e insatisfacción hacen parte de la argamasa de una agenda incluyente. La noche del triunfo, a Duque le hizo falta una alusión recíproca a la de Petro: el respeto al papel de la oposición.

La extirpación de la mermelada debe ser también un propósito sincero. Su correlato, la corrupción, arriesga la vigencia del sistema político. No tiene sentido elegir congresistas para privarlos de impulsar las inversiones en sus regiones. Pero no es imposible lograr un pacto leal para que las iniciativas de los congresistas se jueguen sobre la mesa.

Respeto a las competencias. No podemos seguir en el juego de que las decisiones, sobre todo judiciales, son válidas cuando me favorecen pero en caso contrario, en vez de controvertir las razones de ellas, los incriminados atacan la estantería, calificando a los jueces de sesgo político o interés indebido.

Cada vez es más necesario incluir en la agenda el cuidado del ambiente. El cambio climático es una realidad. La unanimidad no va a ser posible. Pero reconocer con lealtad el problema y discutir con franqueza el remedio es esencial. Es la supervivencia lo que está en juego. Hay intereses de por medio. Pero quienes los defiendan deben hacerlo con advertencia explícita, y no mediante el engaño y la seudociencia.

Libertad de cultos. En serio. Esto es, respeto a todas las iglesias, pero cese de la utilización intencionada con fines electorales de iglesias cuyo contenido espiritual no es claro.

Paz: muchos han invitado al gobierno a respetar el Acuerdo y unir voluntades en la implementación. Esto es lo mejor para Colombia. El camino lo ha indicado la Corte Constitucional.

Hay que reconocer que el manejo de Duque de la consulta anticorrupción ha sido acertado. Lograr acuerdos parciales es también un camino.

También le puede interesar: "Ordóñez en la OEA: ¿A defender los DD.HH.?"

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar