Altavoces del secuestro

Lorenzo Madrigal
11 de febrero de 2018 - 08:05 p. m.

Ni ahora ni nunca justifico la violencia. Soy un cobarde, sí. Eso me hace preferir el modo apacible de solamente decir las cosas y reflexionar sobre ellas, y esto en lo posible, porque a veces ni uno mismo reflexiona ni el contrario lo hace. Ahora bien, del insulto me aparta el odio que le tengo a la vulgaridad.

De la demostración criminal más espantosa, a la que nos fuimos acostumbrando por años, pasamos en la historia de este país a una necesaria pero también cobarde paz, con la que se ha conseguido salvar la vida de muchos jóvenes, pues perecían en combates que ni siquiera eran suyos; paz apetecible, paz irrenunciable, así se acompañe de la vanidad de un galardón mundial que le fue oportuno a un mandatario de equívoca apariencia democrática.

Sabido es que el crimen del secuestro es de lesa humanidad y conlleva el máximo ítem de sanción penal. Cuando la guerrilla, hoy en la paz política, ejercía esta horrible acción, un valeroso periodista, don Herbin Hoyos, conectaba por el micrófono a las víctimas de esa tropelía con las otras víctimas, que eran los familiares del retenido.

Volteada la página, y ensayándose una difícil paz sin resentimientos, a don Herbin parecen acusarlo por seguir siendo vocero de tales víctimas, para las cuales dizque se han hecho los resonados acuerdos de La Habana, de Cartagena, del teatro Colón.

¿Qué hace don Herbin? sencillamente, y al parecer, invita por altavoz a la protesta en contra de quienes, habiendo hecho lo que hicieron, buscan ahora el reconocimiento popular y la elección para obtener escaños en el Congreso, además de los conseguidos gratuitamente, y así convertirse en dirigentes y correctores de la vida nacional.

La protesta callejera que se está presentando no ha pasado por fortuna de huevos y tomates, con lo que hasta ahora se desayunan quienes ignoraban todo sobre el discurrir de una democracia que no fuera con atropellos a la persona humana. Atrocidades que en su momento practicaron y que hoy algunos de sus amigos políticos quisieran disimular mediante consignas humanitarias

Una de las posverdades del proceso Santos es que se hayan tenido consideraciones especiales con las víctimas del conflicto, tema que ha servido para disfrazar acuerdos que han llegado a extremos inadmisibles en asuntos constitucionales. Víctimas que en la práctica se dividen entre las que han sido invitadas a La Habana, las que conversan con los abogados de la guerrilla y se someten al “fue un error”, y las que no han sido tenidas en cuenta, porque resultarían contestatarias. Entre otras, las de Herbin Hoyos, quien sigue poniéndose al frente de ellas. No sé yo que esté incitando a la violencia, pero testigo directo como fue, este gran periodista de radio está más que legitimado para promover una protesta civil, apoyada en el fondo por un gran dolor inédito.

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