Agregar seducción a la cultura

Arturo Guerrero
25 de mayo de 2018 - 06:40 a. m.

Este país tiene chiflado el cerebro y descarriado el corazón. Purgado de guerra, chapalea en el barro de la desconfianza y la maledicencia. Una inmensa grieta separa a un hombre del otro. Todo es terrible, nadie es fiable, cada cual esconde cartas debajo de la mesa.

Así ninguna política prospera. Cualquier programa o discurso es puesto en la picota de la mentira. Las instituciones son fraude, el futuro es un No. Desde un lado o desde el contrario se tiran flechas envenenadas de recelo o por lo menos de cinismo.

Por eso Colombia necesita un baño de cultura y de seducción. El propósito común de una vida con beneficios básicos para todos es inviable si el aire que se respira es de inquina. Por supuesto que antes de campañas cándidas de amaos los unos a los otros, es preciso sanear el pasado. Dar oxígeno a la caja torácica.

¿Por qué? Los poetas ven en ángulos inesperados. Rómulo Bustos aporta a esta pregunta la siguiente ironía: “El alma —ya se sabe— es asunto de ganarse/ o perderse cada día / Siempre que cometes un acto reprobable / —y nunca estarás libre de ellos—/ alguien allá arriba o acá abajo o muy dentro de ti / deja caer una especie de moneda / en el fondo de tu alma / Con el tiempo —ya se sabe— serás cada día / menos alma más alcancía / y habrás atesorado una impagable deuda contigo mismo / … bueno es saber / que poseer una alcancía grande / o una alcancía pequeña / puede hacer la diferencia”.

En asunto de alcancías del alma otro poeta, Horacio Benavides, interroga directamente a las víctimas de la historia: “Dónde dejé mi brazo / dónde mi cabeza / qué disparo voló mi dedo / qué plomo se llevó mi ojo / qué perro se cargó mi hueso”.

Una vez curado el aire gracias a la desinfección de la verdad, cae bien inspeccionar en los daños grabados sobre los surcos del cerebro. En el rastro de la sangre en los pensamientos de la gente.

José Manuel Arango contribuye a esta tarea con un ingenio lingüístico de su poema Gramatici certant (Los gramáticos debaten): “El nosotros / lo saben los gramáticos /es un curioso pronombre / Quiere decir tú y yo / sin él / y también él y yo / sin ti / y también él y yo / contigo y contra el resto / En todo caso excluye siempre a alguien / De esta parte nosotros / de la otra los otros que nosotros”.

Ahora bien, también hay que borrar las señas espirituales de otras guerras, el mismo Arango pinta el siguiente cuadro de las contiendas de género: “Y si en la casa de putas nace un niño / y si los hombres / cuando acaban de desvestirse / para fornicar, en la noche, / lo oyen llorar al fondo de la casa / o de su corazón vacío”.

Como se ve, los poetas le agregan seducción a la cultura. Punzan la inteligencia desde ángulos inesperados y así descolocan la zona de confort pública. Ellos deberían presidir formidables jornadas de recomposición mental y sentimental de este país atormentado.

Quién quita que en días próximos muchos de ellos hagan suyas las palabras de Anacreonte: “Quiero hacer odas a la guerra / pero sólo el amor resuena / en mi lira de siete cuerdas”.

arturoguerreror@gmail.com    

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