Macrolingotes

Adiós, Roberto

Óscar Alarcón
23 de octubre de 2018 - 06:00 a. m.

Nunca me imaginé que dos meses después de haber celebrado en este espacio el premio a la novela de Roberto Burgos Cantor Ver lo que veo, premiada por el Ministerio de Cultura como la mejor del año, tocara volverme a referir al autor para decirle adiós. De manera abrupta se fue de este mundo, cuando ni siquiera lo pensaba, porque hace solo unos días, en su adorada Cartagena de Indias, se encerró, frente al mar, con el solo sentir de las olas y del piano de Chopin (oyendo el primer concierto, el de su predilección), auscultando las palabras para seguir adelante en su nueva novela. Así era Roberto, buscando el rato para escribir, robándoles momentos a los oficios con que se come para satisfacer al bello oficio con que se vive. Sí, aprovechó la semana de receso que daba la universidad a la que estaba vinculado para aislarse, lejos, sin teléfonos, sin celular (que nunca tuvo y jamás usó), para darle espacio a la elaboración de esa prosa con que nos deleitaba. Regresó a Bogotá y al día siguiente el corazón le hizo una mala pasada, no una mala parada, y se lo llevó para siempre. ¿En qué quedaría su nueva novela? Por lo menos nos dejó un nuevo libro de cuentos, terminado y corregido que quedó en prensa y que veremos en editorial Planeta. Por eso le digo que nos veremos en otro Planeta.

En sus prematuras memorias, Señas particulares, que ante su partida he releído por estos días, recuerda el poema de Julio Flórez en donde dice: “Todo nos llega tarde, hasta la muerte”. Pero, me he preguntado, ¿por qué a él le llegó tan pronto? ¿Y por qué a él se le dio por memorizar sus primeros años tan pronto, cuando concluía el siglo XX, y estaba apenas por los 50? ¿Sabía que la muerte no lo iba a alcanzar tarde, como lo decía Flórez? Secretos que se llevó y no compartió ni siquiera con Dorita, su mujer, ni con sus hijos Alejandro y Pablo.

Ahora Roberto debe estar allá, lejos, con “el Patriarca” (como le decía a Gabo) y con Yiyo García Márquez, hablando de literatura y buscando en pergaminos las claves de Melquíades.

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