Alejandro Ordóñez, un diablo haciendo hostias

Óscar Sevillano
02 de marzo de 2017 - 05:35 a. m.

Es normal que en época electoral en Colombia, con el ánimo de ganar votos, aparezca el diablo haciendo hostias, por lo que no resulta nada extraño que actualmente personajes como el exprocurador Alejandro Ordóñez, que tiene su credibilidad minada por la manera en como se hizo reelegir para continuar en el cargo como jefe del Ministerio Público,  resulten invitando a los colombianos a una marcha, manifestándose en contra de la corrupción.

El primer requisito para hacer un llamado a luchar contra la corrupción es no haber caído en ninguna práctica vinculada o relacionada con ese cáncer, porque el haberlo hecho lo deja sin autoridad moral para siquiera hablar del tema y tratar de abanderarlo.

Si Ordóñez hubiese cumplido con su papel como procurador general de la Nación, de manera equilibrada, sin sesgo político, y su reelección en el cargo se hubiese dado de manera transparente, sería el primero en sumarme a su invitación. Desafortunadamente no puedo creer en sus intenciones porque su papel como guardián del buen gobierno y de una función pública eficiente y limpia fue un total fiasco, no solo porque convirtió al Ministerio Público en una especie de policía política, sino porque para conseguir su reelección en el cargo, acudió a las malas prácticas que como jefe de un órgano de control  debe combatir.

Pregunto entonces, ¿contará Ordoñez con este primer requisito cuando fue destituido del cargo por nombrar en la Procuraduría a familiares de las personas que podían hacer realidad dicha reelección?, es decir, personas cercanas a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, del Consejo de Estado y de algunos senadores de la época.

Para colmo de males, resulta uniéndose nada más y nada menos que al llamado que hace el hoy el senador y expresidente de la República Álvaro Uribe Vélez, un personaje político que puede despertar muchos aplausos y lograr seguidores en cada discurso que presenta, pero que de cada cosa que hace, se conocen hechos que ponen en duda su actuar en la vida pública de Colombia, como poner a la orden de la politiquería y el clientelismo,  notarías, embajadas y cientos de prebendas para conseguir el cambio en la Constitución Política del país, y así reelegirse en la Presidencia de la República. Dios los hace y ellos se juntan.

Lo primero que se debe hacer para acabar con la corrupción en Colombia es pedirle a la clase política que se despoje de esa hipocresía con la que suele actuar en cada labor que ejerce. No es posible que quienes acuden a prácticas malsanas para lograr sus propósitos personales, como es el caso de Alejandro Ordóñez, pretendan ahora mostrarse como guardianes de la moral y el buen actuar en la función pública, cuando evidentemente no la tienen.

Una persona que como procurador general de la Nación actúa con sesgo político e ideológico, queriendo acabar con todo aquel que desde la otra orilla política en un futuro represente algún riesgo para sus aspiraciones personales, pero que se haga el de la vista gorda con las malas prácticas de quienes comparten su visión y que, para colmo de males, es destituido del cargo por clientelismo, no tiene autoridad moral para hablar de lucha contra la corrupción y mucho menos para invitar a la población a unirse a esta causa, porque como alto funcionario del Estado, hizo todo contrario a lo que el Código de Ética de la función pública indica.

Hechos como estos son los que hacen que el escepticismo crezca en la mayoría de los colombianos, al punto en que cada vez, hace que sea más difícil creer en los discursos que llaman al rescate de los buenas prácticas en la política.

@sevillanojarami

 

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