Alcalde: ¡gerencia en las calles, por favor!

EL GOBIERNO PETRO HA SACADO PEcho con el inicio de los estudios de ingeniería básica del metro. Y no es para menos: nunca antes se había llegado tan lejos en ese proyecto.

Sin embargo, todavía falta mucho trecho para que se concrete, así como faltan tiempo y acciones para que sean realidad otros proyectos claves con impacto de mediano y largo plazo en la construcción de un sistema multimodal de transporte público.

Mientras tanto, los bogotanos piden a gritos medidas de corto plazo que permitan mitigar (así sea parcialmente) el desbordado crecimiento del parque automotor, que es en promedio superior al 10% al año. En plata blanca, más de 100.000 carros nuevos entran cada año a circular en Bogotá, mientras que las soluciones de nuevas vías y mejora del transporte público van a paso de tortuga.

Y para lograrlo no hay que romperse la cabeza. Al Pico y Placa, un mal necesario por ahora, hay que sacarle el mayor provecho posible reduciendo al máximo sus desventajas. En eso parece haber tenido éxito parcial el cambio de horario, pues a diciembre de 2012 la velocidad promedio en horas pico aumentó en 3 kilómetros por hora. Si entran en efecto nuevos cambios, estos deberán responder a estudios sustentados y no a la improvisación, que nos ha causado tantos problemas en el pasado.

En todo caso, el Pico y Placa no puede ser la única medida. La realidad que vivimos los bogotanos todos los días es dramática: pocos respetan los semáforos, muchos hacen doble y hasta tercera fila para cruzar, los cuadros amarillos de las intersecciones son puro adorno y la mayoría se queja de lo que hacen los demás, pero suele parar donde no debe, bloquea vías principales y, en general, usa el carro como un arma más que como un medio de transporte. Como si fuera poco, el transporte público colectivo es tal vez el que menos respeta las reglas, la bicicleta tiene muy pocas opciones para movilizarse de manera segura (nada que le apostamos a ampliar en serio la red de ciclorrutas) y el peatón, el pobre peatón, a ese nadie lo respeta. Mientras todo esto sucede, por ningún lado se ve la autoridad.

Y que no nos digan que el cambio a bombillos LED en los semáforos y la prioridad que la Policía les da a algunas vías permitiendo que circulen durante dos turnos en verde en hora pico es “el” plan de gestión del tráfico de la capital.

La gestión del tráfico de verdad debe incluir muchas otras medidas, fáciles de implementar y de bajo costo, que tendrían un impacto significativo en la movilidad. A la espera del Sistema Inteligente de Transporte, desde ya se puede mejorar la sincronización de todos los semáforos para que respondan mejor a las dinámicas de tráfico; ser intransigente con los que bloquean intersecciones (eso genera un impacto en el tráfico en un radio de varias cuadras); perseguir sin descanso a los “malparqueados”; impedir por completo el cargue y descargue en ciertas vías y horas; poner en práctica un plan de abastecimiento de comercio en horarios distintos a la hora pico; revisar varios cruces neurálgicos para limitar embotellamientos; inclusive, se puede cambiar el sentido de algunas vías para generar corredores de movilidad alternos que descarguen un poco la demanda que tienen las vías principales; y claro, relanzar los programas de cultura ciudadana.

Estas medidas, entre otras, no requieren vigencias futuras ni tampoco años de estudios. Pero sí requieren gerencia, capacidad de acción y, sobre todo, toma de decisiones. Requieren un liderazgo claro de parte del alcalde, que se traduzca en una Policía de Tránsito que no baje la guardia y se comprometa a fondo con la movilidad, y en una ciudadanía que responda ante una administración que tiene claro cómo se ejerce la autoridad. Hoy no vemos eso. Por favor, alcalde, necesitamos gerencia, y no sólo desde el Palacio Liévano, sino desde las calles de nuestra congestionada Bogotá.