Ajuste a la representación estudiantil y profesoral

Figura de “Senado” para evitar representación “unipersonal” y democracia participativa para disminuir democracia directa.

A propósito de mi columna “Desgobierno de universidades públicas”, sí, la crisis de representación también se vive en los estamentos estudiantil y profesoral de las instituciones de educación superior (IES). De acuerdo con que la mejora de la gobernanza universitaria debe abordar esa problemática.

Sin embargo, i) no hay que tomar al movimiento y a la representación estudiantil como enemigos de las reformas, sino como contradictores con los que se podría negociar medidas proeficiencia a cambio de más políticas proequidad, y ii) la democracia siempre necesitará el liderazgo universitario por su función crítica en el presente y como semillero de futuros dirigentes del país en los distintos campos.

Ciertamente, es muy aburridor discutir con los líderes estudiantiles y profesorales porque son maximalistas y con frecuencia no están interesados en resolver problemas concretos, pequeños o grandes, sino en avanzar una agenda político-ideológica. Pero tan malo es dejarles ganar siempre el debate como no escucharlos verdaderamente.

Como es sabido, en las IES públicas y cada vez más en algunas privadas puede más la democracia directa que la democracia representativa: la asamblea estudiantil, en recintos donde apenas cabe una pequeña fracción del alumnado, puede decidir un paro sin importar lo que digan los representantes estudiantiles elegidos en procesos formales.

Y en las IES estatales pueden más las vías de hecho que la democracia directa: el pequeño grupo de alumnos que decide bloquear el acceso al edificio de una facultad nunca ha visto que una asamblea estudiantil apruebe salir a desbloquear un edificio. Claramente, en esta situación las mayorías no cuentan. Es una práctica de la democracia más imperfecta que la del país.

La debilidad de la representación estudiantil y de la profesoral comienza en el proceso electoral mismo, la baja participación en los comicios, y se acentúa por la falta de rendición de cuentas y de consulta a los representados sobre los asuntos más importantes. En concepto del académico Víctor Manuel Gómez, deriva en una representación cuasi “unipersonal”.

De modo que es exigente el reto de rediseñar la representación y la participación estudiantil y profesoral en el gobierno de las IES. La fórmula que propondría tiene dos principios: i) fortalecer la representación con un componente colegiado, ii) introducir mecanismos de democracia participativa para restar prevalencia a la democracia directa.

Para lo primero, elegir al tiempo representante ante el Consejo Superior Universitario (CSU) y “Senado”, un cuerpo de representantes del estamento con atribuciones para ejercer de forma colegiada la representación ante el CSU, incluyendo votar el sentido de posiciones ante el CSU. Esta figura del Senado existe en universidades de muchos países, aunque aquí se propone una adopción acotada.

Para el caso estudiantil, si por cada 1.000 o 2.000 alumnos se elige un “senador”, el representante directo al CSU presidiría un Senado de 20 a 25 miembros, con los que tendría que debatir y acordar las principales posiciones y propuestas ante el CSU. Esto corregiría la representación unipersonal que con razón preocupa al profesor Gómez.

Para lo segundo, establecer qué asuntos de la representación o la vida estudiantil necesitan consulta electrónica a todo el alumnado, como un paro o el uso del campus para disturbios, por ejemplo.

Así como hay que evitar el deterioro de la representación del presidente de la República en los CSU y remplazar al exrector, se debe evaluar lo que ha pasado con estudiantes y profesores, a la hora de reformar la Ley 30 de 1992 para mejorar el marco de la autonomía universtaria.

@DanielMeraV