El Caminante

Amo porque odio

Fernando Araújo Vélez
19 de mayo de 2018 - 04:46 p. m.

Vivo inmerso en una guerra secreta, como escribía Saramago, con enemigos no tan secretos y unas cuantas palabras que debo callar para que los jueces no me condenen por blasfemo. Lucho, mato y me matan en infinitas batallas secretas, y resucito siempre al tercer día, también en secreto, para continuar con mis guerras y declararles guerras a quienes se escandalizan cuando algún sabio dice que estamos hechos de odio, y que la historia de la humanidad es la historia de las venganzas, y que es el odio y no el amor lo que ha movido al mundo, y que es el amor la palabra dulce que pronunciamos para que los incautos la crean, sean sumisos y no se venguen de nosotros.

Digo que amo y que trabajo por amor y que doy limosnas por amor, cuando en realidad lo que busco es que me aprueben, y rendirles tanta pleitesía a aquellos que me van a aprobar acaba por volverlos dignos de mi odio. Por la aprobación miento, sonrío y hago venias: jamás saldré indemne de tanto servilismo. Amo porque odio, y creo que amando me salvaré del odio, y odiaré después de amar. Cuando quiero poseer, odio. Cuando hablo de fidelidades, odio, y porque odio, amarro, y porque amarro, pretendo exclusividades. Odio cuando quiero besar, y cuando beso, mato con mis besos y muerdo con pasión y por pasión, porque la pasión viene de padecer, y padecer es el paso inmediatamente anterior al odio.

Mis pequeños triunfos han sido mis más grandes venganzas contra la humanidad, o contra los enemigos que la representan, y el arma más letal ha sido la palabra, y por lo mismo, lo escrito, y ojalá, publicado. Con la palabra todo lo puedo, y la palabra es lo que en últimas va a quedar. Una simple carta metida entre las páginas de un libro, con mi versión de ciertos hechos, será una bomba en 50 o 100 años cuando alguien se la encuentre, esencialmente porque lo escrito está revestido de veracidad, aunque esté hecho de mentiras. La historia que conocemos sí que da fe de ello. En lo escrito y con mis palabras, me amará quien jamás me amó, y en lo escrito y con mis palabras, mis guerras dejarán de ser y de estar perdidas. En lo escrito y con mis palabras, me recrearé para dejar de ser, por lo menos allí, tan sumiso, tan servil y tan secreto.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar