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Ante una disrupción histórica

Luis Carvajal Basto
25 de mayo de 2020 - 05:00 a. m.

¿Es legal que el Congreso y las cortes funcionen de manera virtual? ¿Lo serán las consultas previas? ¿Es “conveniente” la educación virtual? ¿La telemedicina? La verdad es que nuestra estructura legal, desde las constituciones, en Colombia como en Estados Unidos o en cualquier país, no consideró la virtualidad ni su utilidad en situaciones como la que el mundo afronta, lo que no es tan raro en cuanto tampoco se expresan puntualmente sobre la obligatoriedad de obedecer la ley de gravedad, por ejemplo. Ello no significa que, como la virtualidad, se pueda ignorar en las actividades humanas.

El concepto de inteligencia se refiere a nuestra capacidad para resolver problemas. Los seres humanos la usamos de infinitas formas haciendo posible, por ejemplo, sostener una multiplicación exponencial al pasar de una población de 1.000 millones de personas hace apenas 200 años a los casi 8.000 millones que somos. Muchos problemas, simultáneamente, se multiplicaron, pero sin la ampliación de la frontera de posibilidades de producción, consecuencia del progreso técnico y la productividad, la vida sería más compleja que ahora cuando, aun con la tecnología disponible, estamos poniendo en riesgo la vida en el planeta. No es posible ni razonable renunciar a la mediación de la tecnología.

Es complicado, en el mundo real con 8.000 millones de personas, tratar de vivir con los conocimientos, leyes, la medicina y el modelo educativo del siglo XVIII o anteriores. Deben ser actualizados, como hemos propuesto reiteradamente desde esta columna. La pandemia nos ha forzado a utilizar herramientas de inteligencia y virtualidad para responder a la emergencia. ¿En algunos casos improvisamos? Puede ser, pero no es responsabilidad de la tecnología ni del conocimiento disponible. De la obsolescencia de las estructuras legales, sí.

Un área para usar como referente es la del comercio en la era virtual. El gran cambio muchos lo avizoraron, anticiparon y promovieron. Los empresarios más exitosos del mundo deben todo a su gestión en ese entorno. Amazon, eBay, Microsoft y muchos otros crearon o respondieron a las exigencias y retos de esta “nueva” realidad. Algunos otros siguieron siendo exitosos utilizando hábitos y canales tradicionales usados por los consumidores, pero ahora, ante la situación, comenzaron a manejar nuevas plataformas. En Colombia el caso de almacenes Only (ahora vende desde el ciberespacio) puede ser un buen ejemplo, para no insistir en lo que viene ocurriendo en el sector financiero, en las comunicaciones y en todas las áreas, incluidos los gobiernos.

Gobiernos abiertos utilizan datos públicos y ciudades inteligentes articulan optimizando actores y recursos disponibles. Son la respuesta de las administraciones públicas en la era virtual. Conceptos como ecosistema, originado en las ciencias naturales, se usan ahora, afortunadamente, en las ciencias de administración y gobierno. ¿Debemos renunciar a ello o adecuar estructuras legales obsoletas? El uso de aplicaciones desarrolladas en el sector privado, por ejemplo, hace posible que el Estado cumpla sus funciones, como en el caso de los subsidios que pueden llegar a quienes los necesitan utilizando aplicaciones como Daviplata. Las instituciones de gobierno venían avanzando pausadamente; la emergencia nos ha llevado a dar un salto.

En el sector salud cada día crecen las consultas virtuales. La telemedicina acerca a médicos y pacientes ubicados en lugares tan disímiles que, con los esquemas tradicionales, no tendrían manera de encontrarse. Aplicaciones como CoronApp, usadas en los teléfonos, mediante la integración de datos ayudan a conocer la evolución de la pandemia en tiempo real y a combatirla. Aislamientos “inteligentes” y estrategias oportunas resultan de la utilización de la información disponible. Un tema diferente es el derecho a la privacidad, que debe discutirse separadamente.

En el sector educativo universidades de vanguardia, como Cambridge, decidieron que sus conferencias y muchas de sus clases transcurrirán, en adelante y superada la pandemia, en escenarios virtuales. En Colombia el Gobierno intenta articular los dos mundos. La política pública de alternancia, integrando educación presencial y virtual, es la única posible y razonable ante la emergencia; estamos dando un salto digital. “Colombia aprende”, en adelante, significa que la educación mediada por tecnología y remota, impulsada a raíz de la emergencia, dejará una huella difícil de borrar. Las aulas virtuales serán cada vez más un componente central de las políticas y recursos educativos.

En medio de tanto dolor y daño, algunos aspectos positivos debía dejar la pandemia: la aceleración en la utilización de la virtualidad es, sin duda, uno de más importantes.

@herejesyluis

 

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