Allez les Bleus! (et les noirs)

Daniel García-Peña
17 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

Se acabó el Mundial. ¡Y qué Mundial! Sorpresas a diario, partidazos hasta el último minuto, récords de toda clase, muchos goles. ¡Y qué tal los cabezazos de Yerry Mina! Perdieron las figuras (Ronaldo, Messi, Neymar) y ganaron los equipos (Francia, Croacia, Bélgica). ¿Qué más puede uno pedir?

El fútbol es mucho más que un deporte; un Mundial, mucho más que un campeonato. Es un negocio multibillonario de distracción y consumo, patrocinado por las transnacionales y manejado por mafiosos. Pero, sobre todo, el fútbol es un fenómeno cultural de masas, casi universal, que está estrechamente entrelazado, de diferentes formas, con las realidades sociales y políticas de los países y del mundo de hoy.

Por una parte, es la reafirmación del Estado-Nación como elemento básico de la identidad colectiva de los pueblos que habitan el planeta. Las banderas se convierten en camisetas y gorros. Transformada por la globalización y cuestionada y tergiversada desde la derecha y la izquierda, la nación sigue siendo un referente muy poderoso.

Hacia adentro de los países, como factor de cohesión. Durante los 90 minutos (más alargue y/o penales), las diferencias de clase, raza, sexo, edad, región o religión, desaparecen. Uribistas y petristas y todos los demás celebramos los goles de la Selección Colombia con un mismo grito. Pero también hacia fuera, como proyección frente al mundo, la nacionalidad es nuestra carta de presentación. Y James y Falcao, nuestros mejores embajadores.

Estoy feliz con el triunfo de Francia. El carácter visiblemente multiétnico -llegaron a describirlo como el mejor equipo africano del Mundial- manda un mensaje muy potente hacia adentro y hacia fuera en estos tiempos en que la inmigración divide cada vez más a Europa y a otras regiones del mundo. Aun tratando de superar su pasado colonial y el fuerte racismo que esto conlleva, para Francia, les Bleus son una muestra de una sociedad joven, multirracial y tolerante. Como decía una camiseta: liberté, égalité et Mbappé. Su sonrisa radiante, y la de Pogba, fueron una bofetada a la derecha lepenista, pero también a Trump, quien afirmó por esos días que “es una pena que Europa se convierta en un escenario para la inmigración”.

Fue aún más grato que Francia le hubiera ganado la final a Croacia, todos blanquitos, representando a esa otra Europa en el debate sobre la inmigración. Los medios estaban fascinados con su carismática presidenta por haberse financiado el viaje de su propio bolsillo, pero no hablaron del hecho de ser lideresa de un partido ultraconservador con un discurso xenófobo y antinmigrante, cuyo gobierno se ha dedicado a devolver a Serbia todo inmigrante que cruza la frontera.

La Selección Colombia es también fruto de nuestra realidad nacional. El equipo refleja mucho mejor la diversidad racial, étnica y regional de la nación que, digamos, el gabinete de Duque. No ha sido ajena al conflicto armado. El padre de Juan Fernando Quintero está desaparecido desde 1995, luego de haberse presentado al Ejército para prestar servicio militar. La madre de Juan Guillermo Cuadrado tuvo que dejarlo de niño con unos tíos en Necoclí, al ser desplazada por la violencia hacia Apartadó para poder trabajar. Yerry Mina se crio en el norte del Cauca, cerca del lugar donde se realizó el operativo militar contra Alfonso Cano, no muy lejos de donde nació Davinson Sánchez. Las historias de vida de todos los jugadores son de luchas y superación.

Fracturada por años de conflicto y violencias, con niveles aberrantes de desigualdad e inmensas diferencias entre ricos y pobres, polarizada políticamente, de rasgos regionales muy arraigados, Colombia tiene en la Selección uno de los pocos patrimonios compartidos de identidad nacional. También es una muestra palpable de los valores del trabajo en equipo, el respeto por las diferencias, la dedicación, la disciplina y el juego limpio.

Finalmente es una macabra pero diciente paradoja que, mientras el país gozaba del Mundial, en muchos de esos lugares de la Colombia profunda de donde provienen nuestros héroes nacionales, se aceleró el ritmo de asesinatos de líderes sociales, también héroes verdaderos.

danielgarciapena@hotmail.com

 

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