Anarquía

Iván Mejía Álvarez
28 de abril de 2018 - 04:42 a. m.

Júnior, Nacional y Santa Fe sufrieron esta semana el terrible desorden institucional que reina en la Dimayor. Fueron víctimas de un calendario perverso, de la ausencia de coherencia en la programación de sus partidos, de un torneo patas arriba donde se juega todos los días de la semana, donde se cambian los horarios permanentemente y de la ausencia de liderazgo en la cabeza de la entidad. Nunca, ni en las peores épocas del narcotráfico cuando las pistolas y las voces de mando eran diferentes, se había vivido una crisis como la que hoy azota a la rectora del fútbol profesional colombiano.

El único que parece no darse cuenta de lo mal que anda la Dimayor es su presidente, quien sigue embelesado contemplando su obra, metiéndose mentiras, creyéndose sus embustes de culebrero barato, hablando de sus convenios con China, Inglaterra, España y Francia que no han servido para nada, tan sólo para que viaje y viatique por cuenta del fútbol en compañía de sus amigotes de cabecera. Perdomo vive en otro mundo, no entiende la dinámica del fútbol, está convencido de que el tema pasa por repartir dinero y dejar que las cosas sucedan, sin prever, sin orientar y sin planificar.

Como buen culebrero pueblerino arma tremendas películas cuando le ponen un micrófono y una cámara por delante, y se ufana de sus éxitos y logros que ni sus mejores amigos, esos “enmermelados” dirigentes de equipos chiquiticos que piensan ser la última palabra, le creen. Esos mismos que llegan a las 8:30 a.m. a su oficina a cogobernar, a estirar la mano pidiendo dinero, esos que han hecho del fútbol una romería de pueblo en pueblo. Los Cadena, Soto, Guzmán, el innombrable de Rionegro, Rendón, los mismos que han paseado sus miserias por todo el país con equipos que parecen circos ambulantes, ayudan a manejar la Dimayor. Y así nos va, así le va al fútbol colombiano en manos de esos sujetos.

Lo que resulta más triste es que dirigentes que de verdad meten su capital y arman buenos equipos, que gente como Ardila, Fuad, Camargo, para no citar sino estos de viejo cuño, permanezcan en silencio ante la gravísima crisis institucional y de liderazgo. En otras épocas, en los tiempos de Álex, Botero, Cortez, Gutiérrez y Char, cuando era joven y pensaba en fútbol y no en Vargas Lleras, un directivo como Perdomo ya habría sido echado al asfalto por incapaz, incompetente e inepto. Eran otros tiempos.

Esto no puede seguir así. El sanedrín de Perdomo y sus incompetentes asesores, los mismos que le tenían de patitas en la calle hace dos meses, han demostrado que el fútbol les quedó grande. Es hora de echarlos a todos, comenzando por el vitrinerito de Perdomo.

 

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