Una mujer pueblo

Jaime Arocha
18 de agosto de 2020 - 05:01 a. m.

Para rendirle homenaje a la recién fallecida líder Ángela Salazar, el Grupo de Estudios Afrocolombianos (GEA-CES) de la Universidad Nacional invitó a alguien muy allegado a ella para que escribiera el obituario que aparece en vez de mi columna usual. El autor es el abogado Diego Grueso con maestría en estudios críticos raciales de la Universidad de California en Los Ángeles, santero y gregario de la causa afrodescendiente.

“También la pandemia impidió que la despidiéramos con alabaos, música, rodeada de gente. Así siempre la vi, Ángela era auténticamente una mujer del pueblo, del territorio. La imagen robusta de una matrona Urabeña, chocuana, una tía sabia, sincera y directa, capaz igual de la ternura de la risa cómplice, como del reclamo vehemente, de la denuncia valiente.

“Con ocasión de la ceremonia litúrgica de despedida de George Floyd, el profesor afroamericano Cornel West, resaltó el carácter pacífico y amoroso de los discursos y mensajes de familiares y asistentes, como dignos representantes de lo mejor de la herencia africana en América, que se niega a responder con odio al racismo y la crueldad que han marcado su trasegar por este continente y, a cambio, devuelven los más sentidos mensajes de amor, deseos, iniciativas y luchas de libertad donde caben todos, de donde todos saldremos renovados. Es el mismo carácter que celebra John Coltrane en su icónico “A Love Supreme”, el mismo mensaje de libertad y paz que tocaban marimbas y acompañaban coros, mientras Ángela batía un pañuelo al aire, en medio de la multitud jubilosa del último Petronio donde la Comisión de la Verdad, liderada por ella, se unió a la celebración del espíritu pacífico y el mensaje de reconciliación del festival de música y cultura más importante del occidente del país y del pueblo que lo hace posible.

“El compromiso de Ángela por sacar a la luz la crueldad con la que se ensaño la violencia contra las mujeres en el Urabá y en Colombia, por acompañarlas y liderar lo que ella y muchas llaman juntanza de mujeres, para sanar la herida, para seguir adelante, es un legado difícil de sobrestimar, sobre todo en una sociedad que se niega a enfrentar lo peor que es, que se encapricha en esconderse detrás de la sombra de héroes ínfimos, mientras le da la espalda a pueblos enteros, al pueblo negro que Ángela representó dignamente y que hoy la despide en medio de una tormenta de golpes que parecen no tener tregua, no encontrar alivio.

“El otro legado de Ángela para la comisión y para todos nosotros, debe ser su llamado caminar el país, a acompañar a las comunidades que persisten en la defensa de territorios enteros, sinónimos de vida, que muchos quieren para enriquecer las mismas arcas de siempre, pero que personas como ella han defendido como la única posibilidad de Ser pueblo negro, de renacer del látigo del esclavista o la locomotora voraz del desarrollo. En eso Ángela fue incansable, la silueta de esas mujeres pueblo, que no sólo se deben a sus comunidades, sino que las encarnan, obran como sus educadoras, como sus sanadoras, como las que componen conflictos y amalgaman solidaridades.

“Su mensaje permanente para la comisión no se restringió a la responsabilidad de mostrar las afectaciones a los derechos territoriales del pueblo negro a manos de actores violentos de diversas procedencias e inclinaciones, sino a resaltar los esfuerzos y las estrategias de esas comunidades para defender la tierra y sus recursos. Procesos que apoyó desde donde estuvo y que hoy quedan a la espera de que ese llamado no se frustre.

“No fue menos insistente el llamado de Ángela a la Comisión y a través de ella a todo el país, para que nos detengamos en analizar y comprender la influencia muy profunda del racismo y sus diferentes maneras de presentarse, en los impactos del conflicto armado sobre el pueblo negro. En una sociedad que se sigue negando a ver la violencia racial con la que se ha forjado, este llamado queda como una deuda con ella y con todo el pueblo afrodescendiente. Ojalá no seamos menores a este reto”.

Nota: el mismo grupo de investigación (GEA-CES) repudia la masacre de los cinco niños de ascendencia africana en Llano Verde, (Cali), y rechaza las graves amenazas de muerte que el fundamentalismo uribista le ha hecho al senador Iván Cepeda, a su esposa Pilar Rueda y a su familia. Adicionalmente, respalda el llamado de atención que ese senador hace ante Naciones Unidas y la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la forma como el presidente Iván Duque persiste en poner en riesgo la democracia colombiana, descalificando las actuaciones de la Corte Suprema en el caso del expresidente Uribe.

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