Alzados en almas

Augusto Trujillo Muñoz
13 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

La capital del Tolima hace presencia anual en Bogotá, con un concierto que ya es tradicional. Hace 34 años la Fundación Musical de Colombia sembró una semilla de armonía en Ibagué, con una serenata rendida en memoria del dueto Garzón y Collazos, en el cementerio local. Ese es el origen del Festival Nacional de la Música Colombiana, que gira en torno al Concurso Nacional de Duetos “Príncipes de la Canción” y al Concurso de Composición Musical “Leonor Buenaventura”.

Profesores del Conservatorio como César Augusto Zambrano, compositores como Jorge Villamil y Pedro J. Ramos, intérpretes como los Hermanos Martínez, Silva y Villalba, contribuyeron en ese momento para que cada tolimense entonara un canto a la esperanza. Así ocurre desde hace 34 años. Hoy el Festival convoca al país entero. En la capital musical se reúnen voces excelsas que se convierten en reflejo sonoro de lo que siente un colombiano cuando se envuelve, armonioso, en el pentagrama. Es la mejor manera de sentirse en paz consigo mismo y con los demás.

Colombia es una patria multinacional que necesita construir la convivencia a partir de su diversidad. A ese propósito contribuye el Festival Nacional de la Música, al cual también asisten, desde el llano, los intérpretes de su música de gesta, y desde los dos litorales, todos los que respiran aires de trópico, así miren hacia distintos puntos cardinales. Parafraseando un verso de la poetisa tolimense Luz Stella, el Festival permite que los colombianos vuelen, en alas de la canción, sobre “una tierra en cuyos valles suaves el viento musicaliza, donde cada amanecer es rosada epifanía”.

El concierto del viernes anterior en el Teatro Julio Mario Santo Domingo de Bogotá puso de presente la preocupación de sus organizadores por la defensa integral de la vida. El concierto se denominó “Naturaleza: Huella de vida”. Supone un llamado a defender todo lo que nos es caro en la existencia, a través de la música. Algo así dijo, en medio del concierto, la reconocida artista Adriana Lucía: Ibagué será el espacio feliz para que, en torno al sentimiento de un pasillo tradicional o al alborozo de un bambuco fiestero, unos alegres “alzados en almas” proyecten la armonía de la música -y la de su corazón- sobre los cuatro horizontes de Colombia, para contribuir a la serenidad de los espíritus.

Yo suelo repetir que el más grande activo del Tolima es, precisamente, su activo espiritual. Está representado en las artes, en las letras, en el pensamiento. El Festival de la Música Colombiana sabe expresarlo. Rescata el que subyace en las demás regiones de Colombia para construir, con notas musicales, formas de sosiego personal y de armonía social. Doris Morera de Castro, la presidente de la Fundación, su presidente emérito Alfonso Gómez Méndez y los miembros todos de ese ilustre colectivo de dirigentes cívicos, llevan 34 años dando ejemplo de avenencia, esperanza y unión, en medio de este penoso escenario de rencores. Entre el 17 y el 23 de marzo, alegres legiones de colombianos van a decir, con música, que son verdaderos alzados en almas.

* Presidente, Academia Colombiana de Jurisprudencia.

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