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Alerta temprana

Arlene B. Tickner
27 de enero de 2010 - 03:14 a. m.

Los dos hechos políticos de la semana pasada en Estados Unidos, la elección de Scott Brown al Senado y el fallo de la Corte Suprema sobre la financiación de campañas, causaron un verdadero remezón en ese país.

Para la bancada republicana vaticinan su pronta restitución en el poder. El voto en Massachusetts ha sido presentado como un referendo en contra de Obama y su agenda de gobierno (sobre todo en lo que se refiere a salud, impuestos y gasto fiscal), mientras que el levantamiento de restricciones a los aportes de las corporaciones a candidatos celebrado como una decisión que beneficia también al partido minoritario. Y en un momento en el que la popularidad de Barack Obama oscila alrededor de 50% y se acercan las elecciones de noviembre para la Cámara de Representantes y más de un tercio del Senado, ambos sucesos han producido alarma entre los demócratas.

Una lectura más ecuánime sugiere que la situación es menos clara de lo que ambas posiciones sugieren. El triunfo de Brown, aunque es un duro golpe para el legado de Ted Kennedy y el poder absoluto de los demócratas en el Senado, se explica más en función de su discurso moderado y las deficientes cualidades de su contendora que por un creciente acervo republicano. En lugar de señalar la muerte de la reforma a la salud, que ha sido mutilada por un sinnúmero de concesiones y tratos —en especial en el Senado— podría constituir el empujón que necesitan los demócratas para lograr su pronta aprobación en la Cámara, bajo el entendido creciente de que una ley imperfecta es mejor que ninguna.

En la más reciente encuesta realizada por CBS y el Washington Post un 42% de los estadounidenses identifica la economía como el tema central que enfrenta Estados Unidos actualmente, frente a 24% que subraya a la salud, y tan sólo 5% el terrorismo. La mayoría también considera que el Presidente está haciendo demasiado poco para la clase media, los dueños de vivienda y la pequeña industria. Ello parece confirmar que el temor a perder el empleo, el hogar y los ahorros es lo que está moviendo la opinión pública, y que de tanto buscar posiciones de consenso Obama ha cedido demasiado, volviéndose un prisionero del mismo sistema que prometió reformar.

Los republicanos han utilizado la crisis económica con relativo éxito para cultivar ese miedo, pero de continuar fortaleciéndose su ala de extrema derecha (racista y xenofóbica), corren el riesgo de marginar el voto moderado e independiente. Por su parte, de verse la decisión de la Corte Suprema como algo favorable a los intereses de bancos, empresas y gobiernos extranjeros podría jugar en contra de los republicanos.

El desenlace del panorama político en Estados Unidos dependerá de muchos factores, entre ellos la capacidad de Obama de crear más empleos o al menos de generar confianza de que la economía mejora, el éxito en atender la rabia y miedo que afligen a la población, y la adopción de posiciones más contundentes frente al Congreso y los republicanos. El discurso sobre el estado de la unión, que pronunciará el Presidente esta noche, dará unas primeras pistas de si la alerta temprana que recibieron los demócratas sirvió de algo.

 

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